Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales

30 de abril de 2015

¿Usted qué opina de los TLC? ¿ “Mal negocio para Colombia” o “el que se encierra pierde”?

Por: Eduardo Bechara

El Libre Pensador entrevistó a Jorge Enrique Robledo, Senador de la República (Polo Democrático Alternativo), detractor de los Tratados de Libre Comercio y a Javier Gamboa quien, desde el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo (MINCOMERCIO), ha liderado los equipos negociadores de distintos Tratados de Libre Comercio (TLC) suscritos por Colombia para conocer su respectiva postura en torno al Tratado de Libre Comercio entre Colombia y Corea del Sur.

Vea qué dicen los que saben:

Entrevista a Javier Gamboa, Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, sobre el TLC entre Colombia y Corea del Sur

“El que se encierra, pierde” 

De izquierda a derecha, Eduardo Bechara (Universidad Externado de Colombia), Javier Gamboa (Ministerio de Comercio, Industria y Turismo), Diego Salamanca (Universidad Externado de Colombia) y Daniela Orozco (Universidad Externado de Colombia). Archivo personal.

El Libre Pensador entrevistó a Javier Gamboa quien, desde el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo (MINCOMERCIO), ha liderado los equipos negociadores de distintos Tratados de Libre Comercio (TLC) suscritos por Colombia, entre estos, con Corea del Sur. Desde su punto de vista, con este TLC, Colombia hace su entrada a la región de Asia Pacífico, donde tiene que estar en el siglo XXI. A continuación, la entrevista completa[1]:

El Libre Pensador (LP): ¿Qué representa Asia Pacífico, en general, y Corea del Sur, en particular, para Colombia en términos comerciales? ¿Qué recalcaría de la dinámica comercial, en este contexto, durante los últimos años, en comparación a otros países y regiones, como América Latina, Europa o Norteamérica?

Javier Gamboa (JG): El Tratado de Libre Comercio (TLC) con Corea del Sur es muy importante para Colombia, en tanto es el primero de esta índole con un país asiático. Como lo decía The Economist, estamos viviendo en la Era del Pacífico. La cuenca del Pacífico concentra el 50% del comercio mundial. En el siglo XXI, el centro de gravedad es la zona del Asia Pacífico. El acuerdo con Corea del Sur es nuestra puerta de entrada a esta región. Colombia tiene un rezago histórico muy importante en términos de internacionalización de la economía. Nuestro comercio, como porcentaje del PIB, es extremadamente bajo, en términos comparativos, con otros países del mundo. Es particularmente bajo en relación con el Asia Pacífico donde representa, aproximadamente, el 15%. Por ejemplo, más del 45 % de la exportaciones chilenas son al Asia Pacífico. Brasil no tiene costa en el Pacífico y exporta más del 30% al Asia Pacífico. Perú más del 30%. Con este acuerdo comenzamos a estar en la zona donde tenemos que estar en el siglo XXI. Es nuestra puerta de entrada. Al respecto, es importante recalcar que Colombia, en materia de acuerdos comerciales, ha tenido tres fases: una primera fase fue en términos de integración regional con los países cercanos, es decir, mercados naturales como la Comunidad Andina (CAN), América Central y Mercosur, aunque en menor profundidad con este último. En una segunda etapa, Colombia consolidó los grandes mercados de exportación con nuestros socios comerciales de peso, como Estados Unidos (EE.UU.) y la Unión Europea (UE). Aquí la palabra clave es consolidar, pues eran mercados que ya estaban abiertos, pero a través de preferencias unilaterales, condicionadas en su naturaleza, que se vencían con cierta periodicidad, lo que dificultaba entablar negocios a largo plazo. En este momento, Colombia se encuentra en una tercera fase, caracterizada por mercados potenciales, a los que no hemos llegado tradicionalmente. En este contexto, Asia Pacífico es muy importante, al ser la región del mundo donde están creciendo, notablemente, las importaciones, en general y las importaciones de alimentos, en particular. Colombia es de los pocos países que, según la Food and Agricultural Organization (FAO), tiene la capacidad de hacer crecer su frontera agrícola y responder a la creciente demanda de alimentos a nivel mundial. Colombia tiene, en ese sentido, la capacidad de responder al aumento en la demanda de alimentos en Asia Pacífico, un aspecto clave, más aún al considerar la caída en las exportaciones minero-energéticas.

