20 de mayo de 2015
Jerónimo Delgado Caicedo: el mejor irreverente
Por: Lucía Uribe y Nicolás García
Seguramente, todos los estudiantes de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales tienen un primer recuerdo sobre Jerónimo Delgado en el día de la entrevista, para ingresar a la universidad. Su actitud imponente e intimidante puede ser, tal vez, la primera impresión que se llevan de un Profesor al que muchos llegaron a huirle, pero quienes se atrevieron a ver sus clases quedaron atraídos por un continente percibido como ajeno. Sin embargo, la contribución de Jerónimo va más allá de esto. Él, a través de su conocimiento compartido, enseñanzas y consejos, ha formado una generación de estudiantes propositivos, exigentes y críticos, pero más allá de eso, humanos. Ahora que se va a hacer su Doctorado en el Centro Africano de Ciudades de la Universidad de Ciudad del Cabo, queremos presentar a aquel profesor de API (Análisis de Política Internacional) y África que se ganó el respeto y cariño de sus estudiantes, a través de la siguiente entrevista Marcel Proust.
Lucía Alejandra Uribe Serrano (LAUS): ¿Cuál es el rasgo principal de tu carácter?
Jerónimo Delgado Caicedo (JDC): La honestidad. Yo estoy convencido de que estoy en este país y me dedico a la educación por algo. Y creo que la honestidad, la rectitud y, sobretodo, la ausencia de mediocridad son fundamentales para poder generar el cambio que queremos en nuestra sociedad. En consecuencia, uno no puede ser profesor y predicar la honestidad y la necesidad de ausencia de corrupción y mediocridad, si no lo practica. Entonces yo trato, obviamente, con errores como todo el mundo, pero trato de que el 100% de mis actos sean honestos.
Nicolás García Aristizábal: ¿Cuál es la cualidad que prefieres en un hombre?
JDC.: Sin distinción de género, por si me preguntas el de la mujer después, creo que es fundamental la honestidad en cualquier persona. Las personas como seres sociables dentro de una comunidad. Ceo que cuando uno hace las cosas bien y las hace con rectitud, el mundo cambia… De verdad, estoy convencido de esto. Y creo además en la igualdad en todas sus formas; no solo hombre mujer, sino, sino racial, sexual, y todo lo demás. Entonces creo que no, no podría darte una característica diferente para hombres y para mujeres porque los dos son personas.
LAUS.:¿Qué es lo que más aprecias de un amigo?
JDC.: Lo que más aprecio de los amigos… La buena crítica. Que tengan la capacidad de, a pesar de la amistad, estar en capacidad de decirle a uno “la está cagando” y encaminarlo por el camino que es.
NGA.: ¿Cuál crees tú que es tu principal defecto?
JDC.: Eeehh mmm… Extrañamente soy muy intolerante con algunas cosas. Yo creo que la intolerancia. Y volvemos al mismo debate, ehhm… Soy intolerante con lo que creo que afecta al resto. En ese orden de ideas, soy intolerante con la segregación, con la corrupción, soy intolerante con la deshonestidad, soy intolerante con, con la maldad; hay mucha gente que hace cosas por, por, el simple hecho de causar daño y para mí eso es incomprensible.
LAUS.: ¿Cuál sería tu ocupación preferida?
JDC.: ¡Ya la tengo! Creo que la educación permite generar un cambio radical en la sociedad sin recurrir a métodos estrictamente radicales como las armas o como las agresiones. Ser profesor en El Externado significa levantarse todos los días para tratar de construir mejores ciudadanos. El Externado tiene esa misión y yo como profesor, de esta institución, la tengo. Y, en últimas, los estudiantes terminan siendo como los hijos de uno y a uno le duele que se mueran, le duele que les pase algo, y se alegra por sus logros. Entonces, tengo la fortuna de tener la, la ocupación que más me llena. Soy absolutamente feliz levantándome todos los días viniendo al Externado a estar con ustedes y a compartir lo poquito que sé.
NGA.: Si no fueras profesor, ¿Qué serías?
