13 de enero de 2015
Editorial: Por un 2015 más crítico que nunca…
Por: El Libre Pensador
La tolerancia y el fanatismo nunca se llevaron muy bien. La semana pasada, el mundo fue testigo de uno de los ataques más duros a la libertad de prensa y de opinión. En Paris, nuestros colegas de Charlie Hebdo pagaron un alto precio por sus palabras y, por vocación, el Libre Pensador no podía pasar por alto estos eventos y sus fundamentos. Al igual que Charb, Wolinski, Tignous y Cabu, muchos periodistas y caricaturistas arriesgan su vida todos los días para aportarnos una voz disonante y ayudarnos a pensar, a reflexionar y a cuestionar nuestras creencias y convicciones. Sin estar necesariamente de acuerdo con lo que dicen, tenemos que combatir para que todos tengan el derecho a expresarse, como decía Voltaire, siempre en un ambiente de respeto y de paz.
Charlie Hebdo no es el típico medio masivo de comunicación. Fuera de cualquier consideración política, es uno de los últimos medios independientes que queda en nuestras democracias. Funciona gracias a lo que pagan sus lectores y muchas veces ha estado al borde de la extinción. Por qué? Por dedicarse a ridiculizar las contradicciones y los mensajes de diferentes grupos y lobbies potentes de la sociedad global. Entre ellos, los credos religiosos, los gremios políticos, los estados autoritarios o los fanáticos bien sean de fútbol, de Yahvé, de Cristo o de Allah. Durante los últimos días, se han realizado diversas marchas y muestras de apoyo a las víctimas del atentado perpetrado en Paris el 7 de enero de 2015 en el que murieron varios miembros del periódico galo. Pero también se observaron algunos intentos de tergiversar el mensaje que transcendía de estas reacciones populares a nivel global al presentar a Charlie como una publicación irrespetuosa e intolerante. Es necesario aclarar por qué.
Sí, Charlie Hebdo es debidamente ofensivo, arrogante e irreverente
En una época en que se maneja un lenguaje benevolente y políticamente correcto, los editores de la revista francesa se presentaban, y se siguen presentando, como los últimos defensores de una prensa distinta; satírica y ofensiva. Es cierto, este periódico cristaliza rencores y propicia ataques permanentes contra las creencias de muchas personas. A través de sus caricaturas, ha ridiculizado a muchos, se ha reído de todo con todos y, finalmente, ha generado enemistades más o menos fuertes en todos los sectores de la sociedad francesa y, desde ahora lo sabemos, de la sociedad internacional.
Sin embargo, es importante leer entre líneas la globalidad de las críticas expresadas por los caricaturistas de este periódico. En efecto, sus ofensas siempre han sido eclécticas. El propósito de los periódicos satíricos es precisamente confrontar a la sociedad con sus verdades aceptadas y sus debilidades. Al igual que pudieron hacerlo en Colombia personajes como Antonio Caballero, Vladdo o Jaime Garzon, en su época, su trabajo consiste en provocar risas y reflexiones entre los sectores sociales.
Charlie Hebdo, que estemos o no de acuerdo con sus conclusiones y sus posturas, representa esta otra clase de prensa. La que rompe los esquemas, la que choca con el ánimo de atacar a los fanatismos, a los integrismos y al establecimiento a través del mundo. Se le puede tildar de arrogante ya que, finalmente, se presenta a sí mismo como el detentor de una verdad alternativa y que alecciona a los demás.
Con sus palabras ataca a las religiones, a las iglesias y presenta la actualidad desde una perspectiva claramente atea e izquierdista (de la pura, la idealista). El islam, el cristianismo, el judaísmo, los mundiales de fútbol o los gremios políticos fueron sus blancos favoritos desde su creación. Pero lo fueron en igualdad de condiciones y sin ningún favor para nadie. Bien sea la izquierda o la extrema derecha francesa, bien sean Españoles o Estadounidenses, Colombianos o Iraquíes, todos han recibido el mismo trato. Y por esta razón sería un error letal tildarlo de intolerante. Es precisamente el hecho de no excluir a nadie en sus ataques lo que lo hace diferente e imprescindible para nuestras sociedades llenas de prejuicios y de propagandas de todos los colores, olores y sabores. No, Charlie no tiene compasión ni se ablanda ante nadie!