LP: El Tratado de Libre Comercio con Corea del Sur no es el primer acuerdo de esta índole que realiza Colombia. ¿Qué lecciones dejan otras iniciativas de este tipo, por ejemplo, con Canadá, Estados Unidos y la Unión Europea, para el TLC con Corea del Sur?

JG: Desde el punto de vista de la negociación, propiamente dicha, cada caso deja algún aprendizaje. En ese sentido, se realiza el ajuste respectivo para la siguiente negociación. Como equipo negociador, desde el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo (MINCOMERCIO), es algo que siempre tenemos que hacer. Por ejemplo, en materia sanitaria puede evidenciarse lo anterior. En el frente agrícola, las barreras y los aranceles son muy altos y constituyen una barrera importante, pero, aparte, se encuentran las barreras sanitarias. El sector público y el sector privado, en ese orden de ideas y en el contexto de TLC con Estados Unidos, no avanzaron lo suficientemente rápido en preparar la oferta sanitaria, durante el tiempo en que el acuerdo comercial permaneció en el Congreso de ese país. En los casos de Corea del Sur y Japón, al mismo tiempo en que se negocian los acuerdos, se avanza en el frente de la diplomacia sanitaria. De esta manera, una vez que estos acuerdos comerciales entren en vigor, Colombia puede aprovecharlos al máximo y, de esta manera, no perder tiempo. De otro lado, los acuerdos comerciales tienen muchos capítulos que pueden clasificarse en dos grandes categorías: las listas de acceso, en torno a temas sectoriales y las reglas del juego, es decir, las disciplinas. En materia de disciplinas, por ejemplo, uno comienza a moverse en un marco para no crear restricciones de política.

LP: ¿En qué supuestos se basó el análisis de costos y beneficios, en el marco del TLC entre Colombia y Corea del Sur, en términos de empleo y balanza comercial?

JG: Aquí hay varios elementos a considerar en el análisis. Centrémonos, por ejemplo, en el comercio de bienes. Aunque el TLC con Corea del Sur va más allá, en relación con las discusiones sectoriales sobre importaciones y exportaciones de bienes, en materia agrícola, para tomar un caso puntual, es la primera negociación donde Colombia tiene solamente  intereses ofensivos y ninguna sensibilidad. De ahí que todos los gremios de la producción agrícola han manifestado su apoyo a este acuerdo comercial. Nuestros cálculos indican que los beneficiarios del acuerdo se estiman en alrededor de tres millones de productores en el campo. Una cifra considerable en términos de posibilidades de empleo. Ahora bien, el TLC, como acuerdo, entre Colombia y Corea del Sur es un instrumento, todo depende del aprovechamiento que se haga del mismo. Entre mayor sea el aprovechamiento, mayor será el beneficio. Desde el punto de vista defensivo, básicamente, en el tema industrial, entre el 60% y el 80% del sector es complementario. Incluso, Corea del Sur es un proveedor importante de materias primas, bienes de capital e insumos para la industria colombiana, por ejemplo, el acero para la denominada línea blanca. Otro ejemplo notable son los celulares. Veo que todos ustedes tienen celulares coreanos. En ese sentido, todo apunta a hacer más eficiente nuestro aparato productivo. ¿Dónde están, entonces, las sensibilidades? Sin duda, en la industria automotriz. En un acuerdo comercial no se sacrifican unos sectores por otros. Más que poner en una balanza lo uno frente a lo otro, existen unos intereses ofensivos y una serie de sensibilidades que buscan acomodarse en la negociación. Desde el punto de vista de intereses ofensivos, el punto es lograr la apertura de mercados y contar con acceso preferencial, en mejores condiciones que los países sin acuerdo comercial. En lo que se refiere a intereses ofensivos, Colombia fue tremendamente exitoso. Pocos le apostaban a que el país iba a ser tan exitoso en ese aspecto, por ejemplo, en materia de desgravaciones, para productos de interés agrícola, más con un país como Corea del Sur, muy cerrado, históricamente, en este frente. Con los intereses defensivos, por su parte, se busca que exista suficiente espacio para que se puedan realizar los ajustes, desde el sector privado, con el apoyo del sector público, para evitar que se generen choques negativos. Se trata de una diferencia notable con un proceso de apertura unilateral, automático en su naturaleza, pues, en un acuerdo comercial, existe la posibilidad de hacerlo de manera ordenada y gradual. Adicionalmente, pueden manejarse las sensibilidades en materia de mecanismos de defensa comercial, para impedir efectos negativos. La industria de ensamble de vehículos en Colombia está compuesta por dos grandes compañías multinacionales que compiten con sus pares de Corea del Sur a nivel internacional. En ese sentido, manifestaron la necesidad de contar con un espacio de tiempo, para introducir una serie de ajustes, encaminados a incrementar la productividad. Se consiguió el espacio que pidieron. Ahora bien, la competencia no es nueva para el sector automotriz. Colombia tiene acuerdos comerciales vigentes con ocho de los diez mayores productores en este ámbito, salvo Corea del Sur, pues el TLC no está todavía vigente y Japón, donde se encuentra en la etapa de negociación. Tal fue el análisis que se realizó en el frente del comercio de bienes en lo que respecta al sector automotriz. Es importante recalcar que esperamos, adicionalmente, que el acuerdo comercial atraiga inversión, incentive el comercio de servicios y tenga un impacto positivo en las compras del Estado, pues no se limita al aspecto de bienes. Otro elemento destacable es la capacidad de realizar alianzas con empresas en Corea del Sur.

