11 de agosto de 2014
La herencia Africana en Colombia
Por: Valentina Marín
La iniciativa llevada a cabo por el Ministerio de Cultura de declarar el mes de mayo como el mes de la Herencia Africana pretende resaltar la importancia de las raíces afro y su legado cultural en el país; sin embargo, es difícil creer que la relevancia que se le pretende otorgar a estas comunidades vaya más allá del simple discurso, dada la realidad social en la que se encuentran.
En 2011 el Ministerio de Cultura declaró mayo como el mes de la Herencia Africana, con el objetivo de contribuir a la “visualización y el reconocimiento del aporte de las comunidades Negras, Afrocolombianas, Palenqueras y Raizales a la sociedad colombiana”. Asimismo, busca facilitar, mediante su programación, el acceso de la comunidad académica a los diferentes estudios sobre la diáspora africana, el racismo, la discriminación y la política pública diferenciada, profundizando en la historia, la geografía humana y el desarrollo cultural presente en los afrodescendientes.
Comunidad de innumerables riquezas
El tema de la diáspora africana, por lo general, es estudiado desde el punto de vista de la esclavitud y el sufrimiento, dejando a un lado la importancia de sus innumerables aportes culturales que han permitido que Colombia sea hoy un país rico en sabores, sonidos, rituales y danzas. El momento clave para entender el arraigo de estas colectividades en la sociedad colombiana está enmarcado en los procesos de reintegración étnica, cuando personas de igual o similar procedencia volvieron a encontrarse en escenarios distintos a los de su cotidianidad africana, lo que sirvió como génesis de nuevos sistemas culturales afroamericanos.
Por esta razón, a lo largo del territorio colombiano se encuentran comunidades como el Palenque de San Basilio siendo uno de los ejemplos más significativos de la cultura africana en tierra colombiana, en donde aún predominan las tradiciones heredadas hace varios siglos y en medio de tambores, danzas y colores pareciera que el tiempo no transcurre.
Por otro lado, están las comunidades que se encuentran esparcidas por el resto del país y se funden con el día a día colombiano, las cuales hacen presencia en: el Corredor Pacífico Colombiano, el Magdalena Medio, el Valle del Cauca, la costa Caribe, San Andrés y Providencia. Donde, a pesar de los contrastes que pueden encontrarse entre éstos y los palenques, las tradiciones africanas aún predominan y dejan de ser exclusivas para arraigarse en la cotidianidad del resto del país. Entre los ejemplos más comunes de los cuales se puede hacer mención, se encuentra el mapalé, la salsa, la cumbia, el vallenato, el bullerengue, el carnaval de Barranquilla, entre muchos otros.
Exclusión económica y social
A pesar de lo enriquecedora que ha sido la herencia africana en el país, la realidad a la que se enfrentan estas colectividades no concuerda con los inmensos aportes que han hecho. A nivel económico, se destacan, según el DANE por tener los peores indicadores en pobreza, miseria y distribución del ingreso, teniéndose que enfrentar al racismo y la discriminación dentro de un país que pregona su pluralidad étnica y cultural.
En conclusión, el reconocimiento de las comunidades Negras, Afrocolombianas, Palenqueras y Raizales, como lo expresa la Constitución de 1991, es imprescindible en la conceptualización del país como un ente diverso en su multiculturalidad. Más no es suficiente para que las tradiciones prevalezcan y no sean dilapidadas bajo los sistemas de educación retrógrados y la primacía del consumo, que hacen que la iniciativa del Ministerio de Cultura pareciera no tener mayor relevancia a falta de hechos que ayuden a preservar y a generar un sentido de pertenencia real por la diversidad que cimienta a Colombia como el país que es y podrá ser.
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