6 de noviembre de 2014
Colombia: Por qué es necesaria la paz?
Por: Laura Camila Barrios S.
En Colombia existe un conflicto armado que se ha extendido por más de cinco décadas. El cual ha generado un gran impacto social. Esto se puede evidenciar en el gran número de víctimas que según el Centro de Memoria Histórica (2013) ha provocado la muerte de aproximadamente 220.000 personas, la desaparición de 25.007, cerca de 4.744.046 desplazados, entre muchas otras víctimas de minas antipersonal, violencia sexual, reclutamiento forzado, secuestro y demás.
La prolongación de este conflicto también ha generado, a parte de este impacto social, diferentes costos económicos para toda la sociedad colombiana. Por lo que es importante estudiar estos últimos, pues involucran no solo las víctimas directas sino a la población en general al estar relacionados con la política macroeconómica del país, y de manera especial con el manejo fiscal y el crecimiento económico. Por este motivo, en este artículo se procura hacer un análisis de estos impactos económicos para saber a ciencia cierta el por qué es necesaria la paz en Colombia, cuantificando sus posibles beneficios ante una disminución de los costos asociados al conflicto.
Enormes costos, económicos y humanos
Los costos directos del conflicto están relacionados con “las pérdidas de capital físico, natural y humano que enfrentan la sociedad y la economía en general” (Álvarez & Rettberg, 2008, p. 21). Los indirectos, son aquellos que no implican una asignación directa de recursos, pero representan un costo de oportunidad o un uso perdido de bienes y factores de producción (Álvarez & Rettberg, 2008).
Los costos directos del conflicto en Colombia, de acuerdo con Álvarez y Retteberg (2008), son: (1) daños a la infraestructura física (en el sector petrolero los costos aumentaron cerca de un 59% a raíz de los daños a oleoductos); (2) la pérdida de capital humano y financiero por el secuestro (la tasa de crecimiento anual de estos costos fue de 9,3%); (3), la pérdida de recursos por extorsión, la cual alcanzó, entre 1999 y 2003, cerca de $564.127,4 millones.
Por su lado, los costos indirectos se podrían clasificar, de acuerdo con las mismas autoras, en pérdidas de productividad por la inasistencia laboral (solo en 2003 estas ascendieron a $366,2 mil millones); una inadecuada distribución del gasto que ha provocado la desviación de recursos a actividades menos productivas relacionadas con la seguridad y defensa; y por último, la guerra también ha generado una reducción significativa de las inversiones (la pérdida de inversión privada en Colombia es de aproximadamente 0,53 puntos del PIB anual).
Asimismo, en términos de crecimiento económico, desde 1979 cuando se intensificó el conflicto, el crecimiento del PIB anual en el país ha estado dos puntos porcentuales debajo del crecimiento registrado entre 1950 y 1980. Lo cual, se debe principalmente a la contracción de la productividad por un aumento de la criminalidad que desvió el capital y la mano de obra a actividades no productivas (Cárdenas, 2007). De igual forma, Alexander Riveros (2013) creó un indicador, denominado el Índice del Conflicto en Colombia (ICOC), que concluye que la economía ha dejado de crecer cerca de 0,59 puntos porcentuales anuales en promedio.
La paz: una necesaria inversión
Ahora bien, es necesario tener en cuenta también los posibles costos que tendría un eventual acuerdo con las FARC. De esta forma, la reinserción de los combatientes de las FARC, la reparación a las víctimas, la inversión social en las zonas afectadas, o las soluciones para aquellas familias que viven de los cultivos ilícitos son costos que se llegarían a generar por la paz. Por ejemplo, las operaciones de la Agencia Colombiana para la Reinserción (ACR), aumentaría de $32.000 millones por año a $164.000 millones anuales según las proyecciones de la entidad. Por su parte, las reparaciones a las víctimas implicarían un gasto que oscilaría entre los $25 billones y los $40 billones (Dinero, 2012).
Por otra parte, en el Foro “Los costos de la paz” organizado por El Tiempo, Proantioquia y FESCOL, se concertó que para financiar la paz es necesario hacerlo vía endeudamiento o aumento de la tributación. Según Juan Mario Laserna, ex congresista y participante, “los recursos que tocaría conseguir estarían entre el 12 y el 20 por ciento del PIB” (El Tiempo, 2013). No obstante, para Daniel Mejía, profesor de la Universidad de los Andes, “la paz es como un proyecto de inversión que tiene costos a corto y mediano plazo, pero que genera unos grandes retornos a largo plazo” (El Tiempo, 2013).
Así, en conclusión, se podría decir que la guerra en Colombia no solo ha acarreado múltiples impactos sociales sino que también le ha provocado altos costos económicos al país. Sin embargo, para lograr la paz también sería necesario realizar inversiones importantes que dependen de la voluntad de toda la sociedad y sobre todo de las grandes empresas que podrían financiar gran parte de este posconflicto. Entonces, si hay costos por lado y lado, ¿por qué es necesario alcanzar un acuerdo de paz en la Habana?.
La respuesta a esta pregunta tiene diferentes matices, no obstante es claro que los beneficios a largo plazo de la paz son exponencialmente mayores a los costos que esta implica. Entre estos, se encuentra un auge económico: “los beneficios directos alcanzan a ser del orden de 0.97 puntos del PIB, y de forma indirecta de un crecimiento de 0.8% del PIB, entonces la disminución del conflicto armado implicaría un crecimiento de 1.77” (DNP, 2013, p. 1). Además, el aumento de la inversión social disminuiría las brechas de desigualdad entre la población. Ahora bien, para las empresas en particular, la paz les permitiría, entre otras cosas, alcanzar nuevos mercados e invertir de manera más segura (Araujo, 2013). Por lo tanto, lograr un acuerdo es indispensable, pues no solo disminuye la cantidad de víctimas sino que le traería múltiples beneficios a todos los colombianos.