Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales

4 de octubre de 2016

“Desde ya hace largo tiempo no hay democracia en Venezuela”.

Por: Diego Celis

Han pasado 14 años desde aquel 12 de abril de 2002, cuando el presidente Hugo Chávez anunció su renuncia y ocurrió una crisis político-militar que se tradujo en un vacío de poder, y se escogiera a Pedro Carmona para presidir un gobierno de “transición democrática y de unidad nacional”. En su exilio en Colombia, Carmona se ha dedicado tiempo completo a ser profesor y Director de Maestrías en la Universidad Sergio Arboleda, e investigador en temas minero- energéticos. En esta ocasión nos cuenta su experiencia como presidente de facto, su análisis de la situación actual de Venezuela y el rol que ha asumido la comunidad internacional.

Libre Pensador: ¿Cómo fueron esos dos días en la presidencia del año 2002?

Pedro Carmona: En el país ocurrió una crisis política profunda tras un genuino pero fallido esfuerzo para tender puentes de diálogo con el presidente Chávez. Desde la dirigencia de la sociedad civil, como presidente de Fedecámaras, que es el gremio de gremios en el país, intenté por todos los medios de persuadir al gobierno de que convenía a la nación, y a sus propios objetivos como gobernante, aceptar esos puentes de comunicación. Lamentablemente, después de cien días de esfuerzos y reuniones de carácter formal, el gobierno terminó aprobando, sin consulta nacional, un conjunto de decretos leyes de mucho impacto y profundidad. Lo que provocó rupturas y protestas que se materializaron en un paro nacional el día 10 de diciembre del año 2001, el cual me correspondió liderar.

Con ese primer elemento, se demostró que el gobierno no tenía talante democrático, de actuar con las pautas que le corresponden a un estadista. Chávez demostró, más bien, que quería proceder como un revolucionario disruptivo, que impone más que dialoga. En este contexto, se generó el factor detonante de la crisis, con la politización de Petróleos de Venezuela (PDVSA), que era la segunda empresa energética del mundo, manejada meritocráticamente, a pesar de ser una empresa estatal. Aunado a ello, se presentó la inconformidad de los trabajadores por el hecho de que el Estado no estaba reconociendo los contratos colectivos. Así las cosas, la crisis de abril desencadenó estos factores, más la represión que el gobierno ejerció contra una marcha multitudinaria pacífica, que efectivamente terminó solicitándole la renuncia al presidente.

El objetivo, entonces, una vez que se anunció la renuncia de Chávez no era otro que convocar a elecciones limpias, en un momento en el que se podía, bajo la supervisión de la OEA, e invocar la Carta Democrática. Pero como toda crisis política, se generó una especie de “tsunami”, más otras omisiones que se dieron en el estamento militar, y por ello no se pudo consolidar el objetivo de relegitimar la independencia de poderes. Pues bien, ya sabemos que Chávez volvió al poder, hizo promesas que no cumplió para rectificar la crisis, sino que la ahondó y ahora el país está más dividido y fracturado en todos sus aspectos.

L. P. : ¿Está usted de acuerdo con el secretario de la OEA cuando afirma que es “el fin de la democracia en Venezuela”?

P. C. : Yo creo que desde hace ya largo tiempo no hay democracia en Venezuela. Se supone que la democracia es la legalidad en el origen y la legitimidad en el desempeño, según las definiciones clásicas, que están expresadas en la Carta Democrática. En Venezuela no hay independencia de poderes, no hay el más mínimo viso de que un juez pueda actuar conforme a su conciencia. La subordinación de los poderes se generó en la transición entre la vieja Constitución de 1961 y la de 1999. Además, se ven medidas represivas, por ejemplo, la juez Acuña quien dictó una sentencia conforme a derecho, ahora está presa.

Esto para ejemplificar el irrespeto de los Derechos Humanos, la existencia de presos políticos, además de la ausencia total de separación de poderes. Basta con comprobar que el propio gobierno ha violado más de 200 veces la Constitución, aprobada por ellos mismos. Actualmente, se cierran espacios a las salidas democráticas a la crisis, como lo es el referendo revocatorio. En esas circunstancias, el gobierno tensa las cuerdas, cerrando espacios a las salidas pacíficas, democráticas y constitucionales, en medio de una crisis humanitaria como la que se vive. Entonces, razón tiene Almagro, que ha sido un secretario general valiente, independiente, firme, en condenar la inexistencia de democracia en el país.

L. P. : ¿Es el referendo revocatorio la única solución para la crisis en Venezuela?

P. C. : Es una salida pacífica y constitucional que funcionaría si el gobierno respetara la Constitución, y que con criterio político, abriera las puertas a una salida consultándole al pueblo, poder constituyente final. Pero como ya comenté antes, el gobierno cierra caminos pacíficos, procurando que, en el peor de los casos, se celebre en el 2017 para que no haya elecciones, y que se designe a un vicepresidente del mismo régimen para que asuma y culmine el mandato.

