15 de junio de 2016
“El camino hacia el posconflicto: Colombia en la encrucijada de la guerra y la paz”
Por: Paula Andrea Moncada
Mucho se ha hablado sobre las negociaciones de paz que se adelantan en La Habana, opiniones en contra y a favor se leen con frecuencia en los periódicos y a través de las redes sociales. Opiniones que evidencian lo polarizado que se encuentra el país frente al tema, pero que también muestran lo mal o poco informados que estamos los ciudadanos del común, que a fin de cuentas somos quienes refrendaremos o no lo acordado.
El martes 3 de mayo de 2016 a la luz del día FIGRI y de la celebración de los 130 años de la Universidad Externado de Colombia, el jefe negociador del Gobierno con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Humberto De la Calle Lombana, fue invitado para compartir con los estudiantes los avances de los diálogos de paz. Mi interés con este artículo, es retomar algunas de las posturas del doctor De La Calle para analizar las consecuencias políticos-sociales planteadas en la misma.
Para empezar, De La Calle sostuvo que en la Habana “no se hará una Constitución en la sombra” como se ha venido manifestando, por ello, dedicó gran parte del tiempo de la conferencia a desmentir una gran cantidad de mitos sobre los diálogos de paz que rondan el diario vivir de los colombianos. Como por ejemplo, que los diálogos de paz buscan llevar a la cárcel al ex-presidente Álvaro Uribe, o que en La Habana están regalando el país, y las más recientes criticas que afirman que habrá impunidad para los responsables de crímenes contra la humanidad, razón por lo cual algunos afirman que las conversaciones son a escondidas y a espaldas al país, entre otros.
El objetivo de Humberto De La Calle en esta conferencia más allá de desmitificar las creencias que se han generado alrededor de las negociaciones, fue invitarnos a conocer el proceso, razón por la cual se centró en resaltar la importancia que en estos diálogos tendrá el pronunciamiento ciudadano una vez se tenga un documento final acordado por las partes en La Habana. Por otro lado, también destacó que es importante que el proceso cuente con la legitimidad que le garantice sostenibilidad jurídica y que permita que estos acuerdos se incorporen al régimen constitucional.
Refiriéndose al proceso como una “mirada al futuro”, afirmó que el gobierno es consciente de que “van a ser necesarias reformas constitucionales y el compromiso del gobierno es promoverlas y convocar a los órganos competentes para lograrlo”. Es así como plantea la necesidad de que el acuerdo contenga garantías tanto para las FARC como para la sociedad y los ciudadanos en pro de satisfacer el interés de la mayoría por medio de una evaluación completa de todo aquello que se acuerde en La Habana. Por ello, recordó la premisa del presidente Juan Manuel Santos de que “nada está acordado hasta que todo esté acordado”.
De La Calle planteó la necesidad de diseñar una justicia robusta que brinde seguridad y garantía jurídica a las FARC y a todos los que están involucrados en la negociación: “Creemos que el Congreso y la Corte Constitucional son instituciones claves para alcanzar la deseada seguridad jurídica. La Mesa de La Habana no tiene el poder de reformar por sí misma la Constitución”, dijo De la Calle, sin embargo dejó en claro que cualquiera que fuese el mecanismo jurídico a utilizar, no se eliminaría la refrendación popular, asegurando que “ninguna de las fórmulas que está siendo estudiada conducirá a que se elimine el pronunciamiento del cuerpo ciudadano”.
En referencia a la demanda que estudia la Corte Constitucional y que tiene por objeto darle carácter de tratado internacional a los acuerdos de paz, se pronunció diciendo que es una acción prematura la de forzar a la rama judicial a pronunciarse sobre el tema dado que aún no han concluido los diálogos.
Este conflicto y en especial su terminación, ha captado la atención mundial y por lo tanto una pronta solución se ha vuelto un asunto mundial, de ahí el interés de la comunidad internacional por ayudar como mediador para la pronta búsqueda de soluciones. Actores internacionales, como estados y organizaciones regionales que no solo se quedan de observadores, sino que buscan involucrarse en los diálogos de paz. Ejemplo de ello son Noruega, Venezuela y Cuba que fueron los principales mediadores en el inicio del conflicto y, se puede decir, los encargados de sentar a la mesa ambas partes para que se diera inicio a estas charlas que prontamente llegarán a su fin con espera de dar por terminado este conflicto de tantos años.
Con esta reflexión, no sólo construyo una posición más estudiada y consciente de porque estoy a favor de la paz y de estas negociaciones, sino que comprendo que la paz sólo podrá ser fruto del diálogo y de la mediación de terceros. No creo en una paz por medio de las armas que continúe este circulo vicioso de violencia y destrucción en el que se encuentra inmerso el país. Es así como considero pertinente que el pueblo colombiano entienda que más que una ‘apuesta’ política de si le voy a Uribe o le voy a ‘Juanpa’, se esta poniendo en juego el futuro de mí país, de nuestro país.
No es admisible que estando tan cerca nos rindamos, hay que persistir en el anhelo y en la urgencia de acabar con esta insensata guerra entre colombianos que por más de 50 años nos ha desangrado, nos ha impuesto como destino la tragedia y la muerte, que retrasa nuestro desarrollo y nuestro progreso, que ha cegado nuestra fe y nuestra esperanza y que ha logrado limitar absolutamente todos nuestros derechos fundamentales, empezando por el de vivir libres de miedo.