4 de marzo de 2015
El Ceteris Paribus y la balanza comercial colombiana
Por: Ana María Arango D.
Desde septiembre de 2014 el precio del dólar se disparó, según unos corrigiendo un rezago de casi una década, según otros a causa del incremento en las tasas de interés de la Reserva Federal de Estados Unidos, que sumado a la caída de los precios del petróleo, han presionado una fuga de divisas del sector de hidrocarburos nacional al tesoro estadounidense.Con una moneda más barata, ceteris paribus, ganan competitividad los productos colombianos; sin embargo, al menos por esta vez no se cumplió lo del ceteris paribus y en lugar de incrementar los ingresos por exportaciones, Colombia atraviesa un déficit en su balanza comercial.
Ganancias vía tasa de cambio.
El incremento de la tasa de cambio hace que los precios de los productos colombianos se reduzcan.
Los compradores extranjeros ven como progresivamente los productos colombianos se abaratan frente a aquellos producidos en otros países con monedas mas fuertes. Es decir, las exportaciones ganan competitividad. Por su parte, los compradores nacionales encontrarán que los productos colombianos son cada vez más baratos que los importados (que llegan con tasas de cambio más altas) y en ese sentido se podría pensar que, obedeciendo a la racionalidad económica, compren más productos nacionales.
Se genera entonces un incentivo a la demanda de productos colombianos y con ello se presiona la oferta, lo que implica que los empresarios contratarán más personal para lograr nuevos niveles de producción. Gana entonces la sociedad colombiana por la vía de generación de empleo.
Las inversiones que ha hecho el país en dólares se valorizaron por el simple incremento del precio del dólar y las reservas internacionales del país se fortalecieron en tanto el Banco de la República sale a comprar divisas en un intento por controlar el precio. De hecho, en 2014 las reservas internacionales de Colombia superaron los cuatro mil millones de dólares.
Entre el petróleo y los TLC
Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística – DANE, En 2014, Colombia compró US$ 6.293 millones más de lo que vendió, es decir, la balanza comercial del país está en rojo… rojo alarmante!
Nunca antes en la historia del país había llegado a niveles tan alarmantes de déficit comercial; de hecho, el record histórico lo habíamos alcanzado en 1998 cuando el déficit era apenas la mitad del que se alcanzamos el año pasado y estábamos viviendo la antesala de una recesión económica.
Las importaciones han aumentado (desde hace ya algún tiempo) gracias a las condiciones favorables para ello pactadas en la sucesión de tratados de libre comercio que viene firmando el país; y el precio que paga Colombia por ellas viene aumentando debido al alza en la tasa de cambio. Paradójicamente en un país que hasta hace poco se decía agrícola, las mayores alzas en importaciones estuvieron en el sector agropecuario, de alimentos y bebidas así como en combustibles y productos de las industrias extractivas (a pesar de la locomotora minera de Santos).
De otra parte, las divisas que entran al país por exportaciones se vienen contrayendo, entre otras, por la abrumadora caída de los precios del petróleo que hoy por hoy es el principal generador de divisas para Colombia.
Esto no es nuevo, solo peor.
La contraída demanda internacional venía golpeando a la baja las exportaciones desde principios del año pasado. Adicionalmente los problemas de contrabando y particularmente de productividad y competitividad de las empresas nacionales, habían dado ya muestras de poner en jaque la balanza comercial colombiana.
La caída de los precios del petróleo no es entonces la causante del déficit en la balanza comercial, pero lo agrava; así que si el precio del combustible continúa a la baja, la situación, ceteris paribus, solamente tendería a empeorar. En otras palabras, lo que se debe modificar es el ceteris paribus.
En tanto Colombia no tiene la capacidad de controlar los precios internacionales del petróleo (facultad que pareciera ser exclusiva de Arabia Saudita que por demás, no ha dado muestra de estar interesada en ello) el país tiene dos opciones: quedarse inmóvil y ver como se destruye su capacidad de generación de riqueza o intentar cambiar lo que si puede: la capacidad y competitividad de su industria nacional que pide a gritos ser fortalecida y protegida.
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