En este momento, no vislumbro mecanismos violentos o sangrientos, pero hay una olla de presión que puede generar, si el gobierno sigue cerrando los espacios, situaciones inesperadas e indeseadas. Hay otra solución como la renuncia, es decir, la salida constitucional del presidente. Ojalá se solucione la situación por la vía democrática, pero el gobierno está aferrado al poder, con uñas y garras.

L. P. : ¿Leopoldo López es el “Mandela” venezolano?

P. C. : Lo han convertido en el “Mandela” venezolano. Es un dirigente de la nueva generación que ha demostrado su capacidad de lucha y su tenacidad. Ha fundado un movimiento político predominantemente joven, Voluntad Popular. Pero el hecho de que el gobierno haya desconocido sus derechos, que haya ejercido presión para que se confirmara la sentencia, injusta, contra él, pues lo han convertido como un Mandela. Esto le abre espacios políticos; lo malo es que él y su familia están sufriendo vejámenes, limitaciones para las visitas, en fin, muchos hechos que dejan ver que hay un ensañamiento especial contra Leopoldo.

L. P. : ¿Cómo le ha parecido el papel que ha jugado la Mesa de Unidad Democrática frente al gobierno de Maduro?

 P. C. : No soy de los que promueve criterios antipolíticos, ni de crítica destructiva dentro de las fuerzas opositoras, hay gente que sí lo hace. Lo que se requiere es unidad dentro de la diversidad de fuerzas que conforman la Mesa de Unidad Democrática. Lo que sí creo es que frente al hecho de que al 6 de diciembre el pueblo se haya pronunciado en una forma tan categórica, eligiendo una Asamblea Nacional con una mayoría de dos terceras partes, pese al ventajismo y a la represión. Lastimosamente, esa expresión de voluntad popular fue luego coartada por el propio gobierno mediante una estratagema ilegítima e inmoral, al designar, antes de que culminara la gestión de la legislatura anterior, a 21 magistrados que han estado bloqueando toda la acción de la Asamblea Nacional.

La Asamblea Nacional se dejó ganar de mano por el Gobierno, quien se auto-blindó en una estrategia ilegítima, repito. La Asamblea debió desconocer esa elección que hizo el régimen en diciembre de estos magistrados, que no cumplieron requisitos ni procedimientos para hacerlo. No obstante, me parece que el presidente de la Asamblea ha actuado con valentía, pero de alguna manera acorralado por el gobierno, el cual se ha esmerado en impedir que el Parlamento cumpla con sus funciones y preceptos constitucionales.

L. P. : Finalmente, ¿cómo le parece el rol que ha jugado la comunidad internacional frente a la situación interna de Venezuela?

P. C. : Han sido largos períodos de silencios cómplices frente a las atrocidades que ocurren en el país, no solo de violación de Derechos Humanos y al Estado de Derecho, sino de ilegitimidad abierta. Muchos gobiernos de la región han asumido una posición de complicidad en circunstancias donde hay que denunciarlas. Pero así como eso ha ocurrido, las circunstancias relacionadas con la comunidad internacional han estado modificándose. Primero porque la OEA tiene ahora un secretario general de personalidad, no como el anterior que fue un hombre complaciente y dócil. Segundo, porque también está cambiando la correlación de fuerzas en la región, el péndulo se ha movido hacia el centro con la elección de Macri en Argentina; de Pedro Pablo Kucynski en Perú; el cambio que está por definirse en estos días en Brasil, pero que tiene un gobierno transitorio de línea diferente; las posturas que ha asumido Paraguay frente al tema del MERCOSUR y de Venezuela; los pronunciamientos del Parlamento Europeo; y por la crisis política, las denuncias hechas por Estados Unidos frente a la corrupción de personeros del gobierno y de militares.

Puedo decir en definitiva que las cosas se están modificando, los apoyos incondicionales han variado, pese que exista la alianza estrecha entre los países del ALBA, la cual tiene ramificaciones geopolíticas con el tema del foro de Sao Paulo. Así las cosas, mi visión es muy crítica frente a la comunidad internacional, reconociendo que hay cambios sustanciales que pueden acentuarse en la medida que se sigan profundizando estas alteraciones al orden democrático del país y las salidas pacíficas. Hay esperanza de que las cosas puedan seguir cambiando en la toma de conciencia y presión que pueda ejercer la comunidad internacional, frente a la abierta dictadura que prevalece en Venezuela, donde siguen produciéndose detenciones arbitrarias a dirigentes de la oposición, o se mantienen encarceladas por razones políticas a más de 100 personas.