JDC.: -Piensa por varios segundos- A mí me gustaría mucho ser dictador, un buen dictador. Sí. Para hacer un montón de cosas que creo que hay que hacer en este país. Pero, bajándole a la seriedad y mamando gallo, hay un par de puestos que me encantaría tener por una sola semana, porque me enloquecería más tiempo. Me encantaría ser oficial de tránsito por una semana, para poner multas a la lata. Me encantaría ser oficial de migración por una semana, para joder a todos los nacionales que me joden a mí cuando llego allá… Sería divertido.
LAUS.: ¿Cuál sería tu sueño de felicidad?
JDC.: Yo… creo que hay un problema y una ventaja con la palabra felicidad. El problema es que está sobrevalorada. La ventaja es que depende de uno. Entonces yo cada vez me convenzo más, y lo digo porque la vida me ha dado bastantes patadas que me han llevado a convencerme de eso, la felicidad es una decisión racional, uno decide ser feliz. Obviamente, no todo va a estar perfecto siempre, pero la idea es tratar y procurarse una vida en la cual la mayoría de momentos están arriba y no abajo. Ehh… Por ejemplo, la gente termina con el novio o la novia y llora durante tres meses. Yo estoy convencido de que sí es una pérdida y sí hay que llorar, pero esos tres meses nadie se los devuelve a uno. Entonces, creo que, a pesar de que las emociones, muchas veces nos excedan, en muchos casos la felicidad depende de qué tanta razón le puedas meter al asunto para compensar esa tristeza y tratar de ser feliz, incluso en los momentos difíciles.
NGA.: ¿Cuál sería tu peor desgracia?
JDC.: Que Uribe vuelva a ganar las elecciones, (risas). No, creo que la desgracia real radica en la imposibilidad de ayudar a los que uno quiere o de ayudarse a uno mismo, sobretodo en situaciones que exceden la capacidad de ayuda de las personas. Te estoy hablando principalmente salud. Creo que, que problemas graves de salud en mí o en mi gente sería mi mayor desgracia. Sin duda.
LAUS.: ¿En qué país te gustaría vivir?
JDC.: Colombia, indiscutiblemente. Yo creo que suena incluso hasta, no sé si la palabra sea mamerto, puede sonar incluso un nacionalismo barato, pero yo estoy convencido que… así como la felicidad es una decisión racional, también estoy convencido que la vida le pone a uno cosas en el camino. Llámalo vida, llámalo Dios, llámalo Alá, llámalo como lo quieras llamar, lo pone a uno en lugares particulares y en circunstancias particulares para que uno aprenda y coja cosas, y se lleve cosas en el camino. Y yo creo que haber nacido en Suecia, en Colombia o en Sudáfrica o en Suazilandia, tiene una razón de ser. Uno no nace aquí por algo, es decir, hay una razón. Y yo estoy convencido de que, en mi caso, a través de la educación puedo generar un cambio para mi país, que sin ser nacionalismo barato, sí que me ha dado todo en últimas; mis alegrías, mis tristezas, mis lágrimas, mis felicidades, todo me lo ha dado Colombia. Entonces para mí es fundamental Colombia y por eso tengo un gran debate interno cada vez que veo que mis estudiantes o mi gente se va y no vuelve. Porque creo que es válido irse a estudiar, a aprender, a coger un montó de cosas y traerlas para mejorar este chuzo. Es válido irse del todo, completamente válido, pero yo personalmente tengo problemas con eso. Yo, Jerónimo. En este momento en particular me coges en un punto en el que me voy a ir de Colombia, pero me voy a ir de Colombia porque creo que en este momento Sudáfrica me puede dar un montón de cosas que devolveré a mi país cuando vuelva en tres años al Externado. Porque es que esta es mi casa.
NGA.: ¿Cuál es tu color preferido?
