Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales

27 de abril de 2015

El amor en los tiempos de Tinder

Por: Natalia Granados

Cuando del amor se trata arpías, locas y románticas por excelencia hay alrededor del mismo, lo mismo pasa con los tiernos, machos alfa y los posesivos que tanto daño le han hecho a la sociedad. Pero en los tiempos modernos, estas especies sí que les han ayudado, el Big Brother o el lindo Mark Zuckerberg le han dado herramientas increíbles a aquellas personas que aman que el amor tenga una chispa diferente o sencillamente les facilita labores como el famoso stalkeo (verbo sobre verbo creado de la palabra stalkear) y el sexo casual que bien polemizado siempre ha sido.

Cuando me puse en la tarea de investigar más a fondo el amor virtual y esas formas locas y perversas de amar a alguien en el Siglo XXI, conocí al que vendría a ser mi archienemigo o mi némesis por default: Tinder.  Aplicación que saca a la luz pública las relaciones interpersonales en su expresión más baja, una especie de delivery service donde escoges solamente bajo el criterio de una foto tu producto, le das un punto positivo y ¡listo! Esperas que al otro lado da la pantalla suceda lo mismo y ¡Tara! se hizo un bebé a punta de ganas nivel Tinder.

Pero bueno eso era lo que pensaba yo la primera vez que vi la aplicación, poco a poco comencé a descubrir que requería algunas capacidades por parte de los usuarios. Empecemos por el caso de los hombres, un poco más sencillo, como buen hombre que decida bajar la aplicación su incentivo para haberlo hecho fue una de dos; o está borracho y sus amigos lo presionaron a hacerlo o sencillamente no ha podido levantar ni el polvo en los últimos meses y tiene necesidades como todo ser humano. Por la razón que sea, baja la aplicación y sube su primera foto; claro está la aplicación puede conectarse desde Facebook pero se autorizan ciertas fotos para mostrar, con lo cual como cualquier persona lo haría escoge la foto donde se ve tipo Brad Pitt, bien musculoso, churro o al menos de lejos con una playa de fondo que se vea que al menos viaja y se broncea. Y comienza la acción, se dedica a mover ese dedo gordo de la mano como un degenerado hacía la derecha, porque les cuento para la derecha es que la vieja esta buena y para la izquierda es que no aguanta. Pero aquí viene la primera estrategia: los hombres no ven vieja fea en Tinder por qué lo importante es darle like a todas y que algo, lo que sea, caiga.  Y ese sería el glorioso match.

En el caso de las mujeres, un poco más complejo, guiadas por las amigas o al igual que los hombres estando borrachas y con ganas de subir autoestima bajan la aplicación. Creando el perfil viene la segunda estrategia, la foto que se sube TIENE que estar editada. Si se tiene maestría en Photoshop, relajada que lo que van a llover son likes porque mujer que se respete que se meta a Tinder por voluntad propia es para vender-se. Y bueno si no se diera a la perfección esta estrategia no se escucharían anécdotas de personas que se pegan la emocionada del mundo cuando la “mujer más buena del planeta” les da match, pero lo que les sale es un man con barba y bien cariñosito.  A diferencia de los hombres, las mujeres si se toman más de un segundo para darle el visto bueno a la foto, un escaneo rápido de ojos, nariz, sonrisa y cuerpo donde se decide si él man es churro o feo. Una vez ocurre el match o su traducción al español el case, se tiene una de dos o comienzan hablar internamente por la aplicación o buscan la ubicación de la otra persona y le caen. Pero en la última, no se qué tan efectivo sea entrarle a un hombre o a una mujer diciendo “Hola, yo soy tu Tinder-cortejante” Romántico 0 – Humillante 1.

Con mi intención de conocer la popularidad de esta aplicación, que ha revolucionado totalmente lo que conocíamos como “el proceso de enamoramiento”- por qué no sé cuándo fue que pasamos de caerle a alguien naturalmente en persona con frases que han pasado de generación en generación a ponerle un “chulito” a alguien y con eso ya lograrlo todo- formulé algunas preguntas interesantes para que fuesen respondidas por jóvenes hombres y mujeres sobre el amor en los tiempos de Tinder. Las respuestas me sorprendieron y de las 70 personas que hicieron la encuesta, a diferencia de lo que yo esperaba, el 64% de ellas no han usado Tinder pero ese porcentaje restante sí que ha hecho buen uso del mismo donde casi la mitad de ellas lo han hecho para buscar una noche de sexo casual y los otros ni se acuerdan por las altas cantidades de alcohol en su organismo. ¿Qué el sexo casual sea algo malo? No lo creo, pero lo lamentable de esto es que ha dejado claro que entre hombres y mujeres las diferencias no son muchas, tratar al otro como un pedazo de carne sea ha vuelto estrategia de ambos sexos y como lo dicen Susana y Elvira en su libro: “Por qué si ellos nos tratan como pedazos de carne, nosotras también lo hacemos, por lo que lanzamos miradas lascivas, comentarios sobre “el paquete”, el culo y cuántos tipos se han echado en Tinder (…)” No sólo los hombres son los que escogen a su víctima por cuan buena está, las mujeres escogen al polvo de la noche de igual manera. Y Tinder sí que ha ayudado para hacer esto aún más fácil, una aplicación geosocial   – que de geográfico solamente tiene el símbolo de GPS y la evasión de privacidad tan tenaz al rastrear el celular del otro-  ha llevado a que la sociedad caiga más bajo y ha dejado entrever las intenciones repulsivas que muchos tienen. Y si no me creen, 30 personas de las que han usado Tinder dicen haberlo hecho por saciar sus ganas, guiados por el instinto animal que hasta muchos la usan para “poner cachos”.

En fin, no soy fan de Tinder, nunca usaría esta aplicación, me parece ser una creación innecesaria, absurda y diseñada sencillamente para personas que pierden el tiempo esperando a que alguien les den match, para mujeres que se venden fácilmente a los otros, para locos-pervertidos que con tan sólo con un perfil falso pueden abordar a cualquier persona y para aquellos borrachos y borrachas que se les ha olvidado que hay maneras mucho más divertidas para pasar la noche.

Espero les haya gustado, hayan aprendido un poco más en lo que se han transformado las relaciones en la actualidad y esperen estas semanas El amor en los tiempos de Whatsapp y Facebook, dos medios que también han generado polémica suficiente y le han dado una connotación sin precedentes a la palabra “celosa” y han subido de tono esos “inocentes” emoticones.