Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales

16 de enero de 2018

¿Lentejismo o transfuguismo?

Por: Valeria Restrepo

Crecieron dos hermanos, Esaú y Jacob. El primero fuerte y mujeriego, el menor calmado y noble. Esaú, luego de un largo día de caza y en medio de un hambre incomparable, acepta la oferta de Jacob de renunciar a su primogenitura ante un banquete de lentejas. Jacob, a su corta edad, había aprendido a ser obediente y honrar su palabra, pero en el lecho de la muerte de su padre Isaac, la madre de los hermanos, Rebecca, pide al menor que se haga pasar por su hermano mayor para recibir la bendición.

En medio de la lucha con sus principios reina el miedo ante la posibilidad de que un mujeriego e interesado sea el bendecido por su padre para recibir las tierras y la honra del pueblo. Una vez bendecido, Jacob debe huir de la ira de su hermano mayor, quien al ser notificado no le queda más que conformarse con servir a su hermano y ganarse la vida con su propio trabajo.

Jacob y Esaú hacen parte de un pasaje bíblico que relata como un hermano renuncia a los privilegios de su progenitura ante un plato de lentejas y pierda la bendición de su padre, debido a sus conductas. Hay para quienes esta historia no es más que otra página en la Biblia, pero otros han logrado encontrar  su contenido verosímil al comportamiento de muchos funcionarios públicos o políticos. Lo han incorporado en el argot político como “lentejismo” o el apoyo de una figura pública a un gobierno o causa aun cuando su partido político no lo hace.

¿Será el lentejismo diferente al transfuguismo que impulsa la actual reforma política en el Congreso? Esta iniciativa contempla la posibilidad de hacer cambio de partido, apoyo a candidatos ajenos a su colectividad y la presentación de listas de coalición a órganos de elección popular sin incurrir en la doble militancia.  Propuesta que está siendo bien vista por numerosos parlamentarios que no ven más oportunidades en sus partidos y que buscarán, como el término lo indica, fugarse entre los mismos sin consecuencia alguna.

Sin embargo, esto no ha despertado el interés que   merece dicha ponencia.  En parte por la vigorosa defensa del artículo a cargo de senadores y políticos –tal vez ya ahogados en su propio partido- que sustentan un fortalecimiento de las listas, pero en la que no se puede opacar el interés de saltar, aunque sea una vez, al candidato o partido con mayores posibilidades de ganar. Yendo así en contravía con el corazón de la reforma que es el fortalecimiento de los partidos políticos que tan desprestigiados están actualmente.

En caso de ser aprobado no alcanzarán las lentejas colombianas servidas por los avales otorgados para satisfacer la burocracia en el país. Serán más los Esaú que buscarán la mejor cocina para quedar satisfechos y aunque los Jacob gozarán de la bendición del poder de otorgar dichos platos, no serán más que el resultado de las órdenes de sus progenitores ¿o jefes políticos? Por un momento pensé que estaba hablando de más mermelada, pero creo de esa no habla la Biblia ¿o sí? Ya me perdí.