Mujeres y hombres contra el fanatismo, la propaganda y la guerra
La sociedad no avanza sin este tipo de obras. La democracia está hecha de estos cuestionamientos permanentes y los necesita para mejorar. Muchos criticaron a Charlie Hebdo por sus blasfemias, ofensivas y abusivas, en contra de las creencias y la fe de muchos musulmanes o de muchos católicos. Pero estas posturas son las mismas que condujeron a la caída de imperios y de dictaduras. La Primavera Árabe nació de una fuerte oposición al orden establecido. La Revolución francesa también al igual que lo hizo el proceso de independencia de EEUU o el de América Latina. Si no se hubiera dado esta crítica a la religión y a las estructuras religiosas, la ciencia no habría avanzado jamás y la gente probablemente seguiría creyendo que la Tierra es plana. Tampoco hubiéramos podido estudiar el cuerpo humano y desarrollar la medicina hasta su punto actual.
La irreverencia es la forma primordial de la reflexión critica. Ser irreverente es, primero que todo, cuestionar una forma rígida de ver la realidad. Del irrespeto hacia lo admitido es que nacen los grandes descubrimientos; los que van más allá de lo que ya se sabe, o de lo que se cree saber. Obviamente, se debe ante todo mantener una cordialidad y un respeto por las convicciones ajenas. Pues la libertad de unos debe terminar dónde parte la de otros. Pero la crítica impone, a veces, chocar con las más profundas creencias para poder crecer y renacer de sus cenizas. Antes, se creía que los reyes eran los representantes de Dios en la Tierra y, por lo tanto, no se cuestionaba la monarquía. Hasta que se empezaron a burlar de los monarcas y de sus vicios en las famosas comedias del Renacimiento. Muchos creyeron que Dios iba a vengarse, pero quedó claro que al Señor no le molesta que seamos creativos y obremos por el fin del oscurantismo.
Y de ahí nace nuestra postura como libres pensadores. Charlie Hebdo nunca atacó la fe. Jamás intentó ridiculizar a los que creen en su Dios por más que su mensajero fuera Buda, Mahoma, Moisés o Jesucristo. Lo que Charlie ataca desde sus inicios es la estructura religiosa, al igual que lo hace con los Estados, las sociedades, las instituciones y los partidos políticos. Las critica y las ridiculiza como las estructuras humanas imperfectas que son. En realidad, si se toman las reacciones de las comunidades en su globalidad, se evidencian dos tipos, incluso entre las víctimas de su bullying sarcástico: los que NO las aceptan y las consideran ofensas graves, por un lado, y los que las toman por lo que son, criticas vitales a modelos sociales, por el otro. Esta distinción se da dentro del mundo árabe, con la publicación de caricaturas de apoyo a las víctimas del atentado, pero también entre el mundo Cristiano – la revista jesuita Etudes publicó algunas caricaturas en contra de la religión católica el fin de semana pasado – y demostró que la verdadera pregunta que sublevó este acontecimiento es la siguiente: somos capaces de reírnos de nosotros mismos y de nuestras estupideces?
La respuesta es obviamente diferente dependiendo de cada cual. Sin embargo tenemos que aceptar la crítica y la irrisión como partes integrantes del crecimiento intelectual y espiritual. Porque podemos estar en desacuerdo sin sentirnos ofendidos. Porque podemos reírnos de todo si aceptamos la crítica como una oportunidad en vez de considerarla una ofensa. Porque todos, a veces, somos Charlie Hebdo y como él mismo lo dice en su portada de mañana: “Tout est pardonné” (Todo está perdonado).
Por la libertad de la prensa y la libertad de opinión…
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mic.com – Here’s how Arab papers reacted to the Charlie Hebdo massacre
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