LP: En relación con la agricultura, ¿qué impacto tendrá el TLC con el país asiático en este ámbito de la economía nacional? ¿Cómo van a manejarse eventuales problemas fitosanitarios?

JG: Es una gran oportunidad. Corea del Sur importa hoy en día cerca de 26 mil millones de dólares al año en alimentos. Nosotros importamos de Corea del Sur 400 millones de dólares en carros. La cifra de importaciones a Corea del Sur en alimentos es gigantesca y exportamos, hoy en día, muy poco hacia ese país asiático. Este es, precisamente, el tipo de catalizador que necesita el sector agrícola para generar y jalonar un proceso de transformación, más aún con las grandes ventajas competitivas que caracterizan el sector en Colombia. Los sectores con interés exportador, en materia de producción agrícola, generan alrededor de tres millones de empleos. Ahora bien, no basta el acuerdo comercial entre los dos países para exportar. En materia de alimentos, otras variables son el tema arancelario, el componente sanitario y la oferta competitiva. Es fundamental, al respecto, conocer el mercado y aprender a vender en el mismo. Se trata de un aspecto que no da el TLC, pero no quiere decir que el MINCOMERCIO, el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural o PROCOLOMBIA no presten la ayuda necesaria. El camino está. La mejor forma de entrar al mercado es a través de alianzas con empresas de Corea del Sur. Es un motivador muy importante. Históricamente, el sector agrícola ha expresado, mayoritariamente, su oposición a los acuerdos de libre comercio. De ahí que resulta significativo ver a esos mismos gremios defendiendo el TLC con Corea del Sur. Ellos saben que el futuro está ahí y la posición favorable de los mismos resulta diciente de la importancia del acuerdo comercial. Si este país tiene futuro en materia de producción agrícola, tiene que mirar hacia Asia Pacífico y el hecho de que lleguemos de primeros y no de últimos, puede marcar una gran diferencia. Pero, en suma, no es solo el acuerdo, hay que hacer la tarea. En materia fitosanitaria, el TLC tiene un capítulo en materia de medidas fitosanitarias que se constituye en un canal privilegiado, en relación con la admisibilidad al mercado de Corea del Sur. Lo anterior, sin embargo, no resuelve el problema del estándar propiamente dicho. Existe, adicionalmente, un componente de diplomacia sanitaria que se ha desarrollado, en paralelo con la negociación, en el sentido de validar nuestros procedimientos sanitarios con el otro país. En últimas, está el trabajo interno, en las plantas, para que tengan el nivel específico que se requiere. Hay productos que son más difíciles que otros. El café, el banano o las flores ya los sabemos manejar. En las carnes, ya tenemos acceso sanitario en pollo en Japón y estamos avanzando en Corea del Sur; frente al cerdo, hay una oportunidad importante; las carnes rojas son más difíciles, es una apuesta de mediano y largo plazo. En este gobierno, se comenzó a trabajar en el frente del acceso de la carne a Estados Unidos y faltan pocos años. Una vez logremos la admisibilidad a Estados Unidos, sin duda, nos servirá para entrar a Corea del Sur. Es un trabajo de economía de escala, en tanto si el país trabaja para uno grande, lo que haga le sirva para los demás. Es un reto grande, sin duda alguna. Pero no puede ser que, por el miedo al reto, entonces, perdamos una oportunidad, representada en el sitio donde el consumo de proteína animal está creciendo más rápido. Uruguay, por ejemplo, en materia de carne de res, tiene acceso fitosanitario a 180 países. Cuando tiene que cumplir un requisito, simplemente, lo hace. Hay que hacer la tarea y aquí se tiene una oportunidad.

