10 de febrero de 2016
Brasil: ¿una economía emergente a punto de sumergirse?
Por: Harry Fattah
El crecimiento de Brasil, en la ultima década, ha sido inferior al de los otros países en desarrollo y menor que el promedio de crecimiento de la economía mundial. Su Producto Interno Bruto (PIB) es considerablemente más bajo que el promedio de los países que componen los BRICS (Brasil Rusia, India, China y Sudáfrica), grupo que, se estima, representará gran parte del PIB mundial en 40 años. Las tasas de desempleo brasileñas, por su parte, son altas, alrededor del 10%, como también sus tasas de subempleo e informalidad. La situación del mercado laboral, en este orden de ideas, es una de sus más apremiantes problemáticas y un factor determinante en el desaceleramiento de su economía.
Ineficiencia estructural
El gobierno ha sido incapaz de promover el consenso necesario para regular el dinamismo de las inversiones realizadas por parte del sector privado en la economía, con efectos adversos, principalmente, en el sector de infraestructura. Por su parte, la normatividad de diferentes sectores, en general, es arcaica, situación particularmente crítica en el mercado de trabajo. Además, resulta bastante costoso el control del desempleo, como afirma la Comisión Económica Para América y el Caribe (CEPAL). Brasil, paradójicamente, invierte grandes sumas en el poder judicial, sin embargo, los procesos son excesivamente lentos, aspecto que puede desestimular la inversión.
Tiene, por lo demás, problemas por la ineficiencia en el sistema policial del país y, aunque la educación pública ha mejorado, lo ha hecho lentamente. Adicionalmente, se presentan disputas políticas internas en el gobierno federal, ya que ha impedido la autonomía en las decisiones para la inversión publica.
¿Una recesión anunciada?
Los años más críticos para Brasil han sido el 2014 y el 2015, con una contracción económica del 2.2% y una inflación del 14%. También, se estimó que el primer semestre del 2015 sería de carácter negativo, con respecto al PIB real, con una caída de más del 2% anual.
Desde el 2011, la economía de la superpotencia latinoamericana ha ido cayendo rápidamente, hasta llegar a ser el segundo país más pobre de los BRICS, luego de Sudáfrica. Anteriormente, ocupaba el tercer puesto, siendo superado por China y Rusia.
El crecimiento económico de Brasil, como potencia emergente, se debe, en gran parte, a la presidencia de Luiz Inácio Lula Da Silva. Durante su gobierno (2003-2010), la economía mostraba un crecimiento de entre el 4% y el 6%. Al finalizar la primera década del siglo XXI, el país carioca registraba un crecimiento del 7% anual.
Sin embargo, una vez Dilma Rousseff fue elegida como presidenta, la economía más grande y relevante de América Latina cayó en picada, circunstancia que ha generado numerosas protestas, por parte de los brasileños. Aunque Dilam Rousseff pertenece al mismo partido político que Luiz Inácio Lula Da Silva, no ha tenido los mismos márgenes de crecimiento económico de su antecesor.
Patrocinar eventos como el Mundial de Fútbol y los Juegos Olímpicos, ha provocado un daño colateral a la economía, pues, para muchos, destinar el presupuesto público para construir estadios, como el de la ciudad de Manaos, donde las personas no tienen, como actividad de ocio esencial, jugar fútbol, resultó innecesario y las ganancias obtenidas por el turismo, producto de los eventos, no suplen las principales necesidades del país.
Adicionalmente, el escándalo de Petrobras es responsable de la recesión económica durante el segundo trimestre del 2015, que se materializó con una caída de su PIB del 1.9%. Al respecto, es importante destacar que esta empresa es el diamante de la economía brasileña, ya que es una propiedad estatal, que contribuye, en gran parte, a su PIB. Las pérdidas de recursos monetarios, a raíz del escándalo, son estimadas en alrededor de 6.200 millones de Reales. Por naturaleza económica, una vez la inversión disminuyó, la deuda nacional aumentó, debido a que se necesitaban préstamos para suplir los gastos que llegaron acompañados de un aumento en las tasas de desempleo e inflación.
Un naufragio político-económico
Para concluir, la economía de Brasil se encuentra en una recesión, principalmente, desde el 2014, con el escándalo de Petrobras como uno de los mayores detonantes. Una posible solución sería la disminución del Estado brasileño, es decir, limitar su competencia en el sector público y privado, para que pueda aliviar la carga. También modificar la forma en que son asignados los poderes dentro del aparato gubernamental, aumentando la transparencia y la rendición de cuentas por parte de los encargados de políticas publicas, como lo hizo Luiz Inácio Lula da Silva en el 2003.
Los problemas económicos brasileños están íntimamente relacionados con la estructura política que poseen, en tanto el modelo económico del país lo hace vulnerable, porque las crisis económicas vienen, habitualmente, acompañadas de crisis políticas, sin mencionar que la gran desigualdad económica de Brasil genera problemáticas sociales agudas, reflejadas en las protestas. Todos esos factores sugieren que la inestabilidad política en Brasil es altamente probable. El tiempo nos dirá hasta qué punto dicha inestabilidad puede mitigarse.
Las presiones de la globalización y las necesidades económicas hacen que el Estado se convierta en un Gulliver amarrado. De ahí que los gastos del gobierno brasileño solo puedan crecer hasta el punto que la competencia globalizada lo permita
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