JDC.: Verde. Aquí se van a herir susceptibilidades. El verde… Primero hay una razón que no es lógica. Uno, uno puede ver algo y le gusta o no le gusta sin tener ningún tipo de razón, porque es que el gusto es subjetivo, y el verde es el que más me llama la atención. Sin embargo, como yo soy un… disfuncional, el verde es el libro, y aquí quiero que se guarden las perspectivas y que no se vaya a malentender, el verde es el color de uno de los libros que yo más, que a mí más me gustan en la historia, que es “El Libro Verde de Gadafi”. El que usó como constitución de su país durante mucho tiempo y que tiene unos aportes, creo yo en términos de ciencia política y de sistemas políticos muy interesantes que en Libia no se aplicaron completamente, que en términos de política exterior Gadafi fue otra cosa, que… con muchos peros, pero el libro, estrictamente lo que dice el libro, me gusta mucho.
LAUS.: ¿Cuál es tu flor preferida?
JDC.: ¿Sabes que no soy de flores? No, ehh… me parecen particularmente llamativas las aves del paraíso y me parecen particularmente llamativas las orquídeas, pero no soy de flores.
NGA.: ¿Y si hablamos de aves, cuál prefieres?
JDC.: ¿Por qué me complica la existencia?… no soy de aves. No. Me parecen lindos los flamencos, me parecen lindos los pingüinos, pero, tampoco soy mucho de aves. Soy de disfrutar lo que haya, ¿Sabes? Sí, sí, soy más de disfrutar lo que haya.
LAUS.:¿Cuál es tu autor favorito?
JDC.:Mi autor favorito… Al que más disfruto leer es a Mandela. Creo que es… a pesar de todos sus problemas y a pesar de todas sus embarradas durante su vida, creo que es el único, o uno de los muy pocos, que ha logrado, a través del poder de las palabras, reconciliar. Y creo que hay pocas cosas que este mundo necesite más que eso. Es, es sin duda, uno de los grandes, si no el más grande, del siglo XX, indiscutiblemente.
NGA.: ¿Cuál es tu poeta favorito?
JDC.: Ese es un punto con el que nunca he podido. Yo… no tengo ningún tipo de conexión con la poesía. Y, extrañamente siendo una persona que le encanta leer, porque leo demasiado, lo que leo es historia y relaciones internacionales que es lo que me gusta. No puedo con la poesía y no puedo con la literatura. No es que no me guste, es que no he aprendido a disfrutarla, a pesar de haber hecho muchos esfuerzos para aprender. No he podido. Para mí el éxtasis literario es la historia. No la poesía, no la literatura, la historia.
LAUS.: ¿Cuál es tu héroe de ficción favorito?
JDC.: ¿Estamos hablando de superhéroes? ¿Marvel y su combo?… Oiga, cosa complicada ¿no?. Esa es una pregunta difícil, porque en últimas los héroes de ficción, esos que tienen un montón de superpoderes extraños y demás, lo único que reflejan es, creo yo, el deseo de una sociedad por tener a alguien que la salve ¿no? Entonces, en últimas, el efecto, obviamente, guardando las proporciones, y todo lo demás, el efecto de lo que hace un Mandela con sus palabras y de lo que hace Súper Man con sus poderes vendría siendo el mismo: salvar una sociedad..
NGA.: ¿Cuál es tu compositor favorito?
JDC.: Mi compositor favorito… música… Tengo varios, tengo varios. Hay una cantante que no es muy conocida que es gringa, que se llama Jewel, que tiene unas canciones chéveres para cuando uno necesita que la razón entre a dominar el corazón y le sube el ánimo. Tengo… hay un par de cantantes que tienen una muy buena música, pero además de tener una muy buena música, tienen música políticamente motivada, que para mí también es importante. Hay un grupo nuevo sudafricano con música un poco más alegre y demás, que se llama Freshlyground que también es sudafricano y tiene una canción que me encanta, que critica a Mugabe, sus políticas en Zimbabwe y demás.
LAUS.: ¿Cuál es tu pintor favorito?
JDC.: Miró. No me pregunte por qué. Yo llego… hay dos cuadros de Miró que me gustan mucho: el Azul 2 y el que hizo para recaudar fondos durante la dictadura en España, durante la guerra civil en España. Es una conexión más allá de lo racional. Yo llego, la veo, y me quedo ahí pegado. No tengo una razón particular, es… el manejo de color, de las formas me excede y no soy de pintores tampoco.
