Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales

20 de noviembre de 2017

¡No tan rápido, señor Trump!

Por: Juan B. Pavajeau F.

Durante su campaña electoral, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, prometió realizar cambios “drásticos” en la administración del país. El mandatario aseguró no gobernar como los políticos tradicionales, pues a diferencia de ellos, su plan de gobierno sí sería ejecutado, siempre poniendo a “América primero”. Sin embargo, sus numerosas promesas, que incluían expulsar a todos los inmigrantes ilegales, construir un muro en la frontera mexicana, y prohibir el ingreso a ciudadanos provenientes de países árabes, entre otras, hoy se encuentran en completa incertidumbre.

Un presidente cumpliendo

Uno de los principales ejes de la campaña de Trump era el crecimiento económico del país norteamericano; promover la producción y la extracción de recursos naturales en territorio estadounidense con el fin de generar oportunidades laborales, y combatir el desempleo. De modo que, Trump, en sus primeros días de mandato, levantó varias restricciones para aumentar la producción de petróleo, gas y carbón. También, habilitó el uso de varios oleoductos, cuyo uso representa una amenaza directa para el equilibrio del ecosistema, según lo denuncian estudios científicos y representantes de grupos indígenas.

Cabe resaltar que Estados Unidos es el mayor explotador de combustibles fósiles de todo el mundo. De hecho, gran parte de la economía norteamericana depende de la extracción de dichos combustibles; de manera que reducir las restricciones ambientales para las firmas petroleras significa un crecimiento en los ingresos monetarios para el país, y así mismo, un aumento en las vacantes laborales. Es decir, Donald Trump está cumpliendo sus promesas en materia económica.

Adicionalmente, el presidente ha mantenido una posición sólida en cuanto a la inmigración; se han fortalecido las regulaciones migratorias y los controles fronterizos. Con la llegada de Trump al poder, las deportaciones han aumentado en un 32.6%, y se estima que continuarán en aumento. Además, según el Centro de Investigación Pew, aproximadamente el 70% de los hispanos situados en Estados Unidos, temen a ser deportados, incluso si cuentan con la documentación necesaria para legalizar su residencia.

Por otra parte, durante la campaña presidencial, Donald Trump aseguró que todas las decisiones se harían poniendo a “América primero”. Es por ello que, según el plan del mandatario, desde el próximo año, el presupuesto para la cooperación internacional se reducirá un 30%, y dichos recursos serán invertidos en asuntos militares; Estados Unidos pasará de ser el mayor inversionista en proyectos de ayuda humanitaria, a ser uno de los países con mayor inversión en el sector militar.

¿Imposibilitado políticamente?

El presidente Trump ha manifestado su voluntad de implementar su plan de gobierno en su totalidad lo antes posible. No obstante, para sorpresa del mandatario, su ejecución ha sido obstaculizada por el congreso y la justicia.

Inicialmente, se prometió prohibir la entrada a Estados Unidos a personas y  provenientes de “territorios terroristas”. Aunque dicha norma entró en vigor unos cuantos días, el juez de Seattle, James Robart, demostró la nulidad jurídica de dicha decisión; razón por la cual los ciudadanos provenientes de países árabes, aún pueden ingresar al país con normalidad, a pesar de la disconformidad expresada por el presidente Trump.

Por otra parte, los proyectos prometidos en plena campaña presidencial tales como: la reforma migratoria que tenía como propósito deportar a miles de inmigrantes; la reforma tributaria que reduciría los impuestos a las grandes empresas y fábricas; el bloqueo presupuestal a ciudades que apoyen a los inmigrantes; y la construcción del muro en la frontera mexicana, hoy no son más que proyectos cuya realización cada vez es más lejana.

Varios miembros de la Corte Suprema de Justicia del país norteamericano han demostrado que el plan de gobierno del presidente Trump está fundado sobre ideales antidemocráticos, que contradicen a los valores de la Constitución Política estadounidense. Por tanto, en fines de “proteger la democracia y la institucionalidad”, algunos jueces han expresado su voluntad de continuar bloqueando la realización de los proyectos del mandatario. Así mismo, el Partido Republicano, que anteriormente le brindó su apoyo público al plan de gobierno de Donald Trump, hoy día se niega a legislar a favor del presidente, pues considera que sus proyectos “son irreales”.

Es imposible negar que Donald Trump es una personalidad destacada en el mundo de los negocios. Sin embargo, es necesario que el presidente de Estados Unidos comprenda que los alcances de un servidor público tienen sus respectivos límites. De manera que si Trump aspira que su mandato sea productivo en cuanto a cumplir sus promesas, este es el momento de que el presidente inicie a convencer a los diferentes órganos competentes sobre la viabilidad política de sus proyectos.  Todo, porque el ejercicio político no se trata de una cuestión de tildar de “incompetentes” a quienes se oponen a determinados ideales, ni mucho menos de encontrar los medios para imponer mandatos, tal como lo haría un gran ejecutivo en su empresa personal…

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