Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales

25 de julio de 2014

No me desaires, por favor

Por: Adriana Rodriguez Saavedra

Lo que inició como una inquietud de un estudiante australiano de 23 años para llamar la atención de sus amigos ante el uso indiscriminado que hacían de sus Smartphones en detrimento de las relaciones cara a cara, se convirtió en una campaña denominada “Stop phubbing”, que ha venido ganando el interés de investigadores en los países desarrollados. En la misma línea, el psicólogo e investigador inglés Richard Balding afirma que esta “moda” es uno de los promotores más frecuentes del estrés, que lleva a los usuarios a tener comportamientos compulsivos. No se trata de ir en contra del teléfono móvil, sino de regular su uso cuando se está compartiendo un espacio público con otros.

“Stop phubbing

Los periódicos más importantes del mundo como The Guardian o The New York Times han prestado interés al movimiento “Stop phubbing”, pues consideran que el empleo desmedido del smartphone está conduciendo al aislamiento a la humanidad. Agregan que deterioran las relaciones interpersonales y es una muestra de mala educación.

Aunque sea paradójico, no deja de llamar la atención que sea un joven, Alex Haigh, quien, un día cualquiera, notó que sus amigos y él se reunían para hablar, pero cada cual estaba embebido en su teléfono móvil. Fue, entonces, cuando se percató que esta tendencia en lugar de acercar, aislaba. “Las personas prestan más atención a sus teléfonos que a ti… Es un problema mundial que requiere ser discutido”, dijo Haigh al periódico Publimetro (19 de agosto de 2013).

La campaña contra el “Phubbing” que significa desairar al interlocutor  mientras se observa el teléfono, tiene en su página de facebook una serie de indicadores para que los visitantes se percaten si están siendo prisioneros de su teléfono. Según Haigh, hay una tendencia a actualizar permanentemente los estados en facebook, subir fotografías a las redes sociales y chatear de forma permanente.

Frente a esta tendencia, los psicólogos ya hablan de nomofobia, que es el miedo a salir de sus casas sin el celular. Un estudio realizado por la Mobie Marketing Association (MMA), en el 2013, reveló que el 71% de los argentinos no sale de sus casas o de sus oficinas sin su teléfono. A ello se le suma la investigación realizada, en el mismo año, por el psicólogo Richard Balding, de la Universidad de Worcester, en el Reino Unido, quien afirma que el uso de los teléfonos inteligentes está ligado con el estrés que acumulan los estudiantes y los trabajadores, ya que existe una necesidad compulsiva en atender las alertas de mensajes y actualizaciones cuando escuchan el sonido. Dice que, inclusive, las personas llegan a sentir señales fantasmas, lo que indica que su nivel de estrés ha llegado al tope.

Sí al smartphone, no a su abuso

Como lo aclaró Haigh en su entrevista a Publimetro, “no es una guerra contra la tecnología, sino una sugerencia de que es hora de volver a evaluar la forma en que usamos nuestros teléfonos”. Para nadie es un secreto que un principio básico de comunicación es observar al receptor mientras se dialoga con él. ¿A quién le gusta sentirse reemplazado por un celular? La mirada es un lazo de comunicación con los otros, que indica el grado de interés y de atención que genera una conversación. Desairar, según el Diccionario de la Real Academia Española (RAE), significa humillar, desatender a alguien o desestimar algo. Es por ello que si bien la tecnología ha facilitado ingentemente la comunicación “con solo un click” —eslogan que más emplean los anunciantes—, también es cierto que debido al excesivo interés que algunos tienen por estar “pegados” al Smartphone, se pierden de la realidad que les rodea.

La psicóloga Sandra Castro, especialista en comunicación empresarial, recalcó para El Libre Pensador, que los teléfonos inteligentes se han convertido en una herramienta fundamental para el trabajo: “Se tiene la posibilidad de concertar citas o cancelarlas, se pueden efectuar reuniones por WhatsApp que pueden agilizar nuestro trabajo. Sin embrago, también pueden ser un  mecanismo de control implacable, hasta el punto de que el individuo pierde su privacidad. Es común escuchar en las empresas, que cada vez menos se tiene la oportunidad de compartir un espacio familiar tranquilo, sin que tu jefe se inmiscuya en él. Los jefes controladores han encontrado en los smartphones un aliado para vigilar a sus subalternos”.

También en el espacio laboral, estos teléfonos inteligentes distraen la atención de los empleados. Por eso, Castro recomienda que antes de iniciar una reunión es importante establecer reglas de juego claras, para que los encuentros sean eficientes: “Si los participantes de la reunión están pendientes de sus mensajes, llamadas, etc., en este espacio es imposible concretar el objetivo de la misma. La regla tiene que ver con la abstención: todos los teléfonos móviles deben estar apagados. Tanto por respeto, como por principio básico de comunicación: la voz y la mirada no deben ser reemplazadas”.