Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales

24 de marzo de 2017

Amar en tiempos de guerra

Por: Lina Córdoba

Comprender  por qué se está amando y si es el tiempo más oportuno para hacerlo es un ritual difícil de lograr. El amor como enigma supremo, se convierte en el ideal más buscado por excelencia y, al mismo tiempo, en un temor al que muchos huyen. Lo cierto es que amar no es fácil ni antes ni ahora y la vida cada día nos depara una serie de batallas fuera de lo común para lograr este sueño.

Muchos pensarán que los problemas más graves para la subsistencia del amor son las clases sociales, la apariencia, el nivel de estudios, en fin  Pero, en realidad,  lo que nos debería asustar son los conflictos que se están viviendo alrededor del mundo;  porque es difícil pensar y elevarse en el amor 24/7 si  transita la idea de que, por ejemplo, en pleno ósculo estallaran bombas en la cuadra o se diera un atentado, en pleno domingo, como ya ha sucedido. No es fácil en estos tiempos encontrar una relación sólida y duradera, aún más  si no se tiene en cuenta que el estrés que se vive afuera contamina nuestro ambiente. No es fácil pensar en bombones y flores  si le tememos  a que en la universidad se metan cualquier tipo de grupo revolucionario y destroce todo.   Y tampoco es  fácil amar  si a diario se crean guerras y tretas al interior del cyber espacio, lugar donde todo debería ser la gloria.

Pregúntese, por un momento, si es agradable estar en la casa de su respectiva pareja, prender el televisor y lo primero que escucha es al presentador diciendo: “hoy un bombardeo es Siria dejó 500 niños muertos”. Es para no dormir ese día y pensar  al día siguiente si alguno  de esos inocentes hubiese sido su hijo, su  primo, su hermano, su amigo, su enamorado… Es supremamente difícil amar en este tiempo y aún más cuando la guerra no es solo física;  la guerra también es dejar de ser una sociedad materialista, consumista, indolente, arribista  y amarillista sin remedio ni dolor. Ese es otro tipo de guerra que libramos, todos los días, con nuestro demonio interior.

No es factible pensar que las batallas sean una creación para bien —aunque las guerras en sí misma generen escenarios positivos—, porque las guerras y el consumismo sistemático transgreden nuestra vida diaria, reducen nuestra capacidad de oxigenación corporal, que nos ayuda a  reaccionar de forma  oportuna frente a imprevistos y a la buena circulación de la sangre. Este tema mezcla todo, porque eso mismo hace el amor. Si se sienta un momento y piensa cuántas de sus amistades le han  dicho que por estar entusado perdieron  un parcial o una exposición, no creería que en una milésima de segundo los misiles que arrojó la armada norteamericana  en Libia liberaron un químico con poder de onda expansiva tan potente que se adhiere a todo y viaja por el cielo en silencio, pero  a prisa y sin que se dé cuenta,  en su cuerpo aumenta  el nivel de adrenalina,  lo que  incrementa el estrés. Por esto es muy importante que piense 2 veces antes de encaminarse en la ardua tarea de encontrar pareja.

Pero ahora, cómo no va ser difícil encontrar pareja cuando en el país con la naturaleza más bella del mundo no existe la paz. Cuando nos toca soportar la gresca de dos personajes que se quieren montar y monopolizar en el poder a como dé lugar.  Cuando la discriminación en todo el mundo es el diario vivir. Cuando mientras unos derrochan en fincas los recursos naturales, a otros les toca  recoger agua en aljibes  y mueren de hambre por falta de alimento. Y cómo no va ser difícil abrir el corazón cuando en Colombia la guerra más cazada la tiene uno con el estado, que, en  últimas,  debería garantizar la seguridad y el disfrute de todos los colombianos.

No obstante, inició el 2017 y viene recargado de enseñanzas que le darán o quitarán —por un buen rato— las ganas de enamorarse. En Hollywood las cosas no van del todo bien.  La dupla más famosa de las dos últimas décadas “Brangelina”  se separó y dejaron en el aire las ilusiones de más de uno. Es por lo anterior que la tesis que más se puede adaptar a la falta de amor en los jóvenes del hoy es, sin duda alguna, a que el tiempo de ayer fue  mejor, pero que allí mismo se quede.  En cambio,  es de vital importancia que prendamos el chip para conocer qué pasa más allá de nuestras narices. Hasta que en la misma población no se adopte el sentido de la no violencia y la del cuidado del entorno, lo que esto puede llegar a generar es que esta y las próximas generaciones se resguarden en la tecnología, encontrando allí mayor confianza que en la interacción real.

En conclusión, el amor es algo tan efímero que quien lo logra sentir tiene la fortuna de estar algunos minutos en el cielo. Sin embargo, no hay que dejarse tentar por las buenas palabras y es primordial que definamos la ruta del corazón. Es oportuno preguntarse: ¿en un mundo como el de hoy vale entregarse a alguien o en cambio es mejor cederlo todo a la soledad? La respuesta recae sobre cada uno, pero la realidad es que el concepto de amor se ha desvalorizado y más si toca amar librando mil y una guerras.