1 de septiembre de 2014
¿Somos la sociedad más informada y, al mismo tiempo, la más ignorante de la historia?
Por: Juan Esteban Esguerra
Antes de abandonar la ciudad, los generales de Atenas enviaron un mensaje a Esparta. El mensajero fue un ateniense llamado Filípides… Él llegó a Esparta un día después de haber salido de Atenas y pronunció su mensaje ante el gobierno espartano. “Hombres de Esparta los atenienses os piden ayuda, y os ruegan que no permanezcáis de brazos cruzados mientras la ciudad más antigua de Grecia es aplastada y sometida por un invasor extranjero” (Heródoto, Historia VI)
Al leer este corto fragmento de Heródoto se puede fácilmente comparar los sistemas de información de aquella lejana época con los de hoy y concluir que la sociedad actual tiene herramientas nuevas de información que no se podían ni soñar en tiempos de Filípides, pero que eso no significa que sepamos más.
Dice William Ospina en un ensayo reciente que esta puede ser la sociedad más informada, pero al mismo tiempo la más ignorante de la historia, en esta época de grandes emporios de internet y amistades virtuales, no se necesita un Filípides para comunicarle algo a nadie, esta sociedad actual, sí tiene más información y por ende debería ser menos ignorante. El problema es que no es así, quizás Filípides entendía mejor el uso de la información que muchos de nosotros.
Más herramientas; más acceso a la información
El siglo XXl es el de mayor desarrollo, en términos de tecnología, para la raza humana. La cantidad de herramientas para “facilitar” las actividades diarias son infinitas. Ya no necesitamos trasladarnos de lugar para participar reuniones, o prender un fogón con palos para calentar nuestra comida. La tecnología llegó al mundo para quedarse y ayudarnos.
Específicamente con la información, se puede decir que somos los más beneficiados. Todo está siempre a un click; si deseo saber la situación política de Venezuela, solo debo buscar fuentes veraces que me expliquen qué sucede, o simplemente comunicarme vía Skype con algún amigo venezolano que me pueda contextualizar. Si soy un empresario y necesito saber dónde puedo encontrar la materia prima más económica, no tengo que cometer costosos errores comprándola al proveedor más costoso, lo único que debo hacer es ingresar en las páginas de internet de los proveedores y aprovechar su valiosa información.
Estos mecanismos, como el Internet, Twitter o Facebook, han logrado educar e informar a la población de una manera nunca antes vista. Los Grandes cartógrafos de la antigüedad para podernos legar sus hermosas y algo ingenuas visiones del mundo, debieron trabajar muchas horas con escasos recursos, hoy se sorprenderían al ver que cualquier estudiante ubica el lugar más remoto de la tierra en milésimas de segundo.
No es mentira que en estos momentos encontrar grandes obras literarias en internet, y que estar siempre informado de lo que hace el gobierno es el pan de cada día. El problema real de la actualidad no es pues el acceso a la información, sino la forma como las personas entienden y analizan esa información.
La dificultad es evaluar la calidad de la información
Leer los títulos de los periódicos, los “twits” o comentarios en Facebook no tiene nada que ver con entender el mundo actual. Hay que sentarse, leer y pensar. Esta sociedad dejó a un lado el “ser analítico” y pasó hacia el “ser pasional”.
La persona pasional entiende a través del prisma de las emociones.. Mientras que el ser analítico es objetivo y difícil de persuadir, por que intenta siempre ir un paso adelante de lo que la información le está otorgando.
Los griegos tenían una forma completamente diferente de entender lo que sucedía a diario y de transmitir ese conocimiento. Las noticias se trasmitían por “el voz a voz”. Las noticias tanto de la polis y de las regiones aledañas podían durar horas y hasta días en llegar a oídos de muchos, lo que significaba una vida cotidiana alejada de las noticias (algo que actualmente es imposible, el hombre contemporáneo vive por lo que el noticiero informa), los ciudadanos griegos se concentraban en otras cosas; el agro, la familia, las ideas, las relaciones personales y los negocios.
No obstante, llegada una noticia importante, los griegos se reunían analizar, en asamblea, lo que se había escuchado. Primero, se debía saber la veracidad de la fuente. En esas épocas, la facilidad de un enemigo de dar noticias falsas para intereses privados era fácil y se debía constatar que lo que se estaba escuchando era veraz. Cuando se lograba comprobar la veracidad de la fuente, las decisiones se tomaban en conjunto. Si la noticia había llegado a Atenas, sobre una guerra entre persas y espartanos, los atenienses en conjunto debían decidir qué hacer. Todos con el mismo derecho de voz y voto. La decisión final era en conjunto.
No están por supuesto libres del elemento pasional, pero sus decisiones siempre estaban enmarcadas por la razón y la sabiduría. El hecho de decidir bajo un concepto netamente pasional, era tildado de ignorancia. El “ser racional” era la exigencia ineludible.
Una involución del conocimiento
El ser humano ha evolucionado en la forma de entender el mundo, pero no para bien. El problema principal es que ahora sabemos muchas cosas más que no sirven para nada.
Asimismo la dependencia del humano hacia la máquina lo aísla, lo distancia de la naturaleza. Nunca antes habíamos llegado al punto de no saber qué es lo que comemos, o como es que los productos comestibles llegan hasta la mesa. No se sabe qué planta puede ayudarnos o matarnos. Finalmente, se puede concluir que en efecto somos la sociedad más informada de la historia, pero gracias a nuestra dependencia con los medios de información. Lo que deben preguntarse es, ¿cuándo dejaremos de ser la sociedad más manipulable? ¿Cuándo volveremos a entender la naturaleza? ¿Quién es más ignorante, un muerto que cumplió su deber o un vivo que ni siquiera sabe que es el deber?