15 de febrero de 2016
Alba Mileny Jojoa: “Soy Inga”
Por: Alba Mileny Jojoa
El 9 de febrero se celebró el año nuevo Inga. Esta etnia se ubica, en su mayoría, en el Valle del Sibundoy, Yunquillo y Condagua, en el departamento del Putumayo. También hay una población significativa en Nariño, Cauca y Bogotá. Para conocer un poco más de su cosmovisión y cultura, Alba Mileny Jojoa, estudiante FIGRI, escribió este artículo, con el propósito de explicar cuál es el significado de la indumentaria Inga.
“Soy el arcoiris en mi cuerpo”
Soy INGA… soy el vestido con el que se identifican mujeres, hombres, niños y ancianos de mi pueblo. Soy identidad, y en cada parte de mi cuerpo plasmo cultura e historia basadas en el tejido, figuras y colores. Provengo de la tierra y parte de mi existencia es gracias a los regalos que nos brinda la Pacha Mama. Estoy en la cabeza del abuelo, en la figura juguetona de un niño, en el vientre fértil de una mujer y en las manos trabajadoras de un hombre. Años atrás, al llegar los españoles a estropear mi territorio, sin saber la importancia y el respeto de mi gente con su tierra, los obligaron a asumir comportamientos y costumbres fuera de la cosmovisión que identificaba a cada indígena. Luego de un tiempo, pese al maltrato y al hostigamiento, mi pueblo se fue construyendo poco a poco recordando la importancia de ser Inga con orgullo.
A medida que pasa el tiempo, veo cómo los niños, a pesar de la violencia, crecen en medio de ríos y montañas, con sus pies descalzos y su mirada tierna, brincando sonrientes entre piedras, buscando semillas de colores para llevarles a sus madres, quienes pacientemente van hilando parte de mi historia; esa llena de sabiduría puesta en cada uno de ellos. Veo cómo estos niños se van convirtiendo en hombres y mujeres llenos de valentía, decididos a conocer otro mundo distinto, con tal de no ver el sufrimiento que causan grupos paramilitares en mi comunidad; enfrentándose al frío y pesado ambiente como lo es la cuidad, encontrándose con hábitos distintos a las de mi pueblo, dejándose llevar por las corrientes de la moda, la tecnología y otras cosas, perdiendo así sus costumbres y lo que los identifica, por esto es que tengo miedo a desaparecer.
Quiero seguir compartiendo día a día la simbología y narración que brotan de cada parte de lo que soy y de lo que poseo, partes llenas de relatos y memoria de mis ancestros, piezas que bailan al compás de los wuambras* y taitas*, acompañadas del sonido del río y del cantar de las aves.
“Soy yo… el mayor instrumento de la vida e identidad…”
Soy la pacha: (vestimenta principal de la mujer) visto de negro guardando luto a los que murieron por su tierra, cubro la figura pura y frágil de la mujer, represento la riqueza del petróleo y de los suelos, soy el elemento principal acompañado de collares, mantas y figuras de todos los colores.
Soy el cumbe: hilos de arcoiris, donde las mujeres tejen recobrando historia en cada una de mis figuras; me usan las jóvenes y abuelas para enrollar en su cintura manteniendo su vientre caliente, para no enfermarse. Uno de los símbolos más importante es el rombo, que significa “flor de vientre” o “mujer fértil” se llama así porque e ahí se une el hombre y la mujer, más la flor y el munay (el querer), así como esta figura, existen muchas más, cada una con su significado y su relato.
Soy la catanga: manta de colores que cobija el bello torso de las abuelas, soy esencial para la mujer madre indígena, quien carga al wawa (niño, bebé) en su espalda, dándole protección y abrigo, mientras ella limpia la chagra (cultivo), atiende a su esposo cuando llega de cazar y hace la chicha de maíz para toda su familia.
Soy walka: cubro el cuello de los hombres y las mujeres. Soy la esencia que resalta la belleza y la pureza de la mujer Inga, así como también la sabiduría del hombre ingano. Llevo todos los colores del arcoiris plasmado en un solo collar y figuras que representan los paisajes de la naturaleza, a los animales, en especial, al colorido guacamayo.
Soy el sayo: hecho de lana suave y sedosa, líneas perfectamente bordadas, con colores vivos que realzan su impetuoso carácter en medio de las montañas. Estos colores tanto el rojo, el azul y el blanco significan carácter, limpieza, paz, sabiduría, honor y lealtad por mi tierra. Soy el abrigo para muchos niños, soy identidad en los abuelos, soy esencial para los guerreros.
Soy el llaugtu en idioma, soy la corona: esencial en los médicos tradicionales y la autoridad de mi pueblo, llevo un magnífico plumaje colorido que representa la magia del yahé. Cuando los mayores hacen sus rituales en torno a esta bebida sagrada, me portan sobre sus cabezas en honor y agradecimiento a la Pacha Mama por la planta de la vida.
Mi pueblo, proveniente del sur de la amazonía colombiana, cultura del Haya Waska (Yagé),hijos del sol, protectores de la naturaleza, tejedores de arte, de oralidad y de espiritualidad. Ellos se han basado en entender y enseñar el verdadero significado que durante mucho tiempo he representado en cada uno de ellos, sin olvidar la importancia de preservar cultura e identidad.