30 de julio de 2015
¿El mundo es de los jóvenes?
Por: Juan Esteban Osorio
Estos son unos pocos ejemplos de hombres –perdón por el sexismo involuntario- que les tuvo sin cuidado palabras como cumpleaños, vejez y jubilación. Aquí algunos ejemplos de artistas e intelectuales que desafiaron y aún lo hacen, la ley de la compostura, el ser abuelos normales y el orden natural. La poltrona de los atardeceres cansados se la legaron al perro. La palabra retiro nunca figuró en sus palabras más comunes de búsqueda.
Los que se fueron
Del cine. Manoel de Oliveira es un nombre que a la mayoría de los jóvenes no les dice mayor cosa. Portugués, cineasta, exitoso, tiene una abundante cinematografía con un estilo propio, existe una forma de hacer películas a su nombre: teatral, exagerado, dramático. Tenía una disciplina en su arte, que muy pocos han logrado: a los 73 años decidió dedicarse de lleno a la dirección de cine. Entre el 2000 y el año de su muerte, 2015, rodó 13 películas. Casi una película por año. Y no fueron producciones menores: bajo su lente pasaron desde John Malkovich hasta Catherine Deneuve.
Don Manoel murió a los 106 años, mientras trabaja en una película. Dejó viuda a María Isabel Brandao de Meneses de Almeida, su esposa por 75 años, hoy frisando los 97. Su hija menor anda por los 67. Los que lo conocieron lo recuerdan como un hincha furibundo del Porto (el mismo que hizo grande a Falcao y a James), un señor apasionado por el cine y por la vida misma, con el alma de un adolescente, y el oficio de un señor de su edad.
El músico. Lou Reed tuvo la corona durante mucho tiempo del reinado de los freaks del mundo, en su capital Nueva York. Amigo cercano de Andy Warhol –al artista fue manager de su grupo The Velvet Underground-, desarrolló una carrera extrema, llena de desniveles, de adicciones, excesos, de historias de la NY menos glamurosa, una ciudad sórdida, sucia, oscura, decadente y claro, terriblemente atractiva. Reed se curó de sus adicciones, inscribió en el rock algunos himnos –Perfect Day, Sweet Jane- y creó todo un imaginario alrededor de su mayor éxito, que pasó a ser una frase que describió un mundo y una forma de vida: Walk in the Wild Side.
Reed murió en el 2013. En el 2008 acompañó a The Killers en una canción; se unió a Damon Albarn para grabar un tema con Gorillaz y en el 2011 grabó Lulu, un disco oscuro y rabioso con Metallica. El crítico Mark Deming lo retrató así: “Lulu suena como una sola canción, amarga, una diatriba rencorosa en la que Reed derrama litros de bilis hechas letras, en su mayoría sin molestarse por la rima y con raras excepciones, no canta: murmura, grita o ladra como una bestia feroz”. La muerte lo cogió en una sala de cirugía mientras le intentaban un transplante de hígado, del que esperaba salir para una gira por el continente americano.
