4 de marzo de 2015
Trastorno arribista de la personalidad
Por: Mario Gallego
Al parecer cierto sector de la población colombiana sufre de algún tipo de trastorno mental o emocional que los lleva a preguntarse compulsivamente quiénes son, como no encuentran respuesta se lo preguntan a los demás: ¿usted no sabe quién soy yo? Y es que este no es un asunto menor, hay que imaginar la angustia de las personas que se encuentran en tal situación: se miran al espejo sin saber de quién es la imagen que se refleja.
Lo más preocupante es que está afectando con más frecuencia a las élites dirigentes del país y lo peor es que aún no se sabe con certeza su origen. En algunos casos se podría decir que es un desorden de origen congénito, se pasa de padres a hijos o, en una extraña vuelta de tuerca del destino, está presente en tíos y en sobrinos. En otros casos parece ser que el desorden tiene un origen electoral, siempre he pensado que el exceso de democracia es perjudicial para la salud. En otras circunstancias parece ser un efecto del arribismo que llega con la plata y el poder que afecta a deportistas, actores, empresarios, comerciantes, industriales, funcionarios públicos, políticos y mafiosos y los que sólo son mafiosos también están en este grupo de riesgo.
Lo que sí se ha podido establecer es que el alcohol y las hormonas parecen exacerbar los efectos de tan deplorable desorden. Los videos en los que se ha logrado grabar a los individuos que entran en una de estas crisis, por lo general, los muestran alicorados gritando como locos: ¿usted no sabe quién soy yo? Hay historias inclusive en las que se cuentan que adolescentes excitados obnubilados por una sobredosis natural de hormonas salen, bragueta abajo, de los carros blindados para uso exclusivo de funcionarios públicos gritando: ¿usted no sabe quién soy yo?
Afortunadamente en un fugaz acto de lucidez deciden preguntarle a la policía, siempre la misma retahíla cancina: ¿usted no sabe quién soy yo? Y los policías pacientes les explican que no, que no saben quiénes son pero que sus superiores sí deben saberlo, por eso, los coroneles y los generales que todo lo escuchan y por ende todo lo saben, siempre tienen que llegar a decirles a los pobres orates quiénes son.
Los efectos de este desorden parecen extenderse hasta días después en los que ha ocurrido la crisis: cuando les muestran las grabaciones a las víctimas de tan horroroso trastorno, no se reconocen a sí mismos, siempre creen que hay una realidad alternativa que ellos han vivido que no se muestra en los videos: ¿un caso de alucinación tal vez?
Esta situación es preocupante ya que la frecuencia con la que se reportan estos casos ha aumentado, en las noticias se ve a estos pobres enajenados profiriendo procacidades a diestra y siniestra siempre con la misma letanía que genera una mezcla entre ternura y conmiseración: ¿usted no sabe quién soy yo?
Es por lo anterior que le suplico al Ministro de salud que haga algo por esas pobres criaturas perdidas en este mundo que se preguntan una y otra vez quiénes son. Sugiero que de manera preventiva y humanitaria se los encierre en nosocomios y se les eche agua con hielo al estilo ice bucket challenge hasta que se les bajen las ínfulas y puedan ser reinsertados a la sociedad como ciudadanos de bien: como tú o como yo.
Del mismo autor en El Libre Pensador:
En el Externado no discriminamos a las clases altas ¡las guisificamos!