LP: En relación con Asia, en términos de comercio, Corea del Sur no pesa tanto como China y Japón. En ese sentido, ¿Colombia podría posicionarse comercialmente en Corea del Sur como lo ha hecho con los otros dos países antes mencionados?

JG: En la medida en que uno tiene acceso preferencial, es claro que uno tiene el incentivo para ampliar las exportaciones. Ahora bien, China es la segunda economía del mundo y está en camino a ser la primera. Japón era la segunda y ahora es la tercera porque la sobrepasó China. China y Japón son muchos más grandes, en términos poblacionales, que Corea del Sur, cuyo número de habitantes es casi igual al nuestro. Además, tiene un ingreso que es, prácticamente, la mitad entre el de China y el de Japón. Mientras que Corea del Sur, al igual que Japón, juega en lo ofensivo, a no perder espacio con sus competidores, en el mercado colombiano, para Colombia es una oportunidad de crecer. Esperamos que crezcan sustancialmente las exportaciones, pero es muy difícil que crezcan al nivel de China y Japón, por el tamaño. Con todo, va a permitir cerrar la brecha, en la medida que va a obtenerse un beneficio de un potencial hasta ahora no aprovechado

LP: Existe una preocupación por el impacto del TLC con Corea del Sur frente a sectores como los automóviles, en general, y las autopartes, en particular. ¿Existen razones de peso que justifiquen tales preocupaciones? ¿Cómo ha sido la dinámica comercial entre estos dos países en este ámbito puntual?

JG: La sensibilidad de los autopartistas con Corea del Sur no es por las importaciones, directamente de autopartes, sino a través del efecto sobre las ensambladoras, es decir, indirectamente. Corea del Sur no es tan relevante, en cuanto a la exportación de autopartes, Japón lo es mucho más. La preocupación se deriva del impacto indirecto. El gran comprador de los autopartistas son las ensambladoras. Para que haya autopartistas, tiene que haber ensambladoras. De hecho, nuestros autopartistas son competitivos como tales. El año pasado exportaron a 49 países, aproximadamente. Es uno de los sectores que más está aprovechando el TLC con EE.UU. En síntesis, son competitivos. El principal temor es si se va a mantener el ensamble en Colombia. La respuesta es la que dimos antes: sí. Las grandes ensambladoras en Colombia expresaron la necesidad de contar con un espacio de tiempo, para hacer los ajustes. El punto no es la exposición a la competencia. Colombia ha suscrito acuerdos comerciales con países importantes en este sector, así que no es la primera vez que lo hacen. Al final del día, han aceptado el reto de competir porque tienen los medios para hacerlo. La fábrica de Sofasa es la cuarta más competitiva, a nivel mundial, del grupo Renault y la primera en América Latina. El gobierno ha dispuesto diferentes líneas de apoyo orientadas al recurso humano e inversión en innovación. En la medida en que los ensambladores se mantengan en el mercado colombiano, está garantizado que van a necesitar autopartistas. Ahora bien, los autopartistas, en particular, los independientes, tienen que hacer ajustes. Como opera el negocio en el mundo, para ser competitivo, hay que tener el autopartista al lado. Hay un tema de gradualidad y apoyo que es importante considerar. Incluso, en el marco del TLC entre Colombia y Corea del Sur, hay una sombrilla de cooperación, pues se está creando, con el apoyo del gobierno, un centro de desarrollo tecnológico de la industria automotriz. Se está haciendo, a la vez, un convenio con el equivalente en Corea del Sur lo que permite, a través de esta alianza, ser más competitivos, en tanto hay un canal para la transferencia de tecnología. Buscar buenos socios es clave para seguir adelante.

LP: Diferentes sectores políticos, económicos y sociales han manifestado una fuerte oposición a los acuerdos suscritos por Colombia para liberalizar el comercio con otros países. ¿Qué tendría para decirles al respecto?

JG: Corea es un buen ejemplo pues, en la década del cincuenta, era un solo país que abarcaba el conjunto de la península coreana. Después de la guerra, Corea del Sur, hasta mediados de la década del sesenta, era mucho más pobre que Colombia. La mitad norte se encerró y hoy es uno de los países más pobres del mundo. La mitad sur decidió comerse el mundo y hoy es tres veces más rico que Colombia. Se trata de la misma gente, la misma historia, la misma cultura y la misma geografía. En suma, el desarrollo o el progreso no dependen de la geografía, la cultura o el idioma. Tanto la teoría económica como la evidencia empírica coinciden en que la clave es insertarse adecuadamente en la economía internacional. El que se encierra, pierde.