El líder. Stéphane Hessel nació alemán y judío en 1917 una mala combinación para ser joven en 1939. Fue detenido, hecho prisionero y torturado por la Gestapo, en Buchenwald. Huyó a Francia, donde se nacionalizó y se unió a la resistencia francesa. Stephane nunca se quedó quieto. Además de militante por la libertad y contra el nazismo, como diplomático participó de la redacción de la Declaración de los Derechos Humanos. Aprendió a jugar ajedrez de la mano de Marcel Duchamp, y por su casa desfilaban amigos de sus padres como Le Corbusier, el arquitecto del siglo XX, André Breton y Picasso, entre otros. Hessel habría pasado como una figura importante del siglo XX si hubiera inscrito su trabajo y su historia desde su trabajo diplomático. Sin embargo, incansable, a los 92 años colaboraba con la izquierda francesa al lado de personajes como Danny el Rojo y José Bové para influir en la política interna de su país. Pero en 2010 escribió su libro Indignez-vous! (¡Indignaos!), y dejó su nombre en el siglo XXI, cuando hizo un llamado a los jóvenes del mundo a levantarse de su pereza y apatía para contribuir al cambio de una sociedad harta de injusticia social y económica. Un viejecito de 93 años que se convirtió en un best-seller en la navidad francesa del 2010 , con una cifra de millón y medio de libros vendidos, cifra que envidiaría una estrella de rock, demostraba que de viejo solo tenía su carné de identidad, y que albergaba el espíritu de un tipo revoltoso capaz de sacudir estructuras, azotar mentalidades avejentadas e inspirar movimientos como los Indignados españoles (algunos sugieren que de su libro salió el nombre del movimiento), a los Ocuppy Wall Street y a los chilenos protestones de Camila Vallejo. Todos ellos, incluido la MANE colombiana, citan al francés como uno de sus ideólogos. Stéphane Hessel murió a los 95 años, en el 2013, con un legado que lo tendrá dando vueltas varios años más en el espíritu de tanto indignado que seguirá rondando por aquí.
Los que viven
Ahora, no todos los viejos maravillosos están muertos.
Leonard Cohen es un músico y poeta canadiense de Montreal, que después de años de encierro (a mediados de los 90 se recluyó como monje budista), decidió volver a coger carretera después del 2000. Las razones son de lo más desagradables. Su vieja amiga, Kelly Lynch, quien fungía de manager, lo traicionó. Y de pronto, este monje zen, que ha inspirado a escritores, músicos y rockeros desde hace 50 años, descubrió literalmente, que su plan de pensiones se lo había llevado su manager y mejor amiga. Literalmente, le esquilmó al menos 5 millones de dólares. Y entonces, Cohen, hoy de 81 años, a los 71, se enteró que solo tenía 150 mil dólares en la cuenta para su retiro. Y se desperezó, abandonó su retiro monástico, cogió la guitarra, se calzó su fedora, y puso a punto la voz más ronca del pop, para echarse encima un supuesto último tour. De 2006 a 2010 ofreció más de 200 conciertos. Recuperó 9 millones de dólaes. Y ya pasados los 78, siguió de gira por medio mundo, una vez recuperado el gusto por las presentaciones en vivo. Y sigue. Publica libros, poemas, nuevas canciones. U2 lo llama para regrabar junto a él, un clásico del canadiense. Shakira le manda saludos y se rinde a sus pies. El viejo poeta le contesta y agradece el saludo. Joaquín Sabina –que tampoco es ningún adolescente- hace un disco con traducciones suyas en castellano que interpretan rockeros españoles. Y Leonard Cohen, de repente, vuelve a tragarse el mundo como si fuera 1970, y siguiera siendo amante de Janis Joplin.
Woody Allen solo desde el 2000 hasta este año lleva 17 películas, casi todas con guion suyo. En medio de escándalos, escasez de recursos para sus películas, el cineasta neoyorquino por excelencia se ha sabido adaptar y ha salido a filmar en ciudades donde le garantizan los fondos para sus rodajes. Así que, a sus 65 años, y tras más de 20 películas sin moverse de Nueva York, se atrevió a trabajar en Europa, con éxitos rotundos como Match Point y Midnight in Paris.
A Mick Jagger (casi 72) y Keith Richards (71) les preguntan cuándo tienen pensado dar su última gira, y riéndose contestan – La próxima es la última! Por orden de su otorrino, Bruce Springsteen tuvo que reducir sus conciertos apenas a 3 horas, cuando estaba costumbrado a toques de 5 horas y más, pero su laringe estaba sacando la mano sin permiso del cantante.
Quedan muchos ejemplos entre el tintero, para futuros artículos.
Esto apenas es un repertorio de razones para pensarlo otra vez antes de decir que estamos cansados.
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