LAUS.: Y ahora, hablando de héroes de la vida real ¿Cuál sería el tuyo?
JDC.: Mandela. Mandela. Me le quito el sombrero a Mandela. Sin duda, sin duda.
NGA.: ¿Y tu heroína de la historia?
JDC.: Heroína de la historia. Mira, frente a los héroes y heroínas, si quieres júntalas. Yo creo que es muy peligroso el proceso… es maravilloso el proceso de reconocimiento, pero es muy peligroso el proceso de reconocimiento y te digo por qué: Yo te puedo contestar que mi héroe es Mandela, sin duda, porque es que las implicaciones de lo que hizo Mandela fueron globales. Sin embargo, yo cada vez me convenzo más que hay personas, que no a nivel global, pero a local o regional hacen unos aportes alucinantes y que son incluso más importantes que los aportes que puede hacer un presidente desde la presidencia, porque son aportes en el diario vivir, son aportes en el funcionamiento de la gente, son aportes en el funcionamiento de la sociedad. En ese orden de ideas, desde la señora que se levanta los sábados a las cinco de la mañana a hacer comida porque cree que darles las comidas a las personas que no tienen hogar es importante, hasta, hasta las personas que defienden derechos humanos, hasta las personas que defienden el Amazonas, hasta… creo que hay un montón de causas que merece la pena reconocer y no todos los aportes pueden ser globales en todas las esferas como lo fue el de Mandela. Si no fuera por todas esas personas que día a día, grano a grano, localmente cambian su entorno, la situación sería muchísimo peor. Y creo que el reconocimiento es igualmente importante para esa persona desconocida en cualquier barrio de Bogotá, que para Mandela. Entonces creo que el tema de héroes y heroínas es muy complicado por eso, porque hay muchas acciones que vale la pena exaltar y reconocer.
LAUS.: ¿Tus nombres favoritos?
JDC.: ¿Para qué?
LAUS.: Para ponerle a tus hijos, por ejemplo
JDC.: No tendría hijos. Creo que dedicarme a la educación me puso demasiado en contacto con niños y jóvenes y creo que eso me llevó a que disfrute demasiado mi trabajo, pero que los espacios por fuera de la universidad sean libres de juventud. Si sabes a lo que me refiero… Mi gato se llama Martín y el ratón que tuve antes se llamaba Arturo. Le hubiera puesto Federico, pero así se llama mi primo, entonces creo que me hubiera pegado.
NGA.: ¿Qué es lo que más odias por sobre todas las cosas?
JDC.: La violencia. La violencia en todas sus formas. Creo que es posible vivir, defender los intereses, defender las convicciones, las creencias, las orientaciones políticas, las orientaciones sexuales y todo lo demás a través de cualquier herramienta que no sea la violencia.
LAUS.: ¿El personaje de la historia que más desprecias? En contraste a lo que estábamos hablando hace unos minutos.
JDC.: Volvemos al debate del reconocimiento. Obviamente es peor matar 100 personas, que matar una, indiscutiblemente, pero los dos son igualmente asesinos. ¿Me hago entender? Me parece muy difícil. Me parece muy difícil porque uno puede caer en los clichés de decir Hitler, por ejemplo. Pero un tipo que viola 35 personas y que no llega a las noticias como debería llegar, me parece igualmente atroz, ¡atroz! Como me parece atroz la persona que llega al poder y lo usa para su propio beneficio y no para el beneficio de todo el mundo. Como me parece atroz un político que utiliza las fuerzas del Estado para matar gente. Como me parece atroz cualquier, hmmm… Ni siquiera sé si debería decir esto (y ponga esto que acabo de decir), pero cualquier persona que incurra en la violencia me parece atroz, me parece repugnante. Sin embargo, creo que hay personas que tienen una mayor responsabilidad con la sociedad; estoy hablando de personas en el Gobierno por ejemplo, y si esa violencia viene desde una persona que elegida para que gobierne, pero resulta que se aparta de eso y cae en la violencia, cae en la corrupción, cae en un montón de cosas, creo que el repudio debería ser aún mayor. Y nosotros no hemos aprendido eso como colombianos.
