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25 de enero de 2016

“Llegó el caimán, llegó el caimán…”

Por: María Margarita Soto Díaz

“Se va el caimán, se va el caimán, se va el caimán para Barranquilla…”  y “Manita linda, ¿‘onde está tu hermana? -El caimán se la comió…” Así comienzan los versos de las dos leyendas originarias de la Costa Caribe. Dos de las fiestas más importantes de esta región, que se celebran por estos días,  de las cuales emanan dos leyendas, que se han confundido— a lo largo del tiempo— por la mayoría de los colombianos. Cada una de estas tiene una trama distinta, pero con un elemento en común: el caimán. Por ello, se enredan las leyendas. Una de ellas es originaria de Plato y la otra de Ciénaga, ambos municipios del Magdalena. Entre tanto, a festejar con los carnavales.

El caimán voyerista

Esta leyenda narra la historia de un hombre llamado Saúl Montenegro que le gustaba esconderse entre la maleza para espiar a las mujeres que lavaban la ropa en el río. Ellas, después de terminar los quehaceres,  se desnudaban y se bañaban en esta vertiente de agua. Este hombre encarnizado en la lujuria, visitó a un brujo de La Guajira para que le preparara un brebaje que le permitía convertirse en caimán y, otro, para que le devolvería a su estado natural.  Ello ocurriría cuando este se rociara el brebaje por el cuerpo, de este modo, conseguiría cumplir con el objetivo de ver a las mujeres bañarse en el río. Pero cuando este fue a probar su nuevo experimento, le salió mal; se le regó el brebaje y no pudo volver a su forma humana. Saúl no consiguió esconderse y las mujeres se dieron cuenta de que había un caimán y alertaron a sus maridos. Estos venían con machetes a perseguirlo y como no tuvo otra salida se lanzó a las aguas del río Magdalena y se hundió hasta que no pudo ser visto otra vez. La madre de Saúl al ver que no volvía, supuso que el hombre que se había convertido en caimán era su hijo, al que, hasta el día de su muerte, le dejó en la orilla del río pedazos de queso bollo y ron.

Es así como crearon en 1940 la canción del “Hombre caimán”,  escrita por Pacho Galán. He aquí un pedazo de esta canción:

“Voy a empezar mi relato

con alegría y con afán.

En la población de Plato

se volvió un hombre caimán.

Se va el caimán, se va el caimán,

se va para Barranquilla”.

El caimán secuestrador de Ciénaga

La leyenda del caimán es oriunda del municipio de Ciénaga del departamento del Magdalena. En estos dos se celebra el mismo día- 20 de enero- la fiesta del caimán. Esta cuenta el acontecimiento ocurrido el 20 de enero, cuando la niña Tomasa Bojato fue devorada por un caimán. Cuenta la leyenda que estaba la pequeña, de dos años, con su hermana de diez, en la orilla de la Ciénaga Grande de Santa Marta, mientras su madre lavaba la ropa en el caño. La madre le había dejado a su hija mayor encomendada a Tomasa, para que la cuidara. Después de un buen rato, la mamá vuelve de lavar la ropa y se da cuenta de que Tomasa no está, entonces le pregunta a la hija mayor por el paradero de  la niña. A lo que ella responde que el caimán se la había llevado. Es de aquí donde se origina el famoso baile de las fiestas del caimán en Ciénaga, que refleja el dolor que ha dejado la muerte de Tomasa. Todas las personas del pueblo bailan al son de la tambora, lamentándose la muerte de la niña.

Rafael Dávila afirma en sus versos:

“-Hijita ¿dónde está tu hermana?

que ya vengo de lavá’

y traigo los pechos llenos

para darle de mamá’.

-El caimán se la llevó”

Los versos de las dos leyendas ponen de presente cómo los elementos simbólicos de la cultura hacen parte de la imperiosa necesidad que tienen los pueblos por descifrar las claves de su entorno natural. Ello logra resolver el cotidiano desafío de la supervivencia. Bien es sabido que estas dos leyendas de la cultura popular del Magdalena  tienen como un eje común el caimán, pero cada una de ellas tiene una trama totalmente diferente y una necesidad por explicar los acontecimientos de la naturaleza que se venían dando durante esa época. Ambas fiestas han construido alrededor de esa figura su folclor literario:  coplas, danzas, vestuarios y disfraces que han llegado a enriquecer el carnaval de Barranquilla.

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