22 de noviembre de 2015
Colombia: esta vez, sí es
Por: Guadalupe Orjuela
“Habrá futuro”, lo dijo Luis Carlos Galán, lo repitió Cesar Gaviria y lo aclama el pueblo colombiano.
El 4 de septiembre de 2012, hace 3 años y 2 meses, se prendió una vela con optimismo, hace 3 años y 2 meses la luz de la esperanza comenzó a brillar con fuerza, 3 años y 2 meses, se inició un Proceso de Paz, con un único objetivo: cesar una guerra de más de medio siglo. El pasado miércoles, 23 de septiembre, se dio a conocer al mundo, lo que hoy debe ser una meta y una alegría para Colombia entera. Se firmó el punto sobre justicia y víctimas, definiendo el funcionamiento de la justicia transicional, para llevar a cabo el debido proceso de castigo y juzgamiento de uno de los grupos guerrilleros que más ha desangrado al país: Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia -FARC.
La verdad en el centro de la negociación
Verdad, justicia, reparación y no repetición, son las claves del futuro acuerdo de paz, que mediante un tribunal especial, no solo se juzgará a más de 6 mil guerrilleros de las FARC, sino a todos los actores del conflicto armado. A su vez, y a diferencia de Justicia y Paz, no se contempla la doble instancia e inmediatamente después del fallo del tribunal, las sentencias quedarán en firme.
Con este acuerdo, se planteó lo que para el posconflicto en Colombia se entiende por impunidad; se reitera la necesidad de la verdad para hacer justicia; se confirma que la violencia no se puede medir mediante estadísticas, sino mediante testimonios de vida; y se califica al dialogo como una mejor ruta de escape que el -Plata o plomo- acostumbrado en este país.
La justicia se planteó al rededor de la verdad y la reparación de las víctimas del conflicto. Por ello, sesenta víctimas tuvieron la oportunidad de viajar hasta la Habana, Cuba, para dar a conocer su punto de vista acerca de la negociación en general, y hasta el momento, se han recibido más de 4.000 propuestas de estas. Aún, cuando no se conoce la verdadera trascendencia de estas propuestas, es la primera vez que los afectados directamente ejercen participación y le dan con ello, legitimidad a los diálogos. Las víctimas pidieron verdad, que se su efectiva inclusión en el posconflicto, que ser reconozcan los responsables de los crímenes, y que se les garantice la compañía y el apoyo de la sociedad en lo que sería una reivindicación para el pueblo colombiano.
La noticia de la creación de un bloque de búsqueda y verdad de personas desaparecidas, reafirma la esperanza que tienen las familias de las víctimas y su rol en el proceso. El conflicto armado colombiano ha dejado cerca de 50.000 desaparecidos, que serán la razón de ser de esta nueva disposición de las negociaciones que utilizará datos del ejército, la policía, grupos guerrilleros y sociales en general.
Participación política de los desmovilizados y la oposición en Colombia.
Adicionalmente, el acuerdo establece que los guerrilleros desmovilizados tendrán la capacidad de participar en política tras la entrega de armas. Este punto es uno de los más atacados por la oposición, que lo catalogan como un acto de doble moral y de irresponsabilidad por parte de los miembros de la mesa de negociación y del gobierno colombiano.
Según Navarro Wolf, en 1990 se desmovilizaron exactamente mil guerrilleros del M-19. En aquella oportunidad, la participación política también era un protagonista primario de la negociación y aunque hoy son muy pocos los ex guerrilleros del M-19, presentes en la política colombiana, prima la calidad sobre la cantidad: Vera Grabe, Antonio Navarro Wolf, y Gustavo Petro, son solo algunos de los exponentes de la participación en política, sin armas que se logró con ese proceso de paz y cada uno de ellos ha sobresalido en las labores públicas que han desarrollado.
La oposición no solo rechaza la posible participación política que vayan a tener estos desmovilizados, de hecho, en cabeza del Senador Alvaro Uribe Velez, afirma que el gobierno, y con él el país, se esta arrodillando ante la guerrilla. El ex presidente también cuestionó el cese de fuego unilateral por parte de las FARC asegurando que eran engaños y que al pueblo colombiano se le estaban ocultando puntos importantes de las negociaciones.
Si tan solo en lugar de ofrecer dádivas por el número de cartuchos disparados o el de muertos en combate (conocidos como positivos de guerra) a cada militar se le ofreciera un monto de dinero cada vez que se evitara una muerte, o cada vez que promoviera la paz, las cosas podrían ser diferentes.
El avance que se ha conseguido hasta el momento no puede dar marcha atrás y es labor de todos los colombianos predicar y aplicar la paz. Dicen que no se puede cambiar el mundo como se conoce, pero con un solo acto altruista, se le puede cambiar el mundo a una persona, o a una familia. Por ahora, el 23 de marzo del 216 sigue siendo una ilusión del pueblo colombiano, que hoy empieza a pensar que habrá futuro.