9 de octubre de 2019
Siria, un juego de estrategia
Por: Kevin Quiroga
El pueblo sirio vive un infierno desde hace siete años; han sido reprimidos por parte del gobierno encabezado por Bashar Al-Assad que busca perpetuarse en el poder. En el marco de la Primavera Árabe, nombre con el que se conocen las manifestaciones populares en el medio oriente y cuyo objetivo era la creación de regímenes democráticos, cayeron los regímenes autócratas en Egipto y Túnez, al igual que el dictador Muamar el Gadafi en Libia, lo que transformó las relaciones entre estos países con el resto del mundo.
El pueblo sirio, que ha venido intentando incluirse en ese grupo de países, se ha mantenido en una lucha constante para hacer respetar sus derechos; sin embargo, y a pesar de que la oposición al gobierno de Al-Assad ha recibido apoyo por parte de algunos actores internacionales, no han logrado transitar hacia la democracia.
La lucha en Siria, entonces, se ha convertido en una constante disputa por el poder en la que dos bloques chocan ferozmente y la población civil es la principal afectada; de un lado, el gobierno de Al-Assad y sus aliados: Rusia, China e Irán; y por el otro, Estados Unidos, Turquía y Arabia saudí que, aunque no mantienen tropas físicas en territorio sirio, si brinda apoyo económico, militar y estratégico a la oposición.
Frente oriental
Según Olga Lukashevich, en el Octavo Congreso de Relaciones Internacionales, Irán es una potencia regional con políticas exteriores nacionalistas, anti- estadounidense y anti-israelí, que busca el predominio regional ante sus rivales del golfo pérsico encabezados por Arabia Saudita, su principal aliado en la región desde 1979 es Siria, que es el puente de ayuda a hezbolá. El apoyo incondicional que Teheran le da a Siria se debe a que una eventual caída del régimen podría conllevar a que la mayoría sunita vote por la sociedad de los Hermanos Musulmanes, anti-iraníes poniendo así en riesgo la estabilidad política de ese país.
Por otro lado, Rusia es aliado de Irán por sus visiones similares en política exterior. También para Moscú, Siria es un punto geoestratégico fundamental ya que en el puerto de Tartus queda su única base naval en el mar mediterráneo. Es importante añadir que Rusia busca que el gobierno sirio mantenga el orden interno con el objetivo de impedir que terroristas de ese país se vinculen a grupos extremistas islámicos en el Cáucaso ruso que es la región más conflictiva de ese país.
Ahora bien, China pretende fortalecer su presencia en el Golfo Pérsico, al igual que en mar mediterráneo, por lo que prefiere no intervenir en asuntos internos de Siria, lo que es coherente con su política exterior.
Oposición internacional
Estados Unidos, aliado indiscutible de Israel, busca que Al-Assad renuncie al poder ya que lo considera un presidente ilegitimo. Tras la llegada del Estado Islámico, el gobierno de Barack Obama tomó acciones ofensivas contra ese grupo terrorista aunque mantuvo la comunicación con Siria; sin embargo, con el actual gobierno de Donald Trump la situación se volvió a poner tensa. El analista internacional Carlos Pérez Zeledón afirma que “sin separar a los terroristas y a la oposición siria no será posible regularizar el conflicto en forma duradera” y aclaró que las constantes comunicaciones entre Rusia y Estados Unidos son la clave para la solución de los problemas en el país árabe.
Las relaciones entre Turquía y Siria están en crisis a consecuencia de la postura que tomó el primero frente a la guerra del segundo. El gobierno de Al-Assad acusa a las autoridades turcas de brindar apoyo a la oposición siria y empeoro la tensión cuando ordenó a su ejército atacar poblaciones fronterizas turcas.
De otra parte, Arabia Saudita tiene estrechas relaciones con Estados Unidos en temas político-comerciales y de seguridad interna. Con respecto al conflicto sirio, han aceptado el plan de paz presentado por Kofi Annan y han sido uno de los principales apoyos de la Liga Árabe para buscar la solución a la situación siria, imponiendo sanciones.
La postura estadounidense que estaba siendo cada vez más proclive a la negociación con al-Asad para poner fin a la guerra civil en Siria y frenar el avance del Estado Islámico en Medio Oriente, se ha ido diluyendo; el nuevo gobierno de Donald Trump ha tomado medidas contra el régimen por sus ataques con armas químicas lo que también ha producido tensión con algunos de sus aliados.
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