[1] Entrevista realizada en el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo (MINCOMERCIO), Bogotá – Colombia, el 7 de abril de 2015. Participaron en la entrevista, por parte de El Libre Pensador, Eduardo Bechara Gómez, Daniela Orozco Ovalle y Diego Nicolás Salamanca.

Entrevista a Jorge Robledo, Senador de la República, por el Polo Democrático Alternativo

Dossier - TLC Colombia Corea del Sur - Entrevista Senador Robledo “un mal negocio para Colombia”

El Libre Pensador entrevistó a Jorge Enrique Robledo, Senador de la República (Polo Democrático Alternativo), para conocer su perspectiva en torno al Tratado de Libre Comercio entre Colombia y Corea del Sur. Palabras más, palabras menos, para este Senador de la República, es un mal negocio para Colombia. A continuación, la entrevista completa[1]:

El Libre Pensador (LP): ¿Qué representa Asia Pacífico, en general, y Corea del Sur, en particular, para Colombia en términos comerciales? ¿Qué recalcaría de la dinámica comercial, en este contexto, durante los últimos años, en comparación a otros países y regiones, como América Latina, Europa o Norteamérica?

Jorge Enrique Robledo (JER): Las relaciones comerciales de Colombia con Asia son deficitarias. En 2014 la balanza comercial fue negativa en -$6.405 millones de dólares, tendencia creciente desde hace años. Los intercambios con China, Japón y Corea del Sur, de parte nuestra, están concentrados en ventas de productos con escasa o inexistente transformación. Mientas que lo que traemos desde allá son bienes transformados y con alta incorporación de valor agregado (automóviles y productos de alta tecnología, entre otros). Este tipo de relación desigual, en calidad y cantidad, se ha venido consolidando con los países asiáticos y, también, con las grandes potencias. Relación que los Tratados de Libre Comercio (TLC) refuerzan y profundizan.

LP: El Tratado de Libre Comercio con Corea del Sur no es el primer acuerdo de esta índole que realiza Colombia. ¿Qué lecciones dejan otras iniciativas de este tipo, por ejemplo, con Canadá, Estados Unidos y la Unión Europea, para el TLC con Corea del Sur?

JER: El libre comercio se aplica en el país desde hace 20 años. Ahí están los resultados. La agricultura y la industria se están arruinando. Importamos miles de millones de dólares en productos que podríamos producir dentro de nuestras fronteras. El país, como dice Rodolfo Llinás, en materia científica, se queda cada vez más atrás. La informalidad y el desempleo son los rasgos principales del mercado laboral. Y vivimos en uno de los países más desiguales de la tierra. Esos son los resultados del libre comercio y los TLC. La lección que nos deja esta mala política es que Colombia sí debe relacionarse con el resto del mundo, pero no así. Relaciones económicas internacionales si, libre comercio no.

LP: ¿En qué supuestos se basó el análisis de costos y beneficios, en el marco del TLC entre Colombia y Corea del Sur, en términos de empleo y balanza comercial?

JER: Han usado los mismos supuestos de todas las negociaciones de los TLC, los cuales consisten en hablar de grandes oportunidades que no son capaces de certificar. En el caso del acuerdo con Corea del Sur, el gobierno Santos Calderón ha tenido que aceptar que la industria colombiana va a sufrir. Para dorar la píldora salió con el cuento que, a cambio de sacrificar la industria, el agro va a ganar, lo que no es cierto. Los principales proveedores de las importaciones agropecuarias que hace Corea del Sur son potencias mundiales en el ramo. Nueve países controlan ese comercio, donde el principal proveedor es Estados Unidos (EE.UU.). Naciones ante las cuales Colombia no es competitiva, ni en costos ni en oferta exportable. Colombia tiene gigantescas debilidades frente a la economía coreana. Mientras Corea del Sur es una potencia económica que controla o tiene importantes participaciones en la producción mundial de bienes de alto valor agregado, nuestra economía está especializada en la minería y el comercio informal. Allá en 2014 registraron 16.469 patentes, aquí 21. En las dos últimas décadas siempre hemos tenido déficit comercial con esa nación. En empleo y relaciones comerciales, el resultado será más informalidad y desempleo y un mayor déficit comercial.

