Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales

20 de enero de 2016

El euro: ¿a qué precio?

Por: Laura Yissela Garzón Mora - Cátedra Europa

En medio de la crisis económica que ha obligado a Grecia a pedir un tercer rescate, y tras los intensos debates que se han presentado con respecto a la deuda del país, el pueblo heleno se cuestiona acerca de la posibilidad de volver al dracma o continuar sometido al euro.
Desde que entró el euro, en el 2001, Grecia ha tenido una inflación por encima del promedio de la Eurozona y un déficit fiscal galopante. Sin embargo, los mercados le prestaban dinero a bajas tasas de interés, dado el respaldo que éste país tiene por ser parte de la Unión Europea (UE). Ello, aunado a los efectos de la crisis financiera del año 2008, desencadenaría en el 2010 el “Grexit”.

Antes de entrar en materia, debe tenerse claro que el euro, como moneda única, forma parte de la tercera etapa de la Unión Económica y Monetaria, pilar fundamental en el proceso de integración europeo, que se encuentra materializado en el Tratado de Maastricht, acuerdo que dio origen a la UE, y por lo tanto, el Grexit, (posible salida de Grecia de la zona euro para volver a la dracma), ocasionaría consecuencias de gran envergadura.

Los antecedentes del euro y el caso griego

Con el Tratado de la Unión Europea, firmado en Maastricht el 7 de febrero de 1992, se marcó una nueva etapa en el proceso de integración europeo. Fue con este Tratado que se conformó la UE y, entre otras cosas, se profundizó la integración económica, con el establecimiento de la Unión Económica y Monetaria. Así, la política económica constaría de tres elementos: Los Estados miembros se comprometían a garantizar la coordinación de sus políticas económicas, instaurar una vigilancia multilateral de esta coordinación y quedar sometidos a normas de disciplina financiera y presupuestaria. Dentro de este marco se perfiló el surgimiento de una moneda única (el euro) para 1999.

Desde que entró al Euro, en el año 2001, Grecia ha tenido una inflación por encima del promedio de la Eurozona y un déficit fiscal galopante. Sin embargo, los mercados le seguían prestando dinero a bajas tasas de interés, dado el respaldo por ser parte de la Eurozona. Esto, aunado a los efectos de la crisis financiera del año 2008, desencadenaría en el 2010 la crisis en Grecia. Tras múltiples rescates de las instituciones financieras, principalmente las europeas, y ajustes fiscales impuestos a este país europeo, llega al poder Alexis Tsipras, quien plantea la posibilidad de abandonar el Euro y volver al Dracma para solventar y tratar la crisis financiera desde el poder soberano griego, fenómeno denominado “Grexit”.

Otro rescate ¿es esa la solución?

Desde el inicio de la crisis financiera griega, dos primeros ministros tuvieron que dimitir tras ser obligados a adoptar un paquete inviable de medidas de austeridad a cambio de un rescate de las autoridades de la eurozona: la Comisión Europea, el Banco Central Europeo (BCE) y el FMI. Para el tercer rescate, bajo el nuevo gobierno (Tsipras), las circunstancias parecían ser diferentes, tanto es así que este gobierno primero se dio a la tarea de hacer un referéndum a la población para saber si aprobaban o no las condiciones que le habían sido impuestas por su contraparte.

Para este rescate, el Eurogrupo decidió otorgarle 86.000 millones de euros al país heleno, suma que sería desembolsada durante los próximos tres años, principalmente para que este país pueda hacer frente al pago de los bonos que deben al BCE y también para la recapitalización de la economía bancaria, lo anterior teniendo en cuenta, las condiciones que previamente debió aceptar Grecia a cambio de la ayuda. Los siguientes desembolsos estarían vinculados a la aplicación de un programa de reformas (el cual incluiría políticas que se basen en ajustes de salarios, pensiones, restricciones fiscales, etc), en el cual, se revisarían los progresos de este país cada tres meses aproximadamente, por lo que el margen de maniobra real del Estado se vería reducido

Ahora bien, esta imposición a la que se vio sometida Grecia, no solo para continuar en la unión europea, sino para mantener el euro como su moneda oficial, habría que sopesarla con la verdadera ayuda que se le está brindando al país heleno, pues si bien se le otorgo otro crédito con el cual se espera que este país salga adelante después de la crisis, el concepto de solidaridad enmarcado en esta situación, se vería condicionado si se tiene en cuenta la visión de cada parte. Es decir, desde el punto de vista de los acreedores es más que suficiente otorgar una nueva suma de dinero para que un futuro próximo el dinero otorgado en el pasado y el concedido actualmente sea recuperado; no obstante, si se hace hincapié en la situación de los ciudadanos griegos, la mejor muestra de solidaridad, de ayuda y apoyo por parte de la unión seria condonar la deuda.

Finalmente, el Grexit en el fondo plantea un debate en torno a la solidaridad y la responsabilidad propia de las reglas económicas y fiscales de la UE. En este punto de discusión, ya el informe de Jaques Delors (en 1988) había destacado que la unión económica exige serias limitaciones en la toma de decisiones a nivel nacional y, en momentos de estrés, las transferencias de recursos oficiales: la responsabilidad y la solidaridad, en otras palabras, sería de parte y parte.

Referencias El Libre Pensador:

Europa.eu – Unión Económica y Monetaria.

Le Monde – “L’euro n’est pas une question monétaire mais politique”.

Sin Permiso.info – “Grecia: Crónica en dos tiempos de la huelga general del 12-N”.