LAUS.: Pero, ¿no hay algún personaje que identifiques en la historia con el que personalices ese desprecio?
JDC.: Yo no usaría la palabra desprecio, porque creo que uno no puede despreciar a un ser humano; uno debe cuestionar las acciones y si tiene la oportunidad de hablar con él, pues porque ya con Hitler nos jodimos, censurar. Y yo creo que la censura pública, la censura social, son importantes. En este momento si tú me preguntas, te contestaría en Colombia, a mí Uribe me parece atroz. A mí un par de presidentes anteriores me parecen atroces, no voy a decir los nombres. Pero al mismo tiempo puedo decirte por ejemplo que lo que han hecho los líderes, los presidentes estadounidenses durante los últimos años en Afganistán y en Iraq y todo esto, también es atroz. ¿Me hago entender? Es decir, es el estandarte de la libertad, pero al mismo tiempo es: “invadimos Iraq y Afganistán y matamos un montón de gente”. Entonces creo que incluso la doble moral puede llegar a cuestionar el accionar de mucha gente. No hablaría de repudio, creo que la censura es importante. ¡Ojo!, no la censura de medios de comunicación y todo esto, ¿no?, sino el control político, la censura social de: usted conoce una persona en su ciudad que es el director del acueducto y se robó toda la plata, usted no debería invitarlo a comer a su casa, por más de que sea amigo suyo. Usted debería estar en capacidad de decirle ¡mire! Es que usted se robó mis impuestos, es que usted dejó mi ciudad sin agua. Y si todo el mundo hace eso, ¿los políticos siguen robando, por ejemplo? Ahí está, yo creo que la censura social es importante.
NGA.: ¿El hecho militar que más admiras?
JDC.: ¿Por qué me hace esas preguntas?… Sí, pero es que el problema de lo militar es que usa la violencia. Creo que en los Estados es necesaria la violencia, el monopolio del uso de la violencia, pero, yo también creo que el ideal del monopolio del uso de la violencia es no usarla. Es decir, usar otras herramientas que lleven a que no sea necesario utilizar la violencia. ¿A qué me refiero? Si tú garantizas educación, si garantizas salud, si garantizas calidad de vida, no vas a tener, en teoría al menos, un montón de gente robando en las calles, ¿estamos de acuerdo? Si tú fomentas los valores y fomentas la responsabilidad, si fomentas la vida en sociedad, si fomentas un montón de cosas, no deberías tener que usar la violencia.
LAUS.: ¿Cómo te gustaría morir?
JDC.: Me parece aterradora la muerte, me parece el peor plan de todos. Ehhh…, supongo que tendría que ser la misma razón… Yo no, yo no… a mí no me cabe en la cabeza que alguien le dé una respuesta diferente a la que yo le voy a dar, y es que uno se acueste a dormir y amanezca muerto. Porque es que cualquier otro tipo de muerte me parece aterrador, darse uno cuenta que se está muriendo y que todo le está doliendo, me parece aterrador. ¿Estamos de acuerdo en que uno se debería acostar a dormir y ya no amanecer más? … Pues claro, es que morirse no es un buen plan.
NGA.: ¿Cuál es el estado actual de tu espíritu?
JDC.: Reconfortado. Sí, sí. Emmm, el espíritu está satisfecho con lo que ha hecho y tiene una expectativa brutal de lo que viene.
LAUS.: ¿Cuál es el consejo que tú darías?
JDC.: El que le doy siempre a mis estudiantes. Creo que este país y este mundo no aguantan más mediocridad y más corrupción. Si eliminamos esas dos dinámicas, yo creo que podemos vivir en un mundo mucho más vivible, agradable, disfrutable y satisfactorio, para que todo el mundo pueda ser feliz y se la goce, que creo que es lo importante.