LP: En relación con la agricultura, ¿qué impacto tendrá el TLC con el país asiático en este ámbito de la economía nacional? ¿Cómo van a manejarse eventuales problemas fitosanitarios?

JER: Las oportunidades para la agricultura en ese tratado no son ciertas. El libre comercio le ha causado graves daños al agro colombiano, realidad que no cambiará el TLC con Corea del Sur. El 73% de las importaciones agrarias de Corea del Sur son controladas por nueve países. Y, cuando se revisan productos como café, carne bovina, leche, carne de cerdo y azúcar, se encuentra que los proveedores actuales del país asiático, además de ser importantes productores y exportadores en el mundo, venden allá a precios inferiores a los nuestros y tienen importantes subsidios por parte de sus estados. En relación con los asuntos fitosanitarios las cosas serán similares a lo acordado en el TLC con Estados Unidos. Si se logra exportar algo será porque al Estado coreano le dé la gana, no porque en el acuerdo se consiguió alguna concesión. Las normas fitosanitarias, en general, en todos los países desarrollados, son un instrumento para proteger a sus agriculturas. Proteger el agro, para esos países, es un asunto de seguridad nacional.

LP: En relación con Asia, en términos de comercio, Corea del Sur no pesa tanto como China y Japón. En ese sentido, ¿Colombia podría posicionarse comercialmente en Corea del Sur como lo ha hecho con los otros dos países antes mencionados?

JER: Reitero una idea: nuestro comercio con China y Japón se concentra en exportaciones de bienes de bajo o nulo valor: entretanto, nosotros les compramos  productos con mediano y alto valor agregado. Con Corea del Sur sucede lo mismo. Esta relación desigual, repito, tanto en valor como en calidad, se perpetuará y profundizará con este TLC.

LP: Existe una preocupación por el impacto del TLC con Corea del Sur frente a sectores como los automóviles, en general, y las autopartes, en particular. ¿Existen razones de peso que justifiquen tales preocupaciones? ¿Cómo ha sido la dinámica comercial entre estos dos países en este ámbito puntual?

JER: El TLC con Corea del Sur no incrementara las exportaciones colombianas, pero si agravara la desindustrialización del país. Corea del Sur es una potencia industrial. Se mueve en la producción de alta complejidad. La productividad por trabajador es 4,6 veces mayor a la colombiana. Es el cuarto exportador de textiles y confecciones del mundo; el quinto fabricante de automóviles y autopartes; el tercer productor de semiconductores y microchips y provee el 48 por ciento del mercado estadounidense; controla el 46 por ciento del mercado mundial de televisores y pantallas LCD y es el sexto mayor productor de energía nuclear del planeta. Además de las poderosas multinacionales coreanas, llamadas Chaeboles, esa nación es una especie de portaaviones de las compañías norteamericanas. El TLC con Corea del Sur es una especie de carro bomba contra la industria colombiana. Los intermediarios de los negocios coreanos en Colombia serán los únicos ganadores con el acuerdo. El trabajo nacional será reemplazado por el extranjero y el carácter deficitario de nuestras relaciones comerciales se ahondará. Ese TLC no es un buen negocio para Colombia.

LP: Diferentes sectores políticos, económicos y sociales han manifestado un gran apoyo a los acuerdos suscritos por Colombia para liberalizar el comercio con otros países. ¿Qué tendría para decirles al respecto?

JER: La alta dirigencia de esos sectores tiene fuertes vínculos con los negocios de las multinacionales y del capital extranjero. Luego están, como se dice, litigando en causa propia. Por mucho que repitan la mentira que el libre comercio es bueno para Colombia, y no solo para ellos, la idea no se va a convertir en una verdad. Si la política del libre comercio se analiza desde la óptica del interés nacional, a los promotores del libre comercio los hechos no les dan la razón. Lo que se tiene en este debate es a unos cuantos grupos muy poderosos, algunos financistas de la campaña presidencial de Santos Calderón, que se enriquecen a reventar defendiendo sus intereses. Avanzan sobre la base de causarle daño a Colombia, forma de actuar con la que no estoy de acuerdo. Creo que lo mínimo que se debe hacer, en este tipo de debates, es informar a la opinión sobre los intereses que se defiende. Parte del debate democrático es que sobre la mesa se pongan todas las cartas. Colombia no tendrá futuro en un ambiente de libre comercio, así Santos Calderón y sus amigos, diestros en el arte de impostar, digan lo contrario.

[1] Entrevista realizada por correo electrónico el 17 de abril de 2015.