19 de agosto de 2015
La nueva economía: al rescate del sentido común
Por: Ricardo Montaño Sánchez
Las más recientes publicaciones en economía, finanzas y negocios, parecen coincidir en un aspecto clave, al parecer Descartes tenía razón al afirmar: “El buen sentido es la cosa mejor repartida del mundo” pues se conocen hoy una serie de teorías, que a juicio de los expertos están modificando el conocimiento acerca de la forma en que tomamos las decisiones.
A esos nuevos trabajos ha dedicado un interesante estudio, The Conversation un sitio web de origen australiano, conocido en todo el mundo, que ha desarrollado con éxito una propuesta de difusión de los trabajos de investigación realizados en la comunidad de universidades, compuesta por al menos treinta miembros. El Libre Pensador atento a lo que sucede en el mundo las comentará para ustedes.
Ciencia exotérica
Uno puede en su condición de sujeto común y corriente declarase abrumado por la telaraña de datos, números y gráficas que usualmente acompañan las informaciones aparecidas en estas secciones en los periódicos y revistas; puede igualmente abandonar el intento de entender esta ciencia al considerarla esotérica cuando en realidad con un poco de esfuerzo se descubrirá su verdadera condición: es exotérica. Saltándonos las dos palabrejas lo que proponen estos expertos convocados por The Conversation, es proponernos a los consumidores de información, asumir la tarea destinada históricamente a los superdotados.
La economía nos afecta a todos, por eso es fundamental realizar el esfuerzo de comprenderla, no son temas para expertos, -como pensamos la mayoría-. Para entender cómo funciona el mundo de los negocios no se requiere un nivel de conocimiento inalcanzable para el ciudadano de a pie. Tampoco es información exclusiva para quienes aspiren a invertir en bolsa, todas son concepciones equivocadas. Baste un ejemplo simple pero real: si estamos ahorrando en un fondo de pensiones, somos de manera indirecta inversores, somos partícipes de operaciones fantásticas, pero no nos enteramos de ellas a menos que los gurús que están detrás de estas movidas fallen en sus cálculos, porque entonces tendremos que asumir las pérdidas. En nuestro nombre se tomaron decisiones que han creado una polémica que ya lleva 50 años. El debate se centra en el punto de la información, es decir si las decisiones que se han tomado para invertir esos fondos millonarios han tenido el soporte de una información suficiente. Como lo señala Justin Wolfers, entre los últimos hallazgos, se deben tener en cuenta, los que señalan que hay más sabiduría en las masas de lo que usualmente se cree, a la hora de tomar decisiones económicas o financieras.
Las decisiones financieras dependen de la mente
Esa información suficiente está relacionada con áreas de las decisiones relacionadas con aspectos sicológicos, más que con complicados malabares financieros o estadísticos y han sido recogidas en las teorías que han incidido en las nuevas maneras de tomar decisiones. Aparecen en la última década del siglo pasado, cuando los economistas Richard Thaler, Robert Shiller, y Andrei Shleifer fijan su atención en los mecanismos sicológicos de las personas que tomaban decisiones de inversión.
Estos a su vez habían sido inspirados por un sicólogo que había ganado el premio nobel de economía, Daniel Kahneman –el primero en conseguirlo-, para quien hay que tener en cuenta el papel de nuestro pensamiento intuitivo (guiado por nuestras capacidades de empatía y por nuestras propias emociones), como complemento de nuestro pensamiento lógico (guiado por nuestras capacidades de análisis y por nuestra experiencia) o en sus propias palabras: “tenemos dos vías de pensamiento: el Sistema 1, rápido, intuitivo y emocional, y el Sistema 2, más lento, esforzado y racional. El primero proporciona conclusiones de forma automática, y el segundo, respuestas conscientes. Lo peculiar es que, en la mayoría de las ocasiones, no reflexionamos sobre cuál de los dos ha tomado las riendas de nuestro comportamiento”.
Es cuestión de sentido común
Señala Kahneman en su reciente libro, “Pensar rápido, pensar despacio” que La teoría económica neoclásica sostiene que los agentes económicos actúan de forma racional en busca del máximo beneficio, pero los estudios conductuales han demostrado que nuestros juicios están cognitiva, emocional y socialmente condicionados. La mayoría de las veces sin que nos demos cuenta, como quien dice, los humanos no nos comportamos según lo han determinado los teórico del mercado.
Los expertos, los que son capaces de determinar con precisión que está sucediendo en una situación complicada -una enfermedad que nos aqueja, un desastre natural, un conflicto armado que parece eterno- y como salir indemnes de ella, se nos antojan una especie de magos modernos, pero en realidad no lo son o mejor dicho, están realizando una hazaña que igualmente podríamos ejecutar usted o yo. Basta con tener un oído normal, –el ejemplo es de Kahneman-, para detectar a partir de un casi imperceptible cambio en el tono de voz de la cónyuge, que está furiosa. Esa habilidad tiene por supuesto su nombre científico: percepción no consciente del Código Paralingüístico.
En serio, si aprendiéramos a usar las capacidades intuitivas cotidianas o sea, la sicología de la intuición acertada, podríamos comenzar a decidir mejor. Seguramente no vamos a repetir la conquista del mundo financiero como Crhis Gardner –cuya dramática historia inspiró la película En busca de la felicidad-, pero podremos decidir si aceptamos las tarjetas de crédito que nos ofrecen o nos liberamos para siempre de las deudas innecesarias. Puro sentido común.