9 de octubre de 2017
“El arte no está hecho para otra cosa que para mover la insensibilidad humana…” (Reportaje, primera parte)
Por: Gabriela Moreno Rúa
“Si, cómo no, eso de que el mundo está hecho de átomos, sí sí, el mundo no está hecho de átomos, el mundo está hecho de historias, porque son las historias las que uno cuenta o las que uno escucha, que uno recrea, que uno multiplica, son las historias las que permiten convertir el pasado en presente y las que también permiten convertir lo distante en cercano, lo que está lejano en algo próximo y posible” Eduardo Galeano.
Pero, ¿cómo se teje una historia que ha dejado una sociedad resquebrajada y un sin fin de víctimas? ¿Cómo se teje entonces la paz en Colombia? ¿Es posible que aquello del pasado que se sigue reflejando en el presente, nos permita seguir adelante? ¿Hay iniciativas de la sociedad civil para ello? Sabemos que el conflicto colombiano tiene una vigencia de más de 50 años, una vigencia lo suficientemente prolongada para poner en enfrentamiento al Gobierno con diversos grupos al margen de la ley, alzados en armas o simples civiles. El porqué del conflicto no es fácil de definir. Se remonta a la inconformidad de un grupo de campesinos con el gobierno bipartidista de turno. Pero hoy en día la idea misma de lucha se ha tergiversado tanto, que el conflicto es la causa de un choque de intereses. La necesidad de controlar el territorio, la necesidad de tomar posesión de recursos naturales para financiar la causa armamentista, y el narcotráfico han desbordado hasta tal punto en donde hay masacres, secuestros, extorsiones y violaciones.
Y entre todas estas, nos preguntamos qué pasa con la sociedad civil, qué ha hecho y qué ha dejado de hacer para ayudar a la reconstrucción del tejido social, que cada vez se deteriora más. Dentro de esta cuestión no cabe duda que la sociedad civil se manifiesta de diferentes maneras, y entre la que nos interesa destacamos al arte, “el arte como expresión de los más profundos sentimientos por el camino más sencillo”, decía alguna vez Einstein. El arte que hoy en día se posiciona como uno de los recursos más valiosos y significativos que tenemos entre manos para darle voz a la memoria del conflicto y generar consciencia y empatía con las víctimas.
El teatro comprometido con la paz
Por eso hoy hacemos homenaje a los pequeños y grandes teatros que reivindican la memoria del conflicto y que permiten mover las fibras sensibles del público colombiano. Un excelente ejemplo de ello ha sido el Teatro de la Candelaria, que con una trayectoria de igual duración que el conflicto, hoy nos brinda una obra de teatro que rompe con la costra de la indiferencia y desde lo bello y emotivo nos invita a reivindicar los recuerdos de la guerra en Colombia. Esta pieza de arte se llama Soma Mnemosine y se concibe como una creación colectiva del Teatro de la Candelaria que a través del contexto de la violencia introduce, en medio de ello, el tema del júbilo y la fiesta.
Soma Mnemosine “es una indagación sobre el cuerpo que falta, el cuerpo ausente; una indagación comprometida que atraviesa los territorios más personales para acercarse a la imagen pública del dolor ante el hermano muerto […] Soma, es el nombre que ilumina lo que el espectáculo intenta hacer: no olvidar; a pesar de los horrores, a pesar de los desaparecidos y los asesinatos y los muertos, a pesar de las masacres que no se detienen” (Pineda, 2013, p.88).
La ficha técnica de la obra me llamó la atención, sobre todo por tocar un tema central en mi trabajo: el arte como manifestación del conflicto armado; y en este sentido decidí visitar al Teatro de la Candelaria para que alguien me donara un pequeño panorama de la obra antes de mi visita del pasado 20 de mayo, día en que finalizaba la temporada de Soma Mnemosine (el cuerpo de la memoria).
Allí en el teatro me encontré con Luisa Jerez, jefe de prensa y promotora cultural de la Candelaria, que de forma muy amable me concedió una entrevista:
Gabriela Moreno Rúa: ¿Hace cuánto trabaja aquí en la Candelaria?
