9 de febrero de 2015
Roger Federer: Cómo un gran sueño se convierte en un triunfo
Por: María Paula Durán Romero
En la historia del tenis, siempre se han adquirido triunfos por parte de los jugadores de los tantos campeonatos mundiales que existen y han existido. No obstante, las prácticas, los entrenamientos surgen con ansia de seguir un sueño y de formar un ganador. En este caso, Roger Federer, un excelente jugador del tenis suizo, hizo historia, a través , de la mano de su recia esperanza y de su fe, pues siempre creyó que podía ser el mejor.
Los inicios de una leyenda del tenis
En 1997, Roger Federer era un joven de 16 años que rebosaba talento, pero tendía a perder los nervios. Seis años después, se arrodilló ante el público en la pista central de Wimbledon, tras cumplir un sueño acariciado desde la infancia. Esta evolución fue el resultado de su esfuerzo y constancia. El número uno del tenis mundial no derramó sangre, pero sí mucho sudor y también algunas lágrimas.
A los 15 años, cuando se entrenaba en el Centro Nacional Suizo de Tenis de Ecublens (cerca de Lausana), tuvo que plasmar sobre papel sus metas deportivas. Mientras otros compañeros aspiraban a convertirse en profesionales o clasificarse entre los 100 mejores, Federer declaró que aspiraba a batir a los diez mejores y convertirse en el número uno del mundo.
Roger Federer nunca ha sido ni extrovertido ni arrogante, pero sí ambicioso. Aun así, la calma no siempre fue un rasgo característico de su personalidad. En su entrenamiento solía tirar la raqueta al suelo, ya se pueden imaginar cómo quedaba la raqueta y la desesperación que sentía. En una entrevista a la cadena ESPN sports, mencionaba: “Cuando tenía 16 años me expulsaban de las sesiones de entrenamiento”.
A los 17 decidió acudir a un psicólogo deportivo, gracias a cuya ayuda pasó de un extremo a otro en el espectro psicológico, desde el carácter explosivo de un McEnroe hasta la compostura de una leyenda del tenis como fue el sueco Björn Borg. Lo que le diferencia de Borg es la reacción ante el éxito. En dicha entrevista Roger declara, tras ganar su primer torneo de Wimbledon,: “Hay tenistas que no sonríen cuando ganan, y hay otros que conservan la sonrisa durante semanas. Yo soy un tipo que deja que las lágrimas fluyan”.
Un éxito a punta de constancia en el esfuerzo
Federer ha sido muy constante en sus progresos. De campeón junior del tenis suizo en 1997, se convirtió en el ganador junior de Wimbledon en 1998. Pero el mundo realmente se rindió a sus pies, cuando en 2001 el tenista suizo derrotó al pentacampeón Pete Sampras en los cuartos de final del torneo de Wimbledon, único partido en el que se enfrentaron.
Siguió escalando rangos y el 6 de julio de 2003 se convirtió en el primer suizo que ganó un torneo de Grand Slam, tras su victoria en sets corridos sobre Mark Philippoussis en Wimbledon. “Fue como una enorme liberación. En aquel momento hubiera podido dejar de jugar al haber conseguido todo lo que me he propuesto. Todo lo que he logrado desde entonces es como una recompensa adicional “. (Entrevista, ESPN).
Federer tiene todo lo que necesita un tenista, dispone de una fuerza mental y de habilidades técnicas atléticas que lo conduce la victoria. Por otro lado, es resistente al estrés; dicha fuerza mental proporciona su habilidad para poder sobreponerse a él. En definitiva su dominio mental ha sido determinante para alcanzar sus triunfos. Roger, además, estudia a su oponente y reconoce abiertamente sus virtudes frente al deporte blanco, independientemente de que gane o pierda.
Ahora bien, Roland Carlstedt, psicólogo clínico y presidente de la ‘American Board of Sport Psychology’ menciona que Roger podría sentirse bajo presión al estar a punto de batir el récord del Grand Slam que consiguió Sampras. En ese momento el nivel de estrés también podría repercutir negativamente en un jugador como Federer, pero como se mencionó con antelación, él puede lograr el control sobre esta situación. Además, una persona que declaró desde su infancia ser el mejor del mundo, puede seguir abrazando otros triunfos. Nada es imposible para quien tiene un espíritu de ganador.