20 de mayo de 2015
La lectura: un hábito descuidado
Por: Adriana rodriguez S.
Ernst Heine en su libro El Nuevo Nómada dice que “Escribir y leer han llegado a ser algo tan natural para las personas de nuestro ciclo cultural, que ya nadie se detiene a reflexionar sobre ese fenómeno”. A medida que el tiempo avanza, se puede ver cómo la lectura en los jóvenes es un hábito que no se ve con mucha frecuencia, puesto que esta se ha visto remplazada por diferentes factores, entre los cuales se encuentran las distintas tecnologías que están a su alcance.
La lectura en los jóvenes
Algunos jóvenes, que tienen la capacidad de leer y escribir, no encuentran muy atractiva la idea de leer un libro, esta es una de las razones por las cuales prefieren dedicar su tiempo a otro tipo de actividades. Según una de las últimas Encuestas de Cultura realizada por la DANE las personas entre los 12 y los 25 años son los que más leen en comparación con los que tienen 26 años o más. No obstante el promedio de libros que leen anualmente se encuentra entre 2 o 3.
El porqué los jóvenes casi no leen estriba, en primera instancia, en que no todos cuentan con los recursos para comprarse un libro o simplemente prefieren gastar ese dinero en otro tipo de cosas. Otros dirían que fácilmente se pueden encontrar los libros por internet, pero ¿cuántos jóvenes tienen acceso a este medio?, ¿cuántos tienen acceso a un computador? Ahora se preguntará qué pasa con aquellos que sí cuentan con estas posibilidades, por qué no leen. Puede que muchos de ellos sí tengan diferentes hábitos de lectura relacionados no solo con los libros, sino, también, con revistas y periódicos. Empero es posible que sean más los que no leen a los que sí lo hacen. Ya lo anunciaba Kalmanovitz en su columna, dos décadas atrás, titulada “La escritura en la economía” al decir que: “Hay profesores que no leen ni escriben y tampoco les interesa estimular este hábito entre los estudiantes” Por eso ahora desde el colegio se trata de inculcar la lectura en los jóvenes. También se realizan eventos como la Feria Internacional del Libro, en los cuales se incita a niños, jóvenes y adultos a disfrutar de diferentes géneros literarios, a descubrir el mundo de los libros, la diversidad de literatura juvenil que cada vez tiene más adeptos. Pero la tarea no ha sido fácil, pues nuestro contexto cada vez más está invadido de aparatos de entretención, que se encuentran de todos los precios y contagian a todos como la gripe.
Sedentarios mentales
Desde el momento en el que las diferentes tecnologías como los computadores, celulares y televisores comenzaron a ser asequibles para todas las personas, se ha podido ver que la sociedad, poco a poco, se ha convirtiendo en sedentaria mental. Poco a poco, la lectura comienza a perder terreno, el cual va siendo ganado por aquel grupo de imágenes que pasan y pasan sin tener que enfocarse por completo en ellas, ya que el sonido que sale de aquel aparato llamado televisión le permite saber qué es lo que sucede, sin tener que estarlo mirando atentamente. La lectura, en cambio, requiere de concentración. Para saber qué es lo que ocurre, en lo que se narra por aquellas letras plasmadas en un papel hay que esforzarse, y pensar en el significado de todas aquellas palabras que se encuentran al pasar la mirada.
Sin embargo, la televisión no es el único factor que reemplaza la lectura, también se encuentran los celulares. Con ellos, no solo se puede acceder a las diferentes redes sociales, también a juegos online. —No se trata de satanizar su uso, sino de saberlo controlar— Con estos, tanto jóvenes como adultos se embelesan y permiten que transcurra la vida por minutos u horas enteras tratando de ganarle a la juego, para ganar puntos. Es mecánica pura que no requiere de reflexión, ni análisis. Es, en definitiva, desidia mental. Esperemos que a nuestra sociedad no le suceda lo que sentenció Ernst Heine en su libro El Nuevo Nómada: “Dentro de pocos años, a la pregunta <<Mamá, ¿qué es un libro?>> se contestará: <<Son esas cosas a partir de las cuales se hacen las películas>>.