Luisa Jerez: trabajo aquí desde hace muy poco realmente, pero le venía contando a la niña (una señora que se encontraba dentro del teatro), que nosotros justamente estamos promocionando una obra que se llama Soma Mnemosine, el cuerpo de la memoria.
G.M.R.: ¿De qué trata la obra?
L.M.: es una obra que basa su relato y su narración en dos ejes transversales muy importantes que son la violencia en Colombia por medio del cuerpo. Todo lo que expresa la violencia por medio del cuerpo, los rasgos y las marcas. Entonces el concepto es de violencia a fiesta y de ahí se desprende el segundo eje trasversal: la memoria. La memoria que evoca a la música y al arte y a la cultura, por lo cual en la obra se trabaja mucho con estos elementos.
G.M.R.: ¿Cómo se ve esto reflejado en las escenas?
L.M.: digamos, por ejemplo, hay muchas escenas en las que los personajes vivieron momentos muy violentos, que recuerdan por medio de canciones vallenatas y lo asocian con recuerdos felices, pero en realidad fue un momento violento y triste sí y lo más interesante ahí es que los personajes están muertos, entonces, cuentan su vida desde la muerte.
La obra es contemporánea, quiere decir que hace una evocación a esto de la violencia, unida con la diosa Mnemosine de la mitología griega; diosa misma de la memoria, por lo cual todos los actores o todos los personajes giran en torno a ella. La obra es interactiva, tiene un público de máximo 100 personas que va por todo el teatro, por todo el espacio de la casa, no sólo en tarimas, sino en todas nuestras instalaciones, y en esta medida el público descubre y escucha los monólogos y pensamientos de cada uno de los personajes.
Nohora González: la diosa Mnemosine
Luego de la entrevista con Luisa, se quiso indagar sobre la perspectiva que tiene un artista sobre el conflicto armado de Colombia, y nada mejor que Nohora González: la intérprete de la diosa Mnemosine, la diosa que en la obra nos deslumbra con su monólogo y sus frases inmersas de ímpetu. “Soy solo un cuerpo, el universo entero…, la fiesta me libera, médium de los olvidados, ellos son los que bajan por el río sin nombre y apellido con un gallinazo encima, diosa de la memoria, algunos me llaman la pelona, la parca…”
Gabriela Moreno Rúa: cuéntanos un poco sobre tu trayectoria en el teatro.
Nohora González: bueno yo soy integrante del Teatro la Candelaria y llevo 18 años trabajando aquí en el grupo como actriz y creadora.
G.M.R.: ¿Qué obras de teatro por lo general se crean en el Teatro de la Candelaria, ¿cuál es la temática o es variada?
N.G.: el Teatro la Candelaria es un grupo independiente que recibe ayuda del Estado, pero es completamente independiente en cuanto a lo que quiere trabajar en su creación artística, lo que hace que también la Candelaria tenga un compromiso profundo con la realidad del país porque entiende que el arte de alguna manera se convierte en un espejo de aquello. Y son sus obras las que plantean preguntas acerca de nuestra realidad y nuestra realidad, con muchísimos años, ha sido precisamente el conflicto armado del país.
G.M.R.: ¿En ese sentido, estas obras para usted qué significan? ¿Es apostarle a la sensibilidad social, es tocar las fibras sensibles de la población, es abrirle los ojos, qué es para usted?
N.G.: para el Teatro de la Candelaria el arte juega un papel fundamental en toda sociedad y, por ello, nuestras obras precisamente le han apostado también en hacerse preguntas sobre lo que está pasando en nuestro país. Le ha apostado a promover reflexiones y también a que el arte se convierta en la memoria de nuestra historia. Por eso, de alguna manera, nuestras obras últimas, las que estamos presentando ahorita: Soma Mnemosine y Si el río hablara, que apuntan su temática de una manera muy directa al conflicto armado. Continúa…
Lea la continuación de este reportaje “El arte no está hecho para otra cosa que para mover la insensibilidad humana…” (parte 2)