2 de septiembre de 2016
El rap neo campesino: una promesa de vida
“Si ustedes me preguntan a mí, yo digo que soy un neo campesino“ .
Andrés Villamil es un hombre de 25 años que actualmente labora como vendedor en la Plaza de Paloquemado, y que, además de tener su negocio tiene también un sueño, un propósito para su vida. Él mismo se hace llamar un neo campesino, una persona que a pesar de las adversidades tiene toda la intención de salir adelante y forjar tanto para él como para su gente un mejor futuro. Todo esto, complementado con versos urbanos que le dan a este personaje un aire único e irrepetible.
Este es, entonces, un relato de música y experiencias, de letras y sueños.
Luego de haber vivido diversas experiencias, Andrés encuentra en el rap el canal perfecto para expresar de manera artística su inconformidad, su deseo por ser escuchado y poder generar un cambio en la sociedad. Y ¿por qué el rap? Pues bien, Andrés se siente identificado con Bogotá, la ciudad que lo acogió desde muy pequeño, la misma que le enseñó tanta maldad y tantos vicios, pero que a su vez lo ha visto crecer como persona y superarse. Además, para Andrés el rap es algo característico de Bogotá y no lo ve solo como un género musical, sino como un estilo de vida propio de la ciudad, que representa todo el sentir de un bogotano que lucha por un futuro más próspero.
“Siempre trato de sacar como la sustancia de documentales, de historias”. Por medio de las letras, que él mismo compone, hace críticas a las injusticias cometidas por el gobierno, al desinterés y la falta de compromiso. También, por medio de su rap consciencia, hace un llamado a la comunidad para que se den cuenta de la manera cómo quienes tienen en sus manos el poder lo usan para robarlos y engañarlos. De igual manera, pretende narrar las historias de quienes han sido víctimas del conflicto armado en Colombia.
No obstante, hay mucho más detrás de este rap conciencia. Hay toda una historia de vida, una serie de experiencias que han hecho de Andrés lo que es hoy y han marcado tanto su pasado como su futuro.
Un mundo artificial
Sin saber cómo ni cuándo, y a causa de la falta de su padre, Andrés comenzó a sentir que estaba solo, puesto que tanto su madre como su abuela trabajan todo el día en la plaza y no tenía la compañía de nadie. De este modo, a los 10 años, ingresó a las barras bravas de Santa Fe y encontró su único refugio en las drogas, la delincuencia y la promiscuidad. Aunque al principio solo fumaba cigarrillos y se tomaba un par de cervezas, pasados unos años, comenzó a ingerir sustancias más fuertes y a robar para poder conseguir más de aquello que le daba satisfacción y le hacía sentirse un poco menos solo, aunque en realidad, estaba más solo que nunca. Según cuenta Andrés, quienes se hacían llamar sus amigos solo lo eran cuando tenía dinero o cuando conseguía¨amigas”, pero cuando tuvo que enfrentar momentos de dificultad, ya fuese económica o de cualquier otra índole, nadie estaba ahí para él. Lo único real en medio de tanta falsedad eran su mujer y su mamá. Pero tuvieron que transcurrir otro par de años para que se diera cuenta que el tiempo estaba pasando y él no había hecho nada productivo con su vida…aún.
El renacer
Luego de haber vivido tantos años sumido en el vicio, el delito y los placeres vanos y efímeros de la vida fácil, Andrés se da cuenta que está desperdiciando su única y valiosa oportunidad de vivir. Es entonces cuando toma la decisión, que para él, ha sido la más importante de su vida. Gracias al amor, la paciencia y la comprensión tanto de su madre como de su mujer, Andrés opta por abandonar ese mundo falso, lleno de personas igualmente falsas, para encaminarse en la vía de la rectitud. Aunque no fue nada fácil, gracias a su carácter y su fuerza de voluntad logró salir adelante y ya lleva más de un mes fuera del vicio, lo cual puede que no sea mucho pero es un nuevo comienzo que Andrés está dispuesto a hacer valer.
Como parte de su proyecto de vida, Andrés además de ampliar y diversificar el negocio que durante tres generaciones ha sido de su familia, tiene la esperanza y el deseo de construir una familia con su mujer, tener hijos, pero primero quiere tener estabilidad tanto económica como personal para poder darles una buena calidad de vida. Igualmente, tiene el propósito de ayudar a muchos otros muchachos que trabajan en la plaza y que, al igual que él, están cayendo en los malos pasos.
Es por este motivo que para Andrés la plaza es tanto su sustento como su vida y su hogar mientras que, por otra parte, su música y sus letras son las que le traen alegría y esperanza a su diario vivir y son su herramienta, no solo para expresar su descontento, sino también para tratar de convencer a otros de que pueden ser siempre alguien mejor.
Personas como Andrés son las que vale la pena escuchar, pues realmente dan una lección de vida tanto a quienes se encuentran en dificultades como a quienes no lo están, pero que aun así, no han logrado encontrar su camino.