29 de septiembre de 2014
El Circo Europeo
Por: Nicolás Murillo Faucher
Es de costumbre pensar que en los momentos difíciles se reconocen los verdaderos amigos.
Desde el tratado de Roma en 1957, los gobiernos europeos y otros pensadores vendieron la Unión Europea como un sueño. El sueño de un mundo nuevo, donde las rivalidades y políticas nacionales podrían desvanecerse ante los intereses comunes. El sueño de un Contrato Social a la manera de Rousseau, aplicado al sistema internacional, partiendo de la alianza de dos naciones cuyas diferencias y oposiciones habían llevado el mundo al borde del abismo.
Cincuenta y cinco años después, qué queda de esta fantasía planteada por los padres de la UE? Desde que empezó la crisis del Euro, se podría decir que no mucho…
Encantador, este proyecto se convirtió en el modelo de integración regional por excelencia. Hasta exportarse a otros continentes. En América Latina, el fenómeno se vio representado por la creación del Mercosur.
El fin del sueño
Pero en ambos casos, dificultades surgieron en el camino, al igual que las amistades conocen sus crisis. Los amigos se separan y se desunen como los países europeos. Se pierden de vista los proyectos comunes, aparece el desprecio hacia las instituciones supranacionales, y egoístamente nos cerramos, regresando al concepto retrogrado y sobrevalorado del Estado-Nación.
En Europa como en los demás espacios, cada ciclo de crisis resalta antagonismos no superados. La crisis actual que esta viviendo la UE no solamente es una crisis económica y financiera… es también la crisis de un modelo que de tanto dudar entre federalismo y alianza estratégica, se mantuvo híbrido y no permite acciones colectivas. Un modelo que termina favoreciendo la soberanía nacional, y mas allá, las políticas de potencia nacionales, a costa de la coherencia y de los acuerdos comunitarios.
Respecto a este fenómeno, la postura de Alemania y la falta de determinación francesa, a la hora de definir la suya, son elementos que frenan gravemente la salida de la crisis. Pero mas grave aun, esta falta de fe en un modelo decididamente integracionista amenaza todo un equilibrio regional ya frágil .
La amenaza nacionalista
En el 2005, la política interna francesa le cobró al Tratado Constitucional europeo la sanción dirigida al gobierno de Jacques Chirac. En el 2012, los miedos y la rigidez alemana acerca de la política monetaria le están cobrando a Grecia y al resto de la UE un pasado lejano pero aun vigente en las mentes de este país. El miedo a la inflación y a una divisa desvalorizada alimentada por el periodo del “entre dos guerras” en el que el Deutschmark se convirtió en moneda de simios.
Pero las soluciones existen. Desde la mutualización de la deuda, y un verdadero uso del Banco Central, a una verdadera integración fiscal y política de los países de la Unión. Desde la creación de instituciones fuertes a la elección de un modelo federal, cuyos beneficios se evidencian en los logros de la “Nación” estadounidense desde sus inicios (cuando las naciones no habían sido “inventadas” y los pueblos de lengua inglesa, francesa e hispana pudieron encontrar una vía conjunta). Pero un modelo europeo, con lo que implica en términos de riqueza cultural pero también en términos de diferencias históricas aparentemente irreconciliables. Algún día, los padres de la Union Europea plantearon una gran idea – “unida en la diversidad” – es importante recordarla ahora.
Los Europeos deberán decidirse, la Unión consolidarse, fortalecerse o morir. Superar los miedos e intereses nacionales a favor de los intereses comunes parece ser la única puerta de salida que les queda a mediano y largo plazo. Ya sabemos cual es el resultado cuando Europa se fisura y los nacionalismos toman el protagonismo… la historia ya es sabida… Ojalá no sea demasiado tarde para cambiarla!!!