Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales

20 de septiembre de 2017

Israel y Palestina: ¿en camino a un acuerdo de paz o a la defensa de intereses Estadounidenses?

Por: Maria José Escobar Cárdenas

Donald Trump, en concordancia con el apoyo que prometió dar a Israel en su campaña presidencial, dio inicio a la búsqueda un acuerdo de paz entre Palestina e Israel liderado por su yerno, Jared Kushner, judío ortodoxo; y estableció dos prerrequisitos: el reconocimiento del Estado israelí por parte de los palestinos y el control al oeste del río Jordán, fronterizo con Siria.

El conflicto entre Palestina e Israel se ha desarrollado en torno a dos ejes: la xenofobia y la posesión del territorio que, además de ser considerado sagrado para el catolicismo, el islam y el judaísmo, cuenta con una posición geoestratégica en la región.

No fue sino hasta después de la resolución 181 de 29 de noviembre de 1947 (emitida por la Organización de Naciones Unidas), que Israel logró constituirse como Estado al adquirir una porción del territorio que había habitado durante años Palestina. En definitiva, Israel se estableció como Estado a costa del desplazamiento de palestinos hacia las dos únicas regiones que les fueron otorgadas en la línea del armisticio de 1949: Cisjordania y la franja de Gaza; y para ello, según el Alto Comisionado para los Derechos Humanos de Naciones Unidas, ha asesinado a miles de palestinos.

Israel tiene una gran ventaja: no está solo. El interés de Estados Unidos por promover un acuerdo de paz bajo las condiciones mencionadas lo confirma.

De tierra Santa a punto geoestratégico estadounidense

El Estado israelí está ubicado en oriente medio, donde la mayoría de movimientos islámicos han evolucionado en grupos extremistas que protagonizan algunos de los más cruentos conflictos alrededor del mundo.

Por un lado, confirmando la teoría de la banalidad del mal de Hannah Arendt, después de haber terminado con su némesis anterior, al comunismo, Estados Unidos logró encontrar su nuevo objetivo crucial, el enemigo al que debía atacar a toda costa: el terrorismo, específicamente, Al Qaeda, organización Yihadista localizada en el medio oriente. Cabe aclarar que, conforme a la BBC, el Estado Islámico prometió romper las fronteras de Líbano y Jordania para liberar Palestina.

Estados Unidos necesita que se restablezcan las relaciones entre Israel y los países árabes, que han dejado a un lado la diplomacia a causa de conflictos nacionalistas y la exigencia, por parte de los países árabes, de que Israel deje los territorios que ocupó en 1967, con el fin de ampliar su campo de batalla contra el Estado Islámico y evitar el arraigo en el sector de la influencia de China, otro Estado en busca de los recursos energéticos que ofrece la región.

Si Estados Unidos requiere la cooperación de los países de la zona, no le conviene que, en el acuerdo de paz, se tome la decisión del establecimiento de un solo Estado (Israel) que controle la región; los palestinos tendrían que buscar auxilio en los países fronterizos que no pueden albergar a más refugiados debido a, según informes de la ACNUR,  los más de 4 millones de sirios que han acogido.

¿En búsqueda de la paz o de recursos?

Después de la guerra árabe-israelí de 1973, la industria energética sufrió un  gran impacto y, según Ferran Izquierdo, el mercado petrolífero se desestabilizó. El conflicto entre Palestina e Israel no brinda estabilidad política a la región, y esto afecta a las petroleras árabes, fundamentales para Estados Unidos por su participación en la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).

El medio oriente es una de las principales fuentes de petróleo; la OPEP, conformada por países de la región como Emiratos Árabes Unidos, Irán, Kuwait y Arabia Saudita, es la responsable del 41% de la producción mundial de petróleo, así que, a Estados Unidos le conviene que esa organización mantenga sus altos niveles de producción.  Actualmente, la implementación de políticas como el alza de precios y la disminución de la exportación del crudo por parte de la OPEP, con el fin de reducir su sobreoferta, le ha permitido a las petroleras estadounidenses mantenerse en el mercado y aumentar la apreciación de su barril.

Con intereses tan claros del tercero mediador, que resultán contrarios a los de una de las partes, es de esperarse que este nuevo intento por alcanzar la paz en Oriente Medio no prospere.

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