27 de septiembre de 2019
¿El retorno del Fascismo?
Por: Ana Maria Arango
Las elecciones legislativas en Estados Unidos, que el gobierno Trump entendió como una victoria, dejan el senado en manos republicanas y una cámara demócrata, es decir, son el reflejo de la polarización estadounidense. Eso no es del todo nuevo, lo que sorprende es el radicalismo que ahora define a buena parte de la derecha de ese país.
Lo mismo pasa, en mayor o menor medida en el resto del planeta, y ahí, en América Latina.
El triunfo de Bolsonaro en Brasil debería encender las alarmas democráticas del mundo, porque una cosa es la extrema derecha conservadora, pro statu quo, que enarbola las banderas religiosas en un llamado a la moral y al nacionalismo. O otra cosa es el fascismo que da un paso más allá y busca el cambio, pero un cambio enmarcado en la xenofobia, la aporofobia, la homofobia. Desde el discurso mismo atenta contra los derechos de las minorías, generaliza la violencia como herramienta política, limita las libertades y atenta contra la democracia y el Estado de derecho. Con Bolsonaro, las diferencias entre derecha, extrema derecha y fascismo se comienzan a acortar.
La gente parece no aprender de la historia.
La crisis económica y de corrupción fue lo que produjo el surgimiento de gobiernos como el de Hitler, Mussolini y Stalin. El triunfo de Bolsonaro en Brasil podría explicarse, además, por la corrupción.
En Colombia, donde el mercantilismo es el rey, la corrupción y los problemas económicos también han empujado, el advenimiento de los radicalismos, aunque no al extremo del vecino. Pero la situación de Brasil debe mantenernos alerta, no solo porque es la novena economía del mundo y el país más grande de la región, sino porque su cercanía con Colombia, tanto geográfica como comercial, la convierten en una amenaza para nuestros frágiles valores democráticos y nuestras bien restringidas libertades.