Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales

3 de agosto de 2018

Venezuela: ¿un hoyo negro económico?

Por: Leonor Elena Celis

Venezuela cerró el 2017 con una recesión de -12%, según la proyección del Fondo Monetario Internacional (FMI), en su momento, para el año pasado (Contrapunto,2017). La profunda recesión que atraviesa el país es consecuencia de distorsiones de mercado, causadas por los controles sobre los procesos productivos, de distribución y venta del sector formal de la economía, agudizada por una severa restricción externa (Corporación Andina de Fomento [CAF], 2017). Aunado a ello, la situación de inestabilidad política que resulta del enfrentamiento de poderes, la ilegitimidad internacional del régimen y las constantes noticias sobre la refinanciación y restructuración de la deuda incrementan el riesgo negativo de la actividad económica.

La aceleración inflacionaria

¿Qué hace que la inflación crezca exponencialmente? La inestabilidad causada por el financiamiento monetario del déficit, junto con el crecimiento acelerado de agregados monetarios y la caída de la demanda de dinero, han dado lugar al proceso de crecimiento en la tasa de inflación. Proyecciones de la Corporación Andina de Fomento (CAF), realizadas el año pasado, estiman que la inflación en el 2017 pudo superar el 1000% (CAF,2017), cifra respaldada por el FMI. Por su parte, la firma venezolana Econálitica cálcula que la inflación podría escalar hasta un 1400%, cifra que iría de la mano con la caída del producto interno bruto (PIB) en un 14% (El Universal, 2017). En suma, las estimaciones coinciden en que Venezuela se dirige hacia un proceso hiperinflacionario causado por el recurso al banco central para financiar los abultados déficits fiscales, la falta de confianza en la moneda nacional o algún evento que precipite la caída en la demanda de dinero.

La aceleración en el crecimiento de los agregados monetarios, en conjunto con un proceso de reducción progresiva en la demanda de moneda doméstica, con fines transaccionales, ha favorecido un importante incremento en la inflación. Y con una caída del poder adquisitivo en un 50%, las familias destinan más un 80% de ingresos para comprar alimentos (El Universal, 2017). La tendencia antes mencionada sugiere que la economía transita un proceso de reducción en la demanda de dinero, como mecanismo de protección, por parte de los agentes económicos, ante la pérdida del poder adquisitivo de la moneda local. En este sentido, se bosquejan signos de hiperinflación, como la escasez de efectivo y el alza del dólar negro, cuya cotización, a noviembre de 2017, se ubicó en 44.350 bolívares por dólar.

Contracción real del gasto

Dado que Venezuela no ha publicado cifras oficiales -por lo cual el FMI le dio un ultimátum de 6 meses para entregarlas-,  entidades internacionales calculan que el déficit fiscal en 2016 se redujo en 1.1 puntos porcentuales -frente al nivel de 2015-, a un 14.9% del PIB (CAF,2017), tendencia a mantenerse en 2017.

Ahora bien, el aumento del déficit fiscal es más la consecuencia de limitaciones en el acceso a fuentes de financiamiento que el resultado de un programa de consolidación de las cuentas fiscales. Efectivamente, el colapso en los ingresos externos y el aumento de la relación deuda externa sobre el PIB ha limitado el acceso al financiamiento externo (CAF,2017).

Los ingresos tributarios no petroleros reales se contrajeron por tres factores: la severa caída en la actividad económica, un creciente proceso de informalización de la economía, y con ello un incremento en los niveles de evasión, a lo que se agrega el efecto de la inflación sobre la capacidad de compra de unos ingresos tributarios cobrados con rezago.

La firma Torino Capital indicó que el gasto real del gobierno central cayó 40% en abril de 2017, con respecto al mismo mes, en 2016. En su conjunto, los primeros cuatro meses del 2017 registraron una contracción de 28.1%. Para considerar la magnitud de la contracción, la firma observó que, si se mantuviera la misma tasa nominal del gasto, durante todo el 2017, los egresos del gobierno central bajarían de 22,3% al 15% del PIB (Gerente Venezolano, 2017).

Adicionalmente, un estudio realizado por Kantar Worlpanel concluye que la escasez de productos, los altos índices de inflación y la pérdida de poder adquisitivo determinan una contracción del consumo en Venezuela del 55% (Gestión, 2017).

¿A dónde va Venezuela?

Por quinta vez en el 2017 la administración Maduro Moros aumentó el salario mínimo integral a 456.057 bolívares -equivalente a 10 dólares, según la cotización en el mercado negro-, medida que, junto al lanzamiento del billete de 100 mil bolívares, evidencia la pérdida de la capacidad adquisitiva y los altos niveles de inflación. Por lo tanto, las estimaciones coinciden en que habrá menor productividad, menor actividad económica y menores ingresos.

Para 2018 se estima que se aumente la tasa de desempleo urbano en un 0.4 % y que las necesidades de financiamiento aumenten en 0.5%. En términos de inflación, se prevía que el riesgo de hiperinflación aumentaría considerablemente para los últimos meses de 2017. Ahora bien, se espera que la tasa de inflación supere el 1500% para 2018. De ser así, se podría confirmar la hiperinflación.

Los resultados de las políticas macroeconómicas del gobierno Maduro Moros solo exacerbaran la crisis económica actual, sumiendo al país en recesión, procesos de hiperinflación y disminuyendo, exponencialmente, la capacidad adquisitiva de los venezolanos. Así, hay un hoyo negro económico, sin salida de la crisis,  en el corto y en el mediano plazo.

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