Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales

10 de febrero de 2020

¡¡No aprendieron economía!!

Por: Santiago González

El consejo del ex Alcalde de Bogotá Enrique Peñalosa, en donde invita a la nueva Alcaldesa Claudia López a ser responsable y aumentar en $100 el pasaje de Transmilenio, no solo es perjudicial para la economía y carente de cualquier concepto técnico real, sino irresponsable y poco sensible con el ciudadano representativo: el ciudadano de a pie.

Empecemos por mencionar algunas cifras de la realidad económica del país: 1. Cerca del 50% de colombianos que se encuentran dentro de la formalidad laboral, sobrevive con un salario mínimo; 2. Alrededor del 19% de colombianos asalariados, vive con menos de un salario mínimo; 3. Colombia tiene una informalidad laboral según el DANE del 47%, pero hay estudios de instituciones académicas como la Universidad del Rosario, en donde manifiesta que puede haber hasta el 65% de informalidad; 4. Del total del salario mínimo, el rubro de transporte es uno de los que más porcentaje se lleva: entre el 20% y 30%; 5. Alrededor de solo el 20% de bogotanos tiene carro; 6. Según Portafolio.co en su nota del 10 de junio de 2019 , por cada persona en la clase alta hay más de 33 personas pobres y vulnerables[1].

Ahora bien, y con el panorama nacional/local claro, el argumento que daba el alcalde Peñalosa en su momento era: no subir las tarifas del transporte público, implica que se les saquen recursos a rubros como el de la educación y la salud, para financiar el de transporte. ¿Cuál es el problema con esta afirmación?, que está contemplando dos cosas que en principio para el alcalde son irrefutables: 1. Los sistemas de transporte deben ser autosostenibles; y, 2. No se pueden sacar más ingresos de ningún otro lado.

Los argumentos en los que se sostiene Peñalosa son completamente falsos debido a que el Transporte Público si debería (y sí podría), ser subsidiado y no ser autosostenible. Esto lo podemos observar en muchos países industrializados (por no decir todos), y en otros cuantos que se encuentran en vías de desarrollo.

En este sentido, subsidiar el transporte público es conveniente: el Efecto Mohring muestra básicamente que la mayor demanda por tarifas subsidiadas conduce a frecuencias de servicio más altas, lo que disminuye los tiempos de espera de todos los usuarios. De igual manera, subsidiar el transporte público contrarresta externalidades negativas como la contaminación, la accidentabilidad y la congestión, sumado a que este tipo de subsidio es redistributivo ya que beneficia a la población de menores ingresos, que finalmente, son los usuarios del transporte público.

En cuanto a que no hay ingresos y que por eso tocaría subir tarifas o sino recortarles presupuesto a otros rubros para subsidiar el transporte, hay que decir que esto solo es real en la medida en que se mantenga el mismo sistema de cobro de impuestos. Hoy en día se plantean dos soluciones: La primera es la que siempre he defendido y es la Progresividad Tributaria, y la segunda es lo que se denomina el Contamination Tax que básicamente dice que los vehículos que más contaminen deberían pagar más impuestos. Con esto, se subsidiaría sin problema la tarifa del transporte público permitiendo así, que el ciudadano más humilde destine sus recursos a otro rubro.

Por consiguiente, aumentar las tarifas del transporte es perjudicial para la economía e irresponsable con el bolsillo del ciudadano representativo: 1. A medida en que aumenta el pasaje en transporte público, se empieza a equiparar con los costos del transporte privado, llevando así al consumidor a preferir optar por una moto, por ejemplo; 2. Como lo mencionaba antes, el transporte público es el transporte de la mayoría. Solo cerca del 20% de bogotanos tienen vehículo, y tarifas altas no incentiva a bajarse del carro; 3. A raíz de esto, se genera una pérdida de competitividad del transporte público frente al privado; 3.1 Mayor consumo de combustibles fósiles; 3.2 Mayor contaminación del aire; 4. Si la Alcaldesa Claudia acepta subir el pasaje en $100, sería un aumento del 4%[2] (y eso es más que la inflación), quitándole así aún más la capacidad adquisitiva al ciudadano de a pie que gana el mínimo; 5. Que se caiga la capacidad adquisitiva, se traduce en que se cae la capacidad de consumo. Si una economía no tiene consumo interno, simplemente se cae. El PIB siempre va a disminuir más aún cuando es la mayoría la que se ve afectada porque es esta la que dejará de consumir por cubrir el aumento de la tarifa; 6. Y, por último, si se cae el PIB tampoco habrá ni para salud, ni para educación, ni para nada.

Algunos pueden creer que la propuesta de cobrar impuestos es mala porque aparte de ser impopular, ya están cansados de pagar “muchos” impuestos. Esta afirmación es falsa. De hecho, según el Subsecretario de Movilidad, Andrés Felipe Archila, en su nota de la Silla Vacía, muestra como los que somos propietarios de vehículos solo contribuimos con unos $4 billones en impuestos por año, pero demandamos entre $13 y $22 billones por año en la construcción de vías y mantenimiento de estas (y esto sin contemplar algunas de las externalidades como las que se mencionaron).

Finalmente, a los que estaremos llamados a gobernar, un llamado a la empatía. Pensemos en país y pensemos en la realidad en la que vivimos, porque quizás así, si lleguemos a ser una mejor sociedad.

@SantiGonzalezO

[1]  Un hogar promedio en Colombia: tres personas. Dos padres y un hijo. Suponga que, como la mayoría, los dos padres trabajan, y cada mes, entre los dos suman ingresos por 8,9 millones de pesos, con los que viven junto a su hijo. Con ese ingreso, esta familia alcanza a ser de clase alta.
[2] Se toma como referencia el Valor Actual del pasaje que es $2.400 y se supone Valor Final $2.500 según aumento de $100. De esta manera, VF-VA/VF nos revela el aumento.

 

Recomendados Libre Pensador:

Portafolio – Lo que debe ganar para estar en la clase alta del país

Herbert Mohring – Optimization and scale economies in urban bus transportation

La Silla Vacía – Las cuentas de la movilidad para la Alcaldía de Bogotá