11 de agosto de 2014
Lo que debieran enseñar las universidades
Por: Ricardo Montaño
En la sección Estilo de Vida de la revista The Week aparece un artículo firmado por Eric Barker “ladrando al árbol equivocado” en el que plantea, o mejor invita a los lectores a plantearse una pregunta acerca de si están sacando el mayor provecho posible a su vida. La pregunta y el artículo se basan en el libro Just Enough de Howard Stevenson y Laura Nash ilustres miembros de la Harvard Bussines School.
La pregunta, que por sí misma es importante, adquiere mayor relevancia por el escenario en que se formula; una de las universidades más importantes del mundo. Y es que ésa es una coincidencia impresionante, esa pregunta acerca de si debe la universidad abordar temas como cuál es la mejor manera de vivir la vida, rondaba la mente un recién egresado de la universidad de Poitiers en 1618: “he sido educado en las letras desde mi infancia y yo tenía un deseo enorme de conocerlas, porque se me había persuadido de que por su medio podía uno adquirir un conocimiento claro y seguro de todo lo que es útil a la vida”
Parece que es una inquietud bastante vieja, y sin embargo sigue siendo una cuestión importante si los contenidos teóricos debieran tener utilidad práctica en los problemas de la vida. El exministro, Juan Carlos Echeverri lo deja entrever en su artículo nuestros estudiantes: “Hay una fatal deficiencia en al menos la mitad de los jóvenes para enfrentar problemas difíciles (…) el pensamiento lógico para ordenar problemas prácticos es reemplazado por frases hechas”
Cuatro son los indicadores que la revista establece para medir el nivel de provecho que estamos sacando de la vida:
¿Estamos aprendiendo a vivir felices a disfrutar del milagro de la vida?
En el caso colombiano según la revista semana, la felicidad no es un estado de bienestar y plenitud cercano a la perfección , sino la estrategia con la que enfrentamos la tragedia de nuestra realidad. Queda claro que no se trata del éxito exclusivamente económico, sino del logro de unas metas mínimas de bienestar y satisfacción. Entonces la felicidad para los colombianos es una estrategia para vivir mejor, y crear espacios mínimos vitales satisfactorios.
¿Realmente somos conscientes de los logros alcanzados?
No se trata por supuesto de que tan cerca estemos o hayamos estado de los grandes héroes de la humanidad, de la dorada cima del triunfo, sino de que valoremos en su justa medida los logros personales en la medida en que representan pequeñas hazañas, significativas especialmente para aquellos que las logramos, independientemente de que obtengan o no un reconocimiento en los periódicos o en el noticiero de la noche. Quizás nuestros triunfos nos eleven a la calidad de héroes solamente para nuestro reducido núcleo familiar, pero eso debería bastarnos.
¿Hemos construido relaciones sólidas? ¿Tenemos amigos?
De pronto como muchos seres humanos hemos padecido en algún momento la peor de las soledades, que consiste en sentirse terriblemente solo en medio de mucha gente. Deberíamos saber con claridad si hemos impactado positivamente y profundamente a las personas que amamos y si con base en ello hemos tejido relaciones sólidas de amistad que no estén al vaivén de las vicisitudes de la vida. ¿Con cuántas personas cree usted que cuenta?
El Legado, ¿Ayudas a otros a encontrar su camino a la realización y al éxito personal?
Si hemos sido bendecidos con una buena vida, nos hemos superado y desarrollado, es importante pensar en la herencia que dejamos, no quizás en la gran “entrega final” sino en las pequeñas donaciones diarias. Yo mismo he recibido el apoyo de muchas manos generosas en diversos momentos de mi vida, es quizás la hora de devolver algo y puede ser ayudando a otros a ayudarse a sí mismos.
La clave según este interesante análisis es una inteligente combinación de factores y el descubrimiento de un error común a diversas sociedades, posponer la felicidad, pensar que está al final de la tremenda escalada de la vida, cuando en realidad se halla en el mismo hecho de escalar.
Barker se vale de un ejemplo simple pero contundente, posponer el disfrute de la vida es como posponer el disfrute del sexo, hasta alcanzar un hipotético estado de perfección en la relación, punto en el cual, creo que todos estamos de acuerdo en que no tiene sentido. ¿Hemos pensado desde la universidad cómo vivir mejor la vida?