11 de noviembre de 2015
John Green: el nerd más punk del mundo
Por: Juan Esteban Osorio
John Green se viste como un nerd. Gafas, camisas de cuadros, corte de pelo diseñado por la abuelita, imagen del yerno deseado por cualquier suegra. Va a misa. Y se declara religioso y creyente. Estudió teología, entre otras cosas. Y sin embargo, el tipo tiene más de punk, anarquista y estrella del rock and roll que cualquiera. Los adolescentes lo aman, mujeres menores de edad le envían ropa interior, lloran cuando lo oyen, y le rinden pleitesía a su paso. La revista Time lo cataloga como uno de los 100 americanos más influyentes del momento. Sus ventas parecen las de un rockero exitoso. No habla de dinero, pero sus nietos no se van a tener que preocupar por pagar las cuentas de nada. John Green es el nuevo rey midas de la literatura adolescente en Estados Unidos y parte del mundo. Y parece no importarle.
Quién es John Green
Greene rompió los esquemas de los libros de adolescentes. Insiste que sus historias no están pensadas para adultos, y sin embargo hombres hechos quedan desechos por las lágrimas de “Bajo la misma estrella”, el romance de dos adolescentes cancerosos, una forma moderna de Romeo y Julieta, con respirador, prótesis, mutilaciones y mucho humor negro. De alguna manera, Greene ha sido el huracán que refrescó el sopor y el tedio de los libros para jóvenes.
¿Qué tiene de diferente lo que hace Green en libros como Ciudades de Papel, El Teorema de Katherine, Will Grayson, Will Grayson y Bajo la misma estrella?
Muchas cosas. Los adolescentes de estos libros fuman hierba, algunos son gays, otros tienen relaciones sexuales irresponsables, a veces sin condón, hay princesas que han pasado por alguna ETS recuperada, se masturban, dicen groserías y son terriblemente inapropiados.
Como los adolescentes normales.
Como la gente normal.
Después de una entrevista con el escritor nacido en Florida y residente en Indiana, publicada por youtube, el 50% de los comentarios empezaban por: “¿Se dieron cuenta de los madrazos de John Greene? Dice fuck! De hecho, creo que debió haber madreado más. Es muy cool!” Green logró el milagro con el que todos los padres de adolescentes y todos los directores de marketing del mundo sueñan: conectar con los adolescentes. Suena cursi, suena tonto, suena una historia de nerd.
Pero no es nada de eso. Green toma personajes reales y los vuelve de papel, historias cotidianas que se convierten en épicas de verano, perdedores legendarios se convierten en pequeños héroes por un rato. No escribe historias de: Chico- bueno-ignorado conquista princesa-imposible-mientras –le-pega-al-gorila-de-la-clase. Aunque algo hay de eso, va mucho más allá.
…para chicos y grandes…
John Green no escribiría el guion de American Pie, pero tampoco es el autor de Dawson Creek o Clase de Beverly Hills (síiiiii, muy noventas). Los personajes de Green tienen acné, dudas, erecciones imprudentes, culpas, miedos y ganas de comerse el mundo, aunque a veces se indigestan con trozos del tamaño de las islas Fidji. Los personajes de Green no son santos ni adolescentes modélicos. Se emborrachan cuando no deben, eructan, vomitan y emiten otras secreciones peores. A menudo son perras –desde el concepto anglo y colombiano de la palabra- y a veces ellos son unos completos desgraciados. Pero son reales. Son los amigos o las novias que uno quisiera tener o haber tenido. Él protagonista de El teorema ve a la niña de sus sueños y lo único que atina a decir es: “Aquella sonrisa podría acabar con guerras y curar el cáncer”. ¿Es cursi? Tal vez. Cuando uno tiene 17 años suele ser cursi. Cuando uno tiene 40 y está enamorado, es cursi. Así que resulta que es inevitable.
Green también puede ser triste. El muy infeliz mató a uno de sus personajes más importantes de uno de sus primeros libros. Tenía que hacerlo. Y entonces alguien, uno de sus amigos dice: “Irse es muy difícil… hasta que te vas. Entonces es la cosa más putamente fácil del mundo.”
¿Qué o quién es Green? Es el amigo grande que todos quisimos tener. El profe que uno extraña cuando se gradúa. El hermano mayor que todos añoramos. El que nos gustaría ser si alguna vez llegamos a grandes.
Parte del encanto de John Green es que no solo tiene a los adolescentes el respeto que se merecen, sino que los admira. Los reconoce invencibles, insoportables, maravillosos, exagerados, apasionados y súper héroes sin capa. ¿Sobredimensión? Puede ser. O justicia, para otros.
Cuando un grupo de amigos se sobrepone al dolor de la muerte de la Hembra Alfa del grupo y se levantan sobre sus cenizas; cuando dos muchachitos se burlan del cáncer, de la muerte y del miedo a perderlo todo por ganar un poquito; cuando un tipo de 17 años arranca en una camioneta a buscar el amor de su vida…. Sospechando que ese amor de la vida lo va a mandar a la porra o lo va a resolver con un beso en los labios y un –Vete-por-donde-viniste,… esas son odiseas que todos a los 17 evadimos, negamos o simplemente añoramos. O en el mejor de los casos las hicimos, pero perdimos. Y nunca tuvimos lo que se necesitaba para contarlas.
El talento de Green, entre muchos otros, está en saber contar la adolescencia sin la parodia de imbéciles adolescentes, pero tampoco son esos personajes de las novelas de Louise May Alcott (Mujercitas y Hombrecitos). Green crea mitologías épicas donde los adultos ven tonterías, sinsentidos y causas perdidas. De esta manera, el escritor les otorga a los menores de edad una esperanza de hacer historia…. Y a los adultos, les ofrece la añoranza envuelta en novelas sencillas, directas y honestas de 350 páginas.
No es el único que lo ha hecho. De unos diez, quince años para acá, existe toda una tendencia de honrar a los niños-adolescentes con la carga de ser los salvadores del mundo; el futuro del planeta reposa en las manos de unos imberbes que todavía no saben quiénes son ni para dónde van, pero deben resolver dilemas complejos que los adultos no pueden enfrentar. Y surgen sagas como las de Harry Potter, Juegos del Hambre, Divergente, Maze Runner, Crepúsculo, entre otros, entre sube y bajas de calidad. La diferencia de John Green sobre los demás, es que sus personajes no vuelan, no tienen varitas mágicas, ni colmillos traidores, ni deben afrontar futuros pos-apocalípticos. Lidian con el mundo real, y a pesar de ello, firman el mundo a su nombre.