30 de diciembre de 2015
Carta de un Yuppie a Gustavo Petro
Por: Santiago Gonzalez / @SantiGonzalezO
Se acerca el final de 4 años de la Bogotá Humana, y mucho se ha escrito sobre Gustavo Petro, quizás demasiado. Unos lo alaban por sus logros y otros lo detestan por ser un ex-guerrillero o simplemente porque es de una izquierda radical. ¿Cuáles son los argumentos de esas personas? Tal vez no haya, o tal vez pocos que son muy bien argumentados. Muchos uribistas también que no imaginan a la guerrilla sentada en el Congreso, pero a ellos se les olvida que dentro del Centro Democrático hay ex-militantes del M-19. Por mi lado no se trata de buscar enfrentamientos entre bandos. Solo quiero darle las gracias por hacer entender que los que nacimos en cuna de oro, también pensamos en los que no pudieron nacer en las mismas condiciones.
Angus Deaton, Premio Nobel de Economía 2015, en el recibimiento de este dijo algo hermoso: “los que tuvimos la suerte de nacer en los países adecuados, tenemos la obligación moral de reducir la pobreza y la mala salud en el mundo”. Traiga esto al colombiano y tradúzcalo, es simple: los que tuvimos la suerte de haber nacido en cuna de oro, tenemos la obligación moral de reducir la pobreza y la mala salud de los que no tuvieron esa suerte. Y digo suerte porque yo no escogí nacer en mi familia, lo escogió Dios –si cree en él–, lo escogió el ADN de su papá y/o mamá, o así lo quiso la vida. Así como tampoco la persona que vive en Ciudad Bolivar escogió nacer allá. Es más, a cifras del DANE, 13’210.000 colombianos tampoco escogieron nacer pobres.
Empiezo reconociendo que soy un convencido de que los servicios públicos son un derecho, no un negocio. Así pues, debo agradecer a la Bogotá Humana de Gustavo Petro por ratificar y recuperar la confianza en las instituciones públicas. No permitió la venta de ETB y hoy en día es de las empresas más rentables del país, y sí, es pública. No permitió cerrar ningún hospital público, antes recuperó algunos de ellos. Capitalizó al IDRD como nunca un gobierno distrital lo había hecho, permitiendo que usted y yo pudiéramos disfrutar de eventos culturales magníficos, y que en diciembre podamos ver una ciudad totalmente alumbrada.
Le agradezco a Petro por hacerme entender –a mí y a muchos–, que la prioridad es el ser humano antes que las vías y antes que el automóvil. Este es mi principal motivo de agradecimiento, porque esa es la única manera de poder vivir en un mundo mejor. Con esto, gracias por pensar en las personas en las que nadie piensa como son los habitantes de calle, dignificándolos como seres humanos que también son con los CAMAD, por dignificar a familias recicladoras reconociendo que también es un trabajo con lo cual formalizó y bancarizó. También le agradezco por hacer que Bogotá sea la única ciudad en este país donde un niño no muere de hambre y por supuesto, para los que creemos que una persona sin educación y sin estudios nunca podrá llegar a ser nadie en la vida, gracias por implementar jornada escolar completa gratuita para alrededor del 90% de los colegios distritales, y por generar cultura de aceptación de diversidad de género. Ni hablar de los animalitos y el tema ambiental.
Así como Petro, El Externado me hizo entender que no vivo en una caja de cristal como pensaba que vivía en el colegio, acá aprendí lo que es que una persona llegue en cicla –y no porque esté de moda dejar el carro en la casa o ayudar al medio ambiente, sino porque lo que ahorra en transporte lo puede utilizar para fotocopias–, lo que es que una persona llegue en Transmilenio, en su carro o rodeado de escoltas.
Con esto, busco hacer entender que uno no tiene que ser un resentido social, mamerto, guerrillero, castrochavista alejado del mundo –como la ignorancia le dice a los que tenemos pensamientos encaminados a la izquierda–. Yo me pregunto, cuál resentido social si estudié en uno de los colegios con más nombre en Bogotá, si estudié en una de las Universidades privadas más prestigiosas del país –en cual cuento con la suerte de ser del exclusivo 7% de colombianos que terminan su pregrado y entran a un posgrado–, si gracias a Dios y mi papás tengo un nivel de vida alto, si soy de otro exclusivo 20% de bogotanos que tiene carro, ¿Entonces? ¿Resentido social? Es cierto, suena prepotente decir todo esto, pero es la única manera de que entienda que no hay que ser “pobre” para pensar en el que tiene al lado.
En últimas, sé que hay críticas muy fuertes y muy bien argumentadas a la administración Petro, pero casi todas encaminadas a las cosas que no se hicieron para arreglar la vida de pocos, así es, de nosotros la minoría afortunada. En lo personal avalo lo que se denominó la Bogotá Humana, y sin ser apresurado, ¡